8/31/10

Sí, quiero... para toda la vida
Jutta Burggraf

«Sí..., acepto, para toda la vida; incluyendo la prosperidad y felicidad, las alegrías y tristezas, tus fragilidades y las mías, los problemas económicos, la enfermedad y los sufrimientos...»

La doctora alemana Jutta Burggraf aporta algunos consejos para la fidelidad matrimonial desde el "sí" nupcial hasta la muerte.

¿A qué causas se deben las fracturas en la lealtad matrimonial?
A veces se culpa la independencia de la mujer actual. No creo que sea el problema de hoy. Al contrario, es una suerte que exista, porque sólo quien es interiormente libre e independiente puede amar y entregarse verdaderamente a los demás. Voy a enumerar brevemente algunas dificultades:
Dos personas se casan hoy, en general por simpatía y amor; es decir, por motivos subjetivos y menos objetivos. Esto es muy bueno e ideal, si no se dejan completamente de lado los aspectos objetivos como la cultura, la forma de ver la vida, etc.
Casarse por amor, me parece que es la única razón aceptable para contraer matrimonio. Sin embargo, hoy en día, no es raro que falten casi todos los motivos objetivos. En este caso, la fidelidad matrimonial es sumamente difícil. Porque cuando se acaba el amor, cuando llega la monotonía cotidiana, hay que perseverar sin un entorno exterior que sostenga.
Muchas veces los esposos tienen distintos campos de acción, ya sea en la familia, en la profesión fuera del hogar. No se ven durante muchas horas del día. Sin embargo, tienen contacto con otras personas, hombres y mujeres, y con ellos comparten sus intereses y planes profesionales. Cuando vuelven cansados a casa, ya no tienen fuerzas para dialogar o hacer planes y esto genera una distancia entre los esposos.
Al mismo tiempo, la opinión pública y las costumbres occidentales no protegen el matrimonio. Incluso se puede decir sin exagerar que se hace propaganda a la infidelidad.
¿Qué facilitaría que el matrimonio sea feliz en el transcurso de los años?
Claro que no hay recetas fijas, pero podemos reflexionar un poco sobre lo que puede facilitar la vida cotidiana.
Amor decidido
Si al contraer matrimonio los cónyuges son conscientes de que toman una decisión para toda la vida y tienen la firme voluntad de permanecer unidos hasta el final, pase lo que pase, en tiempos de sol y de lluvia, de nieve, hielo y tormenta, entonces pueden desarrollarse libremente, en un clima de seguridad y de confianza.
Conviene perder el miedo a las crisis. Conflictos y divergencias de opiniones existirán siempre allí donde varias personas viven en estrecho contacto. Lo decisivo es la actitud que se adopta ante aquellas situaciones difíciles, aprovechar la oportunidad de estrechar los lazos de unión superando juntos las dificultades.
A menudo, la disposición de perdonar es la única esperanza en el camino hacia un nuevo comienzo. Con los años un cónyuge va amando más al otro porque quiere amarle, porque se ha decidido por el otro de por vida y está dispuesto a soportar desilusiones.
Respeto mutuo
Hoy en día el hombre y la mujer se encuentran en el matrimonio uno junto al otro con la misma dignidad, la misma altura, los mismos derechos y deberes. A veces, existe mucha independencia social y económica y, a la vez, una gran dependencia afectiva. Pero sólo aquel que es interiormente libre y autónomo puede entregarse a los demás.
Por tanto, hay que reconocer la necesidad de mantener una sana distancia en el matrimonio. La vida en común no debe convertirse en una atadura o cárcel que restringe la libertad del otro. Un cónyuge no puede quitar al otro la posibilidad de desarrollarse y llevar adelante iniciativas propias; para llegar a una profunda unidad es necesario seguir siendo dos personas individuales. No se ama al otro, mientras no se la ama en sí mismo. El tú no es la prolongación del yo, el tú es el misterio del otro que pide ser afirmado en sí mismo.
Apertura a la vida
Un matrimonio verdaderamente feliz descubre continuamente nuevos horizontes, está abierto a otras personas, también a una futura descendencia. Tiene el valor de transmitir la vida, de conservarla, de amarla y de velar por su desarrollo. Pero si la unión sexual se entendiera exclusivamente como la procreación, se denigraría al cónyuge al tratarlo como un simple medio. En cambio, si están integrados en el amor matrimonial tanto el deseo de tener hijos como la búsqueda de la unión sexual, se puede considerar conseguida la relación.
Sentido del humor
Sebastianne Chamfort tiene una frase que es muy importante para la vida cotidiana de la familia: "cuando hayas estado un día entero sin reír, habrás perdido totalmente ese día". El que tiene sentido del humor puede olvidarse de sí mismo y de este modo está libre para los demás.
Tendemos a plantearnos problemas existenciales por cosas insignificantes y esto afecta a las relaciones. Debemos esforzarnos por no contemplar las múltiples cosas pequeñas de la vida desde su aspecto negativo. Cada cosa tiene dos caras y vale la pena centrar la vista en aquella cara de la que podemos reírnos a gusto o al menos sonreír.
Mucha gente llega a otra conclusión: ya no quieren casarse porque no quieren llevar una vida de engaño, y tampoco quieren tener las complicaciones de un divorcio. Prefieren vivir algún tiempo juntos. Si van bien, se pueden casar y si van mal, se separan sin grandes problemas y desventajas económicas...
Vivir en una relación abierta, de hecho, es mucho menos atractivo de lo que parece. Si se declara que no es necesario casarse, con frecuencia se llega a exterminar, de un modo muy sutil, el amor entre el hombre y la mujer.
Cuando dos personas viven juntas sin casarse, en algún rincón de su corazón queda un resto de desconfianza. Es como decirle: "yo te quiero hoy. Pero no sé si te querré mañana (o dentro de diez años) y por eso prefiero no meterme en líos". Las relaciones abiertas traen consigo muchas frustraciones y decepciones, el amor se enfría con la falta de confianza.
La familia y también el matrimonio pertenece a lo que la naturaleza humana pide. Cuando digo matrimonio me refiero a una relación estable permanente entre un hombre y una mujer que da seguridad y confianza.
Me gusta compararlo con un muro, construido alrededor de una gran plataforma, en la cumbre de un monte alto y escarpado. Gracias a ese muro, los niños pueden correr en la plataforma con toda libertad, pueden hacer sus juegos más salvajes, saltar y bailar, sin peligro alguno de caída.
En cambio, cuando falta el muro, uno sólo puede moverse lentamente, con cuidado y miedo de perder la integridad. Disminuye la alegría de moverse, de emprender grandes cosas y comerse el mundo.
En época de dificultad, ¿cómo se replantea la fidelidad?
El matrimonio, vida común indisoluble, es la mejor garantía para la felicidad de la familia. El matrimonio lleva a una felicidad mayor que el amor espontáneo; éste puede ser muy apasionante pero queda inmaduro si huye de la entrega definitiva. Es un desafío mantenerse unidos uno al otro, también en tiempos de crisis o de poca comprensión.
Todo matrimonio pasa por tiempos de crisis, igual que toda persona humana, cuando crece experimenta sus conflictos de desarrollo. Es muy normal que haya momentos duros en la vida. Uno puede notar monotonía, desazón, quizá la falta de una plena realización profesional; ve que los planes se derrumban y que los hijos son muy distintos de lo que deseaba. A veces, con los años aparece el remordimiento de no haber dado al otro todo lo que requería...
Pero, toda crisis trae consigo un cambio, y puede ser hacia una madurez mayor, hacia una confianza más plena. El día de la boda no es la última estación, sino al contrario, es el comienzo de la verdadera aventura de la vida del amor. Si se tiene la conciencia clara de que el matrimonio dura hasta la muerte, entonces se esfuerza uno mucho más para hacer de él una empresa atractiva.
¿Bastan los deseos de fidelidad?
Todos conocemos muy bien las debilidades y flaquezas de nuestra naturaleza: hoy sentimos gran pasión por una persona; mañana quizá, por otra. Por eso, no bastan los deseos de fidelidad. Hace falta llegar a una alianza objetiva: comprometerse también cara a la sociedad, con implicaciones jurídicas, lo que se traduce en este caso en contraer matrimonio.
Esta alianza, hecha exteriormente hacia fuera, es una protección del amor. Es decir a la otra persona: "Yo te quiero verdaderamente, y siempre quiero quererte. No sé todo lo que pasará a lo largo de mi vida. A lo mejor, hay tentaciones y conflictos. Pero tengo la voluntad de superarlas y para probártelo te doy una promesa oficial".

8/30/10

La importancia de la humildad

El Papa ayer durante el rezo del Ángelus



Queridos hermanos y hermanas:

En el Evangelio de este domingo (Lc 14,1.7-14), encontramos a Jesús como comensal en la casa de un jefe de los fariseos. Dándose cuenta de que los invitados elegían los primeros puestos en la mesa, Él contó una parábola, ambientada en un banquete nupcial. “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio' ... Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio” (Lc 14,8-10). El Señor no pretende dar una lección sobre etiqueta, ni sobre la jerarquía entre las distintas autoridades. Él insiste más bien en un punto decisivo, que es el de la humildad: “el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Lc 14,11). Esta parábola, en un significado más profundo, hace pensar también en la posición del hombre en relación con Dios. El “último lugar” puede representar de hecho la condición de la humanidad degradada por el pecado, condición por la cual sólo la encarnación del Hijo Unigénito puede ensalzarla. Por esto el propio Cristo “tomó el último lugar en el mundo – la cruz – y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido y nos ayuda constantemente” (Enc. Deus caritas est, 35).
Al final de la parábola, Jesús sugiere al jefe de los fariseos que invite a su mesa no a sus amigos o parientes o vecinos ricos, sino a las personas más pobres y marginadas, que no tienen modo de devolvérselo (cfr Lc 14,13-14), para que el don sea gratuito. La verdadera recompensa, de hecho, al final, la dará Dios, “que gobierna el mundo... Nosotros le prestamos nuestro servicio en lo que podamos y hasta que Dios nos dé la fuerza para ello” (Enc. Deus caritas est, 35). Una vez más, por tanto, vemos a Cristo como modelo de humildad y de gratuidad: de Él aprendemos la paciencia en las tentaciones, la mansedumbre en las ofensas, la obediencia a Dios en el dolor, a la espera de que Aquél que nos ha invitado nos diga: “Amigo, sube más arriba” (cfr Lc 14,10); el verdadero bien, de hecho, es estar cerca de Él. San Luis IX, rey de Francia – cuya memoria se celebraba el pasado miércoles – puso en práctica lo que está escrito en el Libro del Eclesiástico: “Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor" (3,18). Así lo escribía en su “Testamento espiritual al hijo": "Si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas" (Acta Sanctorum Augusti 5 [1868], 546).
Queridos amigos, hoy recordamos también el martirio de san Juan Bautista, el más grande entre los profetas de Cristo, que supo negarse a sí mismo para dejar espacio al Salvador y que murió por la verdad. Pidámosle a él y a la Virgen María que nos guíen por el camino de la humildad, para poder ser dignos de la recompensa divina.
Espiritualidad cristiana de la ecología


Declaración final del simposio latinoamericano y caribeño convocado por el CELAM



Nosotros, como discípulos misioneros de Jesucristo nuestro Señor, convocados por el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), provenientes de 16 países de América Latina y El Caribe, Alemania e Indonesia, reunidos en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, los días 21 al 24 de agosto de 2010, en estudio y oración, hacemos llegar nuestra preocupación y reflexión a quienes tienen en sus manos el poder de decisión, organismos multinacionales, académicos, empresarios, comunicadores, líderes de diversas organizaciones sociales, a nuestras comunidades cristianas y a nuestros pueblos:
1. Nos interpela el proceso creciente de concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos, amenazando los territorios de los pueblos. Parte de esta amenaza se debe al avance del uso por industrias extractivas y de producción de agrocombustibles, entre otras, porque prevalece una lógica económica del mero interés o beneficio, en desmedro del vivir bien de los pueblos. Nos preocupa la ocurrencia frecuente de actos corruptos en el proceso de concesión de territorios y sin la consulta debida a los pueblos que los habitan.
2. La enorme biodiversidad de América Latina y El Caribe ofrece servicios ambientales para todo el planeta, hecho que trasciende la significación mercantilista actual y que brinda verdaderos beneficios. Esta biodiversidad está siendo aniquilada irreversiblemente: solamente en Amazonía, poco más del 17% de la selva ha desaparecido y la tasa de extinción de especies llega a ser mil veces superior a la histórica [1]. Asistimos a una creciente destrucción ambiental por deforestación, contaminación debido a residuos industriales y urbanos, minería a cielo abierto, monocultivo extensivo, el avance de la desertificación, extracción de hidrocarburos, entre otros, que afectan asimismo recursos vitales para los pueblos, como son el agua dulce y provisión natural de alimentos, especialmente entre los más pobres.
3. Los estilos de vida predominantes en una parcela de la humanidad, de consumo desmedido, conllevan a un desequilibrio entre la creciente demanda de recursos naturales, renovables y no renovables, y la disponibilidad de la tierra -junto al riesgo de aniquilación de la biodiversidad- así como también, el agotamiento de energías de bajo costo que amenazan el desenvolvimiento de las sociedades en el mediano plazo. Diversas catástrofes ambientales sobre el planeta, tanto naturales como antropogénicas, en las últimas décadas dan prueba de ello. Asimismo estas catástrofes -tal como el calentamiento global y sus efectos de fenómenos meteorológicos severos en el contexto de cambio climático (sequías, inundaciones, tormentas, etc.) [2] y la contaminación de aguas y suelos, debido a la producción irresponsable, entre otras- y el despojo forzado de territorio provocan la ocurrencia de numerosos desplazados y refugiados ambientales que genera aún más pobreza.
4. Unido a ello, la actividad económica predominante en las culturas tecnológicamente desarrolladas, bajo la lógica de la eficiencia, maximización de la ganancia en pocas manos y socialización de la pérdida, se caracteriza por el olvido de la dimensión sagrada y espiritual de la naturaleza -como parte de la creación amorosa de Dios fuente de Vida- y de la gratuidad de los bienes y servicios ofrecidos por ella (Cf. CIV 37). Se evidencia la falta de responsabilidad en el manejo de las fuentes de energía y recursos naturales que se van agotando bajo patrones de producción y consumo insustentables que no asumen los costos ambientales presentes que terminan siendo pagados por los pobres y ponen en peligro la supervivencia de generaciones presentes y futuras [3].
5. Frente a esta realidad, reafirmamos nuestra fe en un Dios Creador amoroso de todo lo existente, que es el único Señor de la tierra (Cf. Sal. 23, 1-2). Él ha encomendado esta creación a los seres humanos, semblantes de las cualidades de su Creador, para su guarda y su cultivo (Cf. Gn. 2,15). En esto se sustenta el principio del destino universal de los bienes. De ello se deriva la lógica del don y la gratuidad que ha de regir las relaciones y actividades humanas, entre ellas, la económica, bajo la forma de un uso responsable de los ambientes con el fin de promover y garantizar el bien común para todos los seres humanos así como la Belleza, la Bondad y la Verdad presentes por doquier en el don de la Creación (CIV 50, 51).
6. Como seguidores creyentes de Jesucristo, que en su camino por la historia unió el Cielo y la Tierra restaurando la sacralidad de lo creado, aprendemos que la creación es camino hacia Dios a través de los consejos evangélicos de justicia, paz y reverencia. Aunque hoy por hoy es evidente que ella está afectada por el pecado que la introdujo en un proceso de sufrimiento comparable a los dolores de un parto, sin embargo la creación conserva la esperanza de participar de la gloriosa libertad de los hijos e hijas de Dios. Esta esperanza nos anima y se fundamenta en la fuerza activa del Espíritu Santo presente en cada ser humano que espera la redención (Cf. Rom. 8, 18-25). Para ello es necesario tomar conciencia de la singularidad de la persona humana en relación armónica con la creación y su Creador, encauzando una nueva espiritualidad cósmica que recupere una sana convivencia con la naturaleza. Promover la conversión ecológica nos permitirá caer en la cuenta del valor intrínseco de la creación en la economía global de salvación obrada por Dios Padre creador en Jesucristo (Cf. DA).
7. Ante estos desafíos de la realidad en nuestro continente, necesitamos recuperar la actitud contemplativa. Es nuestra tarea ayudar a despertar en las personas y comunidades una conciencia sensible al cuidado responsable de la naturaleza, como lugar sagrado que provoca sensiblemente el descubrimiento de Dios para nosotros y las generaciones futuras. Junto a los hombres y mujeres de la tierra, el territorio, los ambientes naturales en ellos ubicados y la respectiva biodiversidad, son todos aspectos intrínsecamente unidos al don de la creación que Dios posibilita y sustenta para el desarrollo integral de la persona humana y de los pueblos de todos los tiempos.
8. Esto nos impele a la preservación de las cualidades que garantizan la prolongación vital y la riqueza de la biodiversidad en la tierra. Para ello todas nuestras tareas eclesiales, catequesis, predicación, celebraciones y demás actividades pastorales, técnicas, académicas y profesionales, deben orientarse a privilegiar la conversión ecológica como dimensión integral de la fe. Asimismo se deben favorecer experiencias de la fraternidad cósmica en contacto con Dios Creador, en la dinámica que animó a San Francisco de Asís, patrono de la ecología. La espiritualidad popular, la oración personal y comunitaria, las celebraciones litúrgicas inculturadas, y la profunda vivencia de los sacramentos en clave ecológica, son lugares privilegiados para experimentar la acción del Espíritu de Dios y la iniciativa gratuita de su Amor (Cf. DA 263).
9. En este sentido, constatamos la necesidad de conocer mejor y acoger la sabiduría milenaria de los pueblos indígenas de nuestro continente; sobre todo de su experiencia de fe que nos permite aprender de su relación de armonía y comunión con Dios, los seres humanos, la naturaleza y los demás seres de la creación. Esto supone cultivar la actitud contemplativa frente a los bienes de la creación como don de Dios.
10. Como Iglesia profética, consideramos que es urgente priorizar una economía de las necesidades humanas que sea justa, solidaria y recíproca (Cf. CIV 35), y de políticas de desarrollo humano integral que respeten el derecho de los pueblos y preserven las cualidades vitales de los ambientes naturales. Para ello es necesario denunciar el impacto negativo de los megaproyectos económicos y de infraestructura, así como promover y exigir el monitoreo empresarial, estatal y civil, esclareciendo las situaciones ilegales e inmorales. Nos urge encontrar mecanismos de incidencia en los poderes públicos nacionales e internacionales en defensa de los derechos humanos.
11. Tanto en nuestras comunidades locales, dentro del marco de la misión continental de la Iglesia en América Latina y El Caribe, y especialmente en la familia, iglesia doméstica, es tarea promover una cultura de la austeridad/sobriedad, sencillez y alegría como alternativa saludable, ecológica, tanto individual como colectiva, a través de la producción orgánica, eco-amigable, y el consumo responsable, el reciclado, el uso adecuadamente aprovechado de bienes, y la educación por el respeto de la naturaleza que posibilite condiciones presentes de justicia social y la vida de las generaciones futuras (Cf. CIV 51).
12. Finalmente reconocemos que el cultivo de la actitud contemplativa, como camino de conversión personal que descubre a Dios presente en cada creatura, no es tarea fácil pero es esencial para una auténtica sanidad personal y ecológica. Este proceso de cambio de mentalidad de la cultura dominante requiere que se favorezcan experiencias de Dios como único Bien, irresistible, supremo, frente a otras ofertas superfluas de la economía consumista. Por tanto, debemos crear o facilitar espacios eclesiales dentro de nuestras grandes urbes que nos permitan redescubrir el paso de Dios en la creación, a través del contacto directo con la naturaleza y el sufrimiento humano, lo cual será piedra de toque de nuestra pequeñez y vulnerabilidad.
A la Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, fiel discípula del Señor y guardiana de los dones de Dios, encomendamos el cuidado maternal de los bienes de la creación. Con ella y como ella nos hacemos testigos portadores del Amor de Dios que se manifiesta en la entera creación, para la vida de toda la humanidad, especialmente los más pequeños amados de Dios.
Buenos Aires, 24 de agosto de 2010
Fiesta de San Bartolomé, Apóstol
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NOTAS
[1] Cf. The International Union for Conservation of Nature (IUCN), Global Biodiversity Outlook 3, Montreal (2010), 93p. (http://www.iucn.org).
[2] Cf. IPCC, 2007: Intergovernmental Panel on Climate, Climate Change 2007: The Physical Science Basis. Third assessment report: Contribution of Working Group I. Solomon, S., D. Qin, M. Manning, Z. Chen, M. Marquis, K.B. Averyt, M. Tignor and H.L. Miller (eds.): Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA, 996 pp.
[3] Cf. Cf. World Watch Institute, Green Economy Program, (http://www.worldwatch.org/programs/global_economy)
Observador de apariencias


Monseñor Jesús Sanz Montes




No sólo se fijaba en los lirios del campo, en los pájaros del cielo, sino que también Jesús era un profundo observador de la conducta humana: los niños sencillos y sin doblez, las viudas que dan todo lo que tienen, los pecadores que en el fondo tienen un corazón abierto al perdón y al arrepentimiento... y también se fijará el Señor en los aparentes, en los que van por la vida de reclamo y de etiqueta. Estaba invitado en casa de uno de los fariseos un sábado. Tanto Él como los demás, todos se observaban mutuamente en aquél convite. ¿Qué vio Jesús? Que la gente se apuntaba a los primeros puestos, para salir en la foto de sociedad del lugar, para estar en la boca de los otros y sentirse en la pasarela del influjo y del renombre. Jesús hablará siempre de la verdad, y por la verdad morirá, y de la verdad se autodefinirá. Jamás de la apariencia. Porque la apariencia es siempre una mentira, más o menos camuflada, más o menos fomentada y querida. Ser lo que en el fondo no se es, dar el pego y el camelo, aparecer tras el truco y la careta, jugar al eterno carnaval. Una persona así, que vive la vida desde su disfraz particular (importa poco que tal disfraz sea ideológico, cultural, económico... o incluso religioso), es una persona vendida a sí mismo, a sus pretensiones; una persona esclava de sus propias cadenas, y por eso inhábil para la libertad y para la sencillez. «Cuando os inviten a una boda -decía el Maestro-, no busques el primer puesto» (Lc 14,8). No sólo por el soponcio que puede suponer después el que el acomodador te saque de tu podium, y te devuelva a tu cruda realidad, sino porque quien tiene pretensiones indebidas, quien va de "trepa" y de capta-portadas, es difícil que comprenda su dignidad, y la de los demás, cuando tan ocupado anda en su apariencia.
San Francisco lo dirá con su proverbial sencillez: «Somos lo que somos ante Dios, y nada más» (Admonición 19). Sólo quien ha experimentado la libertad de ser y de querer ser lo que somos ante los ojos de Dios, sólo ése puede entender a Jesús. Son los ojos del Señor los que nos guían en la senda verdadera, los que nos mueven a reemprender el camino siempre que nos cansamos de andar, los que nos desvían cuando se tuercen nuestros pasos, los que se hacen luz y gracia para caminar. Los ojos de los demás tantas veces ven poco, o ven mal, turbiamente quizás. Los ojos de Dios, no engañan nunca, no humillan nunca, alumbran sin deslumbrar. Feliz el que vive así, sencillamente, porque experimentará lo que es vivir en la paz, en la libertad, sin ansias devoradoras, sin poses hipócritas, sin trucos ficticios... siendo ante uno mismo y ante los otros, lo que somos ante Dios.

8/28/10

Rebrotes de anticlericalismo


Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

VER

Asombra, inquieta y duele tanta descalificación de que hemos sido objeto los obispos, porque expresamos nuestra inconformidad cuando la Suprema Corte declaró acordes con la Constitución las uniones de personas de un mismo sexo equiparándolas a un matrimonio, con el derecho de adoptar niños. Han dicho que estamos violando la ley y que la autoridad debería sancionarnos. Uno tituló su escrito: Iglesia idiota. Otro dijo que ya no hay obispos de calidad como antes. Alguien ha hablado de las atrocidades de la religión. Y así por el estilo...
Para qué enumerar los calificativos contra el cardenal Juan Sandoval. Se puede estar en disconformidad con sus aseveraciones; se puede pensar que no tienen sustento; pero aprovechar esto para descalificarnos a todos, al Papa y a la Iglesia Católica en general, rebasa lo esperado y manifiesta un renovado anticlericalismo que no se había manifestado tan agresivo, ni siquiera cuando se descubrieron los delitos de sacerdotes.
En la historia de nuestra Iglesia, hay puntos muy negros que querríamos no hubieran existido, y que, con ocasión o sin ella, nos restriegan en la cara. Se aducen las Cruzadas, la Inquisición, el caso Galileo, los períodos oscuros del papado, la pederastia clerical, etc. Los traen a colación, para descalificar todo lo que hagamos o digamos. Muchas veces es sólo un mecanismo para defenderse y quitar fuerza a nuestra denuncia por sus infidelidades matrimoniales y por sus otras desviaciones; atacándonos, intentan autoprotegerse.

JUZGAR

Esta reacción tan virulenta nos exige analizarnos, para ver en qué hemos fallado. ¿Qué deficiencias hemos de corregir? No podemos sólo defendernos y declararnos inocentes, perseguidos por pura maldad de los atacantes. Hay que ser humildes y reconocer que somos limitados, pecadores e indignos de la misión que se nos ha confiado. No somos tan prudentes ni tan sabios como se esperaría. Si no hubiera una historia de salvación que pasa por la cruz y el sepulcro, en la que Dios acompaña y libera a su pueblo por medio de esta Iglesia que El fundó, seríamos sólo una estructura de poder y de pecado.
Jesús no descalificó a los apóstoles que había escogido, a pesar de sus fallas tan notables y dolorosas. Les confió continuar su obra redentora, sosteniéndoles con la fuerza de su Espíritu, hasta el fin de los tiempos. Esto nos alienta. No estamos solos, ni nuestro trabajo es sólo nuestro. ¡La Iglesia es obra de Cristo, y El la guiará siempre, a pesar de tormentas y deficiencias! Nuestra fe en la Iglesia está sostenida por la fe en Jesucristo, quien la fundó no con ángeles, sino con pobres hombres, que también fueron despreciados y perseguidos. Nosotros no somos los redentores, sino sólo mediaciones humanas, que llevamos este tesoro en vasijas de barro. Lo que nos importa es que Cristo sea conocido, valorado, aceptado, amado, seguido y adorado. No somos el centro; el centro es Jesús; El es el único Redentor, el único camino, la única fuente de vida. Y El no ha fallado y nunca fallará. Los que estén decepcionados de nuestra Iglesia, acérquense a Jesucristo, y no los defraudará.
La mayoría de los iracundos anticlericales fueron bautizados, proceden de familias creyentes y han recibido otros sacramentos. ¿Cómo fue su educación religiosa? ¿Qué hemos de mejorar en los procesos de evangelización y catequesis, en las liturgias, en la pastoral social y la misión?

ACTUAR

Si en algo valiera y sirviera, reiteramos a quienes nos ofenden y rechazan, que hemos pedido perdón, y lo haremos siempre que sea necesario, por las fallas pasadas y presentes. Pero les alentamos a no condenar en bloque a todos, ni a toda la Iglesia. Conozcan y valoren a tanta gente buena y digna que hay. Hay muchas religiosas santas y sacrificadas. Hay muchos diáconos y catequistas mártires en su servicio diario. Hay muchos sacerdotes ejemplares en su entrega al pueblo. Hay también obispos que desgastan su existencia en bien de la gente y trabajan calladamente en las sierras, entre los lodazales y también en las ciudades, aunque nunca aparezcan en los medios informativos y pasen desapercibidos.
Madre Teresa, icono de la unidad


Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre



Fue un 26 de agosto de 1910... ¡Se cumplen cien años! La que conocemos como "Madre Teresa de Calcuta", nacía en Skopje y era bautizada con el nombre de Gonxha Agnes.
La identidad de Madre Teresa queda inequívocamente expresada en aquellas palabras suyas: "De sangre soy albanesa. De ciudadanía, india. En lo referente a la fe, soy una monja católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús".
Afortunadamente, el legado de la Madre Teresa hacia los más pobres de entre los pobres, es muy conocido. La obra por ella fundada, las Misioneras de la Caridad, continúa su carisma. Actualmente cuentan con 4.800 religiosas y 757 casas en 145 países. Jamás en toda la historia de la Iglesia se había producido una extensión tan rápida de una orden religiosa... Pero quisiera en el presente artículo referirme exclusivamente al destacadísimo legado "ad intra" que Madre Teresa nos ha dejado en la Iglesia Católica.
En los años posteriores al Concilio Vaticano II se confrontaron en el seno de la Iglesia dos concepciones que parecían irreconciliables: ¿La Iglesia Católica debía de apostar por la defensa de la ortodoxia, conservando la fe y las costumbres transmitidas por la Tradición; o por el contrario, debía centrarse en la opción por los pobres y los marginados? ¿El futuro modelo de sacerdote habría de cuidar respetuosamente de la liturgia y de su vida espiritual; o, más bien, debería estar en medio del mundo e implicado en los problemas terrenales?...
Quienes han accedido a leer directamente los textos del Concilio, saben de sobra que no existe tal dicotomía en el ideal de la Iglesia Católica. La "ortodoxia" (la doctrina recta) y la "ortopraxis" (la praxis recta), lejos de excluirse, se implican y se necesitan mutuamente.
Sin embargo, no podemos negar que en aquel momento concreto existían dos "imágenes" de Iglesia muy contrastadas, y hasta contrapuestas (por desgracia, no parece que el problema esté definitivamente superado). Además de aquella doctrina conciliar íntegra y equilibrada, la Iglesia Católica necesitaba también, como agua de mayo, un "icono" que aunase y conjugase el ideal de la "ortodoxia" y el de la "ortopraxis". Y es que, la confesión de la fe católica y su "traducción" a la práctica de las obras de justicia y caridad, son las dos caras de una misma moneda. Sólo así la doctrina católica muestra toda la belleza de su verdad: cuando la fe se traduce en obras, y cuando éstas tienen en la fe su inspiración y su fuerza... ¡¡Pues he aquí el "icono" de la Madre Teresa!! Ante su testimonio, tantas discusiones y luchas intestinas vividas en los años postconciliares, resultan absolutamente absurdas y superfluas; al comprobar que cuando se alcanza el ideal de la santidad, entonces, y sólo entonces, la verdad y la caridad se conjugan a la perfección.
Ese gran servicio que Madre Teresa nos ha prestado "ad intra", se concreta también en la búsqueda del bien moral "íntegro" del ser humano. En efecto, es frecuente que caigamos en una especie de "acotaciones" o "reducciones" del mensaje moral cristiano: ¿A qué debemos dar prioridad? ¿A la reivindicación de la condonación de la deuda externa de los países pobres, a la campaña del 0'7%, a la lucha contra el hambre; o, por el contrario, a la defensa de la familia, del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural y del derecho de los padres a la educación de sus hijos?
Para Madre Teresa jamás existieron esas dicotomías. El bien moral es "uno", y no puede reducirse o fraccionarse. Baste recordar lo sucedido cuando en 1979 la Real
Academia Sueca la distinguió con el Premio Nobel de la Paz. Al solicitarle su consejo para promover la paz en el mundo, ella, pequeña y combativa, respondió: "Id a casa y amad a vuestras familias". La Madre Teresa fue siempre una "apisonadora" de congruencia moral. Para ella no hubo jamás fronteras divisorias entre los distintos campos de la ética.
Otra gran aportación "ad intra" de Madre Teresa, ha sido la integración de la mística cristiana y de la obra social de la Iglesia. Frente a la tentación de una espiritualidad desencarnada, o de una obra social totalmente "horizontalista" y secularizada, ella partía de la profunda experiencia mística, que tuvo en el año 1946, en la que había recibido estas palabras de Cristo: "Mi pequeña, ven, llévame a los agujeros donde viven los pobres. Ven, sé mi luz. No puedo ir solo. Llévame contigo en medio de ellos...". Esa firme convicción sería el fundamento del que fue el lema de su trabajo: "Lo hacemos por Jesús".
En resumen, no son sólo los pobres del mundo quienes agradecen a Madre Teresa su legado, sino que todos en el seno de la Iglesia Católica habremos de estarle eternamente agradecidos por su gran aportación, sin ser ella consciente de ello, en pro de la sanación de tantas heridas y malformaciones que ponen en peligro la unidad de la Iglesia y de la integridad de su mensaje.

“Cristianos y Musulmanes, juntos para vencer la violencia interconfesional”



Mensaje vaticano a los musulmanes al final del Ramadán




Queridos amigos musulmanes:
1. Id al-Fitr, que concluye el Ramadán, constituye, una vez más, una ocasión propicia para transmitiros los deseos amistosos de serenidad y de alegría del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
A lo largo de este mes, estáis comprometidos en rezar, ayunar, ayudar a los más necesitados y fortalecer las relaciones de parentesco y amistad. ¡Dios no dejará de recompensar estos esfuerzos!
2. Me alegro también de saber que creyentes de otras religiones, sobre todo cristianos, están espiritualmente cercanos a vosotros en estos días, como muestran los encuentros amistosos que a menudo dan lugar también a intercambios de carácter religioso. Me complace también pensar que este Mensaje podrá ser una contribución positiva a vuestras reflexiones.
3. El tema propuesto este año por el Consejo Pontificio, Cristianos y Musulmanes: juntos para vencer la violencia interconfesional, está, por desgracia, de actualidad, al menos en algunas regiones del mundo. El Comité Mixto para el Diálogo del Consejo Pontificio y del Comité Permanente de al-Azhar para el Diálogo entre las Religiones Monoteístas lo había escogido también como tema de estudio, reflexión e intercambio con motivo de su última reunión anual (El Cairo, 23-24 de febrero de 2010). Permitidme compartir con vosotros algunas de las conclusiones publicadas al final de ese encuentro.
4. Entre las causas de la violencia entre creyentes se encuentra la manipulación de la religión con fines políticos u otros; la discriminación basada en la etnia o en la identidad religiosa; las divisiones y las tensiones sociales. La ignorancia, la pobreza, el subdesarrollo, la injusticia son todavía fuentes directas o indirectas de violencia entre las comunidades religiosas, pero también en el interior de las mismas. ¡Que las autoridades civiles y religiosas puedan aportar su contribución para remediar tantas situaciones para el bien común de toda la sociedad! ¡Que las autoridades civiles puedan hacer valer la superioridad del derecho garantizando una verdadera justicia para arrestar a los autores y a los promotores de la violencia!
5. Importantes recomendaciones figuran también en este texto: abrir nuestros corazones al perdón mutuo y a la reconciliación, para una coexistencia pacífica y fructífera; reconocer lo que tenemos en común y respetar las diferencias, como base de una cultura de diálogo; reconocer y respetar la dignidad y los derechos de cada ser humano, sin ninguna distinción basada en la etnia o la afiliación religiosa; necesidad de promulgar leyes justas que garanticen la igualdad fundamental entre todos; importancia de la educación al respeto, al diálogo y a la fraternidad en los diversos ámbitos educativos: en casa, en la escuela, en las iglesias y las mezquitas. Así podremos contrarrestar la violencia confesional y promover la paz y la armonía entre las diversas comunidades religiosas. La enseñanza de los líderes religiosos, pero también los manuales escolares que tienen la preocupación de presentar las religiones de una manera objetiva, revisten, como la enseñanza en general, una importancia decisiva en la educación y la formación de las jóvenes generaciones.
6. ¡Espero que estas consideraciones, así como las reacciones que susciten entre vosotros y con vuestros amigos cristianos, puedan contribuir a la continuación de un diálogo cada vez más respetuoso y sereno, sobre el que invoco las bendiciones de Dios!

8/27/10

“Todos saben que es santa”


Entrevista a la hermana Mary Prema en el centenario del nacimiento de la beata Madre Teresa

“Todos hablan de una aceleración en el camino hacia la canonización” de Madre Teresa con motivo del centenario de su nacimiento, pero ésta no es la prioridad para la hermana Mary Prema, superiora general de la congregación fundada por la beata, las misioneras de la Caridad.
“Yo no creo que esto sea tan importante -declara, en una entrevista publicada por la agencia Fides-. Todos saben que es santa”.
Según la religiosa, ni los hindúes ni los cristianos, en Calcuta y en la mayor parte en los que están presentes las Misioneras de la Caridad, ponen en duda la santidad de Madre Teresa.
“Todos esperan un milagro -explica, en referencia al milagro que la Iglesia debe aprobar todavía para canonizarla-, pero la misma Madre Teresa era el milagro para el mundo y para la humanidad”.
Escucha de Jesús
La religiosa, de origen alemán, explica que las enseñanzas de Madre Teresa a las Misioneras de la Caridad se resumen en ponerse a la escucha de Jesús y confiarse a la Providencia.
La fundadora “nunca nos dio indicaciones sobre los programas futuros”, revela la Madre Prema, pero “su continua exhortación” era que nos empeñáramos “siempre en ser cada vez más santas”.
Actualmente, la superiora general comparte con otras tres religiosas la dirección de la orden. En esa tarea “he tenido que aprender mucho de nuestra fundadora”, confiesa.
En este sentido, explica que Madre Teresa realizaba en dos fases el proceso de toma de decisiones: “la primera era la de deliberar y conocer todas las posibilidades y las consecuencias (decision making); luego tocaba decidir (decision taking)”.
“Madre Teresa se hacía aconsejar muy cuidadosamente, seguidamente se retiraba y luego tomaba la decisión”, añade.
“Las misioneras de la caridad parecen una gran organización, pero nosotros no hacemos programas para los próximos 10 años -destaca-. Buscamos seguir abiertas a lo que Dios nos pida”.
“Sólo Jesús nos dirá cuál es el próximo paso -continúa-. Por ello, siguiendo el espíritu de la Madre, no soy yo quien ejerce el control: es Dios quien toma las decisiones”.
Sacar provecho del sufrimiento
En la entrevista, la religiosa habla sobre el tema del sufrimiento, bien conocido por una orden dedicada a los enfermos y los más pobres.
“El sufrimiento no puede ser un castigo; sin embargo, Dios lo permite -indica-. Nosotros podemos sacar provecho del sufrimiento para acercarnos a Él y pedirle la gracia de soportar y saber vivir ese sufrimiento”.
“El sufrimiento no pocas veces es consecuencia de nuestras decisiones, pero es también una consecuencia de la naturaleza caída y frágil del ser humano”, constata.
Puede estar provocado también por cosas que están fuera de nuestro alcance, añade, destacando como ejemplos el terremoto de Haití y las inundaciones de Pakistán.
Y concluye: “Dios permite el sufrimiento porque éste tiene la capacidad de convertirnos en hombres y mujeres mejores y más profundos”.
“Así nos volvemos capaces de entender que este mundo y esta vida no son la meta suprema, sino que existe algo más: la vida del alma que –cuando acepta verdaderamente el sufrimiento– es purificada”.
Sobre la manera de enfrentar el sufrimiento, la religiosa recuerda la distinción que Madre Teresa hacía del sufrimiento físico y el espiritual.
“Al sufrimiento del alma podemos reaccionar sobre todo con nuestra oración -indica-. Es importante que la gracia divina toque a las personas que viven en el sufrimiento”.
Y añade: “Y es también importante para nosotras rezar por ello: cada día nos detenemos en una hora de oración frente a la Eucaristía”.
“Para nuestro trabajo esto es fundamental: en efecto, no se trata de un compromiso social, sino de un verdadero compromiso misionero”, explica.
La vocación de Madre Teresa
La hermana Mary Prema se detiene en la manera de ser y el pensamiento de Madre Teresa. “Mantenía siempre un oído abierto a los problemas del mundo”, recuerda, y “era muy generosa con Dios y con quien sufría”.
“La Madre Teresa deseaba que todos conociesen y amasen a Jesús -explica-. Estaba convencida de que cada alma desea la salvación de Jesús, independientemente de que fuese consciente o no”.
“La obra de la conversión, sin embargo, es siempre una obra de Dios, observa, y afirma que “la Madre Teresa entendió su propia vida como la tarea de amar a Jesús y transmitir ese amor a todas las personas en torno a ella”.
“Madre Teresa pensaba que Dios la había llamado a cumplir un servicio auténtico y desinteresado al hombre, y a tener una atención absoluta frente a la persona que sufre”.
“Estaba siempre presente al 100% y con el corazón abierto frente a cualquier persona que se cruzase en su camino”.
“No estuvo jamás interesada en las cosas grandes, no se ocupaba de hacer publicidad o cosas semejantes -resume-. En el primer plano estaba siempre el encuentro directo con la persona individual”.
La religiosa fue testigo de cómo Madre Teresa, “a través de su vida, su trabajo, su fuerza atractiva, acercaba a las personas a Dios”.
“Ella no predicaba pero con su vida daba testimonio -asegura-. Aún hoy en día muchos me cuentan de su primer encuentro con Madre Teresa”.
“Tal vez habían estado con ella no más de cinco minutos en la terraza de nuestra casa madre -explica-. Pero ese único momento cambió sus vidas para siempre”.

8/26/10

Los santos,
buenos compañeros de camino


El Papa ayer en la audiencia general


Queridos hermanos y hermanas:
En la vida de cada uno de nosotros hay personas muy queridas, a las que nos sentimos particularmente cercanas, algunas están ya en los brazos de Dios, otras comparten aún con nosotros el camino de la vida: son nuestros padres, los familiares, los educadores; son personas a las que hemos hecho el bien o de las que hemos recibido el bien; son personas con las que sabemos que podemos contar. Es importante, sin embargo, tener también “compañeros de viaje” en el camino de nuestra vida cristiana: pienso en el director espiritual, en el confesor, en las personas con las que se puede compartir la experiencia de fe, pero pienso también en la Virgen María y en los santos. Cada uno debería tener algún santo que le fuese familiar, para sentirle cercano con la oración y la intercesión, pero también para imitarlo. Quisiera invitaros, por tanto, a conocer más a los santos, empezando por aquel cuyo nombre lleváis, leyendo su vida, sus escritos. Estad seguros de que se convertirán en buenos guías para amar cada vez más al Señor y ayudas válidas para vuestro crecimiento humano y cristiano.
Como sabéis, yo también estoy unido de modo especial a algunas figuras de Santos: entre estas, además de san José y san Benito, de quienes llevo el nombre, y de otros, está san Agustín, a quien tuve el gran don de conocer, por así decirlo, de cerca a través del estudio y la oración, y que se ha convertido en un buen “compañero de viaje” en mi vida y en mi ministerio. Quisiera subrayar una vez más un aspecto importante de su experiencia humana y cristiana, actual también en nuestra época, en la que parece que el relativismo sea, paradójicamente, la “verdad” que debe guiar el pensamiento, las decisiones, los comportamientos.
San Agustín fue un hombre que nunca vivió con superficialidad; la sed, la búsqueda inquieta y constante de la Verdad es una de las características de fondo de su existencia; pero no la de las “pseudo-verdades” incapaces de dar paz duradera al corazón, sino de esa Verdad que da sentido a la existencia y es la “morada” en la que el corazón encuentra serenidad y alegría. El suyo, lo sabemos, no fue un camino fácil: creyó encontrar la Verdad en el prestigio, en la carrera, en la posesión de las cosas, en las voces que le prometían la felicidad inmediata; cometió errores, atravesó tristezas, afrontó fracasos, pero nunca se detuvo, nunca se contentó con lo que le daba solamente buscaba un indicio de luz; supo mirar en lo íntimo de sí mismo y se dio cuenta, como escribe en sus Confesiones, de que esa Verdad, ese Dios que buscaba con sus fuerzas era más íntimo a él que el mismo, había estado siempre a su lado, nunca le había abandonado, estaba a la espera de poder entrar de forma definitiva en su vida (cfr III, 6, 11; X, 27, 38). Como decía comentando el reciente film sobre su vida, san Agustín comprendió, en su inquieta búsqueda, que no era él quien había encontrado la Verdad, sino que la propia Verdad, que es Dios, le persiguió y le encontró (cfr L’Osservatore Romano, jueves 4 de septiembre de 2009, p. 8). Romano Guardini, comentando un pasaje del capítulo tercero de las Confesiones, afirma: san Agustín comprendió que Dios es “gloria que nos pone de rodillas, bebida que extingue la sed, tesoro que hace felices, […él tuvo] la pacificadora certeza de quien finalmente ha comprendido, pero también la bienaventuranza del amor que sabe: esto es todo y me basta” (Pensatori religiosi, Brescia 2001, p. 177).
Siempre en las Confesiones, en el Libro noveno, nuestro santo recoge un coloquio con su madre, santa Mónica – cuya memoria se celebra el próximo viernes, pasado mañana. Es una escena muy hermosa: él y su madre están en Ostia, en un albergue, y desde la ventaba ven el cielo y el mar, y trascienden cielo y mar, y por un momento tocan el corazón de Dios en el silencio de las criaturas. Y aquí aparece una idea fundamental en el camino hacia la Verdad: las criaturas deben callar para que se produzca el silencio en el que Dios puede hablar. Esto es verdad también en nuestro tiempo: a veces se tiene una especie de miedo al silencio, del recogimiento, de pensar en los propios actos, en el sentido profundo de la propia vida, a menudo se prefiere vivir solo el momento fugaz, esperando que traiga felicidad duradera; se prefiere vivir, porque parece más fácil, con superficialidad, sin pensar; se tiene miedo de buscar la Verdad, o quizás se tiene miedo de que la Verdad nos encuentre, nos aferre y nos cambie la vida, como le sucedió a san Agustín.
Queridos hermanos y hermanas, quisiera decir a todos, también a quien está en un momento de dificultad en su camino de fe, a quien participa poco en la vida de la Iglesia o a quien vive “como si Dios no existiese”, que no tengan miedo de la Verdad, que no interrumpan nunca el camino hacia ella, que no cesen nunca de buscar la verdad profunda sobre sí mismos y sobre las cosas con los ojos internos del corazón. Dios no dejará de dar Luz para hacer ver y Calor para hacer sentir al corazón que nos ama y que desea ser amado.
Que la intercesión de la Virgen María, de san Agustín y de santa Mónica nos acompañe en este camino.

8/25/10

Presentadas las “Opera Omnia” de Ratzinger sobre la liturgia cristiana


El segundo libro del Papa sobre Jesús, a la venta el 13 de marzo


El próximo volumen de Benedicto XVI sobre la vida de Jesús saldrá a la venta, en varios idiomas, el primer domingo de Cuaresma, 13 de marzo. Así lo anticipó ayer a Radio Vaticano Giuseppe Costa, director de la Libreria Editrice Vaticana.
Este esperado segundo volumen, que se centra en la pasión y muerte de Jesús, se encuentra actualmente en proceso de traducción a los distintos idiomas, y será entregado a los editores el próximo 15 de enero, para preparar las respectivas ediciones nacionales.
Según explicó Costa a Radio Vaticano, por el momento se ha llegado a un acuerdo con 18 casas editoriales, aunque “no se descarta que haya más peticiones” en los próximos meses.
Por el momento, y según confirmó el portavoz vaticano Federico Lombardi el pasado 23 de julio, el Papa Benedicto XVI está actualmente escribiendo el tercer volumen sobre la vida de Jesús, que dedica a la infancia de Cristo.
El responsable de los derechos de autor de los textos vaticanos se encontraba estos días en la ciudad italiana de Rímini, en el norte de Italia, para la presentación del primer volumen de la Opera Omnia de Joseph Ratzinger.
La presentación tuvo lugar durante la celebración del festival anual conocido como Meeting de Rímini, que organiza el movimiento católico Comunión y Liberación, y que cada año reúne a miles de personas.
Esta Opera Omnia consta de 16 volúmenes que recogen todos los escritos e intervenciones de Joseph Ratzinger, antes de ser elegido Papa, sobre la importancia de la liturgia en la vida cristiana.
La obra recoge, explicó Costa, “no sus enseñanzas como Pontífice, sino sus escritos, sus enseñanzas, sus entrevistas como cardenal. Esta Opera Omnia termina cuando fue elegido Papa”.
Sobre el contenido de esta Opera, el obispo de Ratisbona, monseñor Gerhard Müller, encargado de la edición alemana, explicó a la emisora vaticana la importancia que la liturgia tiene en el pensamiento de Joseph Ratzinger.
"La liturgia es la participación sacramental en la vida de Dios. Por esto, no es solo un 'teatro', una autoexpresión del corazón o de la idea de la subjetividad, sino que es la expresión objetiva, real, concreta del contacto con el mismo Dios, que quiere convivir con nosotros, sus criaturas”, afirmó el prelado.

8/24/10

Un otoño ocupado para el Papa



Edward Pentin


Varios acontecimientos históricos y notables esperan al Santo Padre y a los funcionarios del Vaticano después de las vacaciones de verano, conforme la Ciudad Eterna va volviendo a la vida.
Benedicto XVI se hospedará en su residencia veraniega de Castel Gandolfo, al menos hasta finales del mes que viene, pero antes de regresar a Roma, tiene tres compromisos importantes que cumplir.
El más significativo será su tan esperada visita a Gran Bretaña del 16 al 19 de septiembre, durante la cual viajará a Escocia e Inglaterra y beatificará al cardenal John Henry Newman. Además de una visita de Estado, el viaje apostólico también será de carácter pastoral y tendrá como objetivo animar a la Iglesia local y llegar a una sociedad antes cristiana, pero ahora cada vez más secularizada.
Pero antes de eso, el 5 de septiembre, Benedicto XVI pasará una mañana en Carpineto Romano, el lugar de nacimiento de Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci, quien se convirtió en el papa León XIII. El Papa viajará en helicóptero a la ciudad, a 30 millas de Roma, para conmemorar el bicentenario del nacimiento del papa León y celebrar una misa en la plaza del pueblo.
León XIII, que murió el 20 de julio de 1903, a los 93 años, ha sido el papa más anciano de todos y es quizás mejor conocido por haber escrito la primera gran encíclica social de la Iglesia, la Rerum Novarum. También trató de llegar al mundo científico, fundó centros de estudio teológico y bíblico, y abrió los archivos del Vaticano a los investigadores católicos y no católicos. También fue el primer pontífice en promover el diálogo ecuménico.
Una semana antes de visitar Carpineto Romano, Benedicto XVI continuará su tradición de la celebración de su anual Schülerkreis en Castel Gandolfo. El encuentro con antiguos alumnos del Papa, que se remonta a cuando era profesor de teología en Ratisbona (Alemania), se llevará a cabo del 27 al 29 de agosto, y este año se centrará en la hermenéutica del Concilio Vaticano II.
Se trata de un elemento clave en el discurso que dirigió Benedicto XVI a la Curia Romana, en diciembre de 2005, en el que destacó que los textos del Concilio no apuntan a una "hermenéutica de la discontinuidad y ruptura", sino más bien a una "hermenéutica de la reforma, de renovación en la continuidad”. La primera interpretación, dijo, "causó confusión" mientras que la segunda "silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y está dando sus frutos".
El 28 de agosto se celebrará una discusión teológica durante todo el día sobre el tema, y este año monseñor Kurt Koch, recién elegido presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, va a tomar parte en ella, aunque no es un antiguo estudiante de Ratisbona. Entre los antiguos alumnos que asisten están el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, y monseñor Hans-Jochen Jaschke, obispo auxiliar de Hamburgo (Alemania). Un grupo especialmente interesado en los debates será la Sociedad de San Pío X, que se escindió de la Iglesia después del Concilio Vaticano II y que se encuentra actualmente en conversaciones con el Vaticano sobre la posible reconciliación con Roma (la Sociedad lamenta que ninguno de los involucrados en esas negociaciones tomará parte en la Schülerkreis de este año).
Monseñor Koch toma las riendas como presidente del Pontificio Consejo en septiembre, uniéndose a recién llegados a la Curia Romana, como el cardenal Marc Ouellet, el nuevo prefecto de la Congregación para los Obispos. El arzobispo Rino Fisichella, ex rector de la Pontificia Universidad Lateranense, también comenzará a trabajar en el nuevo Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, instituido por Benedicto XVI.
Juventud y familias en Palermo
El primer compromiso importante del Santo Padre después de regresar a Roma será 3 de octubre, cuando visite la capital siciliana de Palermo. Celebrará una misa al aire libre y dirigirá un discurso a las familias y los jóvenes – dos áreas de gran preocupación para la Conferencia Episcopal de Sicilia. En una reciente conferencia de prensa, monseñor Paolo Romeo, arzobispo de Palermo dijo: "Queremos presentar al Santo Padre y al mundo entero la verdadera cara de Sicilia, que no es precisamente la de la cuestión urgente de la basura, la Mafia y los problemas sociales, sino la de una historia que han marcado nuestros santos”. Juan Pablo II visitó la isla italiana en 1982 y 1995.
Una semana después, Benedicto XVI inaugurará el Sínodo especial de Obispos sobre el Oriente Medio, que tendrá lugar del 10 al 24 de octubre. La reunión se centrará en "la comunión y el testimonio" en esta región conflictiva donde los cristianos son cada vez menores en número. Cuando estuvo en Chipre en junio para presentar el documento de trabajo sobre esta reunión de tres semanas, Benedicto XVI dijo a los participantes que sería una ocasión "para poner de relieve el importante valor de la presencia y del testimonio cristiano en las tierras bíblicas, no sólo para la comunidad cristiana de todo el mundo, sino también para sus vecinos y conciudadanos”.
El sínodo reunirá a expertos en Oriente Medio de todo el mundo, incluyendo los cardenales Nasrallah Sfeir, patriarca maronita del Líbano, Emmanuel Delly, patriarca caldeo de Bagdad, y Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. Aunque Juan Pablo II celebró un sínodo sobre el Líbano en 1995, esta será la primera vez que la Iglesia dedica una reunión para toda la región.
Luego, el mes siguiente, el Santo Padre se embarcará en su quinta visita fuera de Italia de este año: un viaje de dos días a España. El 6 de noviembre volará a Santiago de Compostela, destino de peregrinación durante la Edad Media, que hoy es cada vez más popular entre los creyentes y no creyentes. La tradición sostiene que los restos del apóstol Santiago el Mayor se encuentran enterrados allí, y el viaje del Papa coincide con el Año Santo Compostelano, que se celebra cada vez que la fiesta del Apóstol Santiago, 25 de julio, cae en domingo.
Al día siguiente, el Papa visitará también Barcelona, donde consagrará y proclamará como basílica una famosa iglesia de la ciudad, la Sagrada Familia, obra maestra inacabada del devoto arquitecto catalán Antoni Gaudí. El Santo Padre también cenará con los obispos y visitará una fundación para personas con discapacidad, antes de regresar a Roma por la noche.
El Gobierno de España es uno de los más secularistas de Europa, y desde que llegó al poder en 2004 ha aprobado una serie de leyes en oposición directa a la enseñanza católica. Como para demostrar su preocupación, esta será la segunda visita de Benedicto XVI a España: La primera vez que visitó el país fue en 2006 para el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, y regresará a España de nuevo el próximo mes de agosto para asistir a la JMJ en Madrid.
Estos son sólo los hechos más significativos para el Papa y el Vaticano que tendrán lugar este otoño, pero sin duda otros también encontrarán su sitio en el calendario del Papa y del Vaticano. Una de estas actividades podría ser el tercer consistorio de Benedicto XVI, aunque la mayoría de los observadores del Vaticano predicen que es más probable que tenga lugar el próximo año.
En la actualidad hay 107 cardenales menores de 80 con derecho a votar en el próximo cónclave, 13 por debajo del límite de 120 establecido por Pablo VI. Pero a principios de 2011, habrá por lo menos 19 vacantes más entre lo cardenales electores. A pesar de que han pasado ya casi tres años desde el último consistorio, el plazo está bien dentro de las normas (Juan Pablo II convocó un consistorio con un promedio de cada tres años).
Entre los candidatos para recibir un capelo rojo están monseñor Raymond Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, monseñor Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, monseñor Malcolm Ranjith, arzobispo de Colombo (Sri Lanka), y monseñor Reinhard Marx, arzobispo de Munich (Alemania).
Tanto si tiene lugar el consistorio como si no, el Santo Padre y el Vaticano tienen por delante unos meses de otoño ocupados pero interesantes.

8/23/10

El futuro del Año sacerdotal


Javier Echevarría, Prelado del Opus
 
El Año sacerdotal concluyó el pasado 16 de junio. Nos separa un lapso tan breve, que cabe afirmar su actualidad. Por esto, más que proceder a una valoración, miremos las reacciones personales ante lo que la Iglesia ha promovido. ¿Qué ha ocurrido en este Año sacerdotal? "¿Qué impacto ha producido en nosotros, sacerdotes, convocados por el Romano Pontífice a recorrerlo ayudados por la figura de ese ejemplar hermano, san Juan María Vianney?
Estas preguntas reclaman respuestas que cada uno puede darse a sí mismo ante Dios, en la intimidad de su oración. Sin llegar a ese nivel, que trasciende los límites de un artículo, vayamos por un camino menos personalizado, no menos exigente: evocar los objetivos señalados por Benedicto XVI y, desde ahí, sacando consecuencias, orientar el pensamiento hacia el futuro.
"Este año —escribía el Papa en la carta de convocación— desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo". Citaba también unas palabras que repetía con frecuencia el Cura de Ars y que el Catecismo de la Iglesia ha acogido: "el sacerdocio es el amor del corazón de Jesús". Para comprenderse a sí mismo, el sacerdote no ha de limitarse a considerar su tarea pastoral; ha de ir mucho más allá, hasta llegar a Cristo, en cuya humanidad reverbera todo el vivir trinitario y en quien ese vivir trinitario se abre a los hombres.
Desde ahí se comprende la hondura de otras palabras de san Juan María Vianney, citadas por el Romano Pontífice: el sacerdote "no se entenderá a sí mismo sino en el cielo". Sólo en el cielo, al advertir el don infinito e inefable de la entrega de Dios al hombre, el sacerdote saboreará su propia y plena realidad. Dios no sólo ha querido comunicarse a los hombres; ha tomado nuestra misma naturaleza en Cristo Jesús; ha instituido la Iglesia y llamado a hombres determinados a quienes, con el sacramento del orden, convierte en sus ministros e instrumentos. La "audacia de Dios", que "aún conociendo nuestras debilidades, considera a los hombres capaces de actuar y de presentarse en su lugar", que confía en nosotros hasta "abandonarse en nuestras manos", esa audacia es "la grandeza que se oculta en la palabra «sacerdocio»" (Benedicto XVI, homilía en la clausura del Año sacerdotal).
Con homilías, cartas y alocuciones pontificias, celebraciones, congresos y reuniones de reflexión, jornadas de oración, se han reiterado por el orbe esas grandes verdades, convocando a todos y especialmente a los sacerdotes a una nueva, profunda y gozosa conversión. Porque no se saborea ese exceso de amor divino propio del sacerdocio, sin sentirse personalmente comprometidos a ser —como solía decir san Josemaría Escrivá de Balaguer— "sacerdotes cien por cien" (homilía Sacerdote para la eternidad, 13-4-1973).
¿Qué supone esta invitación? Responder a esta pregunta requeriría una larga exposición sobre la teología y la espiritualidad del sacerdocio, pero no resulta aventurado detenerse en tres consideraciones fundamentales:
a) reclama ser conscientes de la dignidad del sacerdocio, del valor y la riqueza que implica esa condición, para que esa realidad impregne la totalidad de la conducta; dote de autenticidad los momentos de la existencia, con la certeza de que, a pesar de nuestra pequeñez, Cristo quiere utilizarnos para comunicar al género humano los frutos de su obra redentora;
b) pide al presbítero identificarse con Cristo, alimentar sus "mismos sentimientos" (cfr. Flp 2, 5), morir a sí mismo para que Él habite en nosotros (cfr. Gal 2, 20): sentirse urgido a ser hombre de Eucaristía, vivir la Santa Misa con la fe de que en cada celebración se perpetúa el sacrificio de Cristo, muerto y resucitado, que viene al encuentro de su Iglesia y del sacerdote, para atraerlos hacía Sí y conducirlos con el Espíritu hasta la intimidad filial con Dios Padre;
c) entraña el afán de servir, cum gaudio en Cristo y por Cristo, a la propia grey, a la Iglesia y a la humanidad, de modo que en su ser, como en el de Jesús, no se dé cabida al egoísmo o a la indiferencia ante las necesidades de los demás. Implica dedicarse con empeño, aunque cueste, a cuanto contribuye al bien de las almas, con una efectiva caridad, en la predicación de la Palabra de Dios y en el sacramento de la reconciliación donde, en nombre y con la autoridad de Cristo, el sacerdote otorga el don divino del perdón.
El Año sacerdotal nos ha situado, en el tiempo y desde el tiempo, ante lo eterno, ante un amor de Dios que no pasa, que no cesa, sino que es siempre joven y activo; con la realidad —feliz, sorprendente, y hondamente verdadera— de que ese amor, visible en Cristo Jesús, trasciende a través de la Iglesia, de cada cristiano y de cada sacerdote. El Año sacerdotal está llamado, sin duda, a producir muchos y variados frutos en la predicación, en la catequesis, en la atención a la liturgia, en los diversos campos de la pastoral, y básicamente en la renovación interior de cada sacerdote, también con el aumento de seminaristas en las diócesis. La "audacia de Dios" de la que habló Benedicto XVI en su homilía del 11 de junio, nos convoca a todos —como señalaba el Romano Pontífice— "esperando nuestro sí".
María, Reina


El Papa ayer con motivo del Ángelus



Queridos hermanos y hermanas:

Ocho días después de la solemnidad de la Asunción al Cielo, la liturgia nos invita a venerar a la bienaventurada Virgen María con el título de "Reina". Contemplamos a la Madre de Cristo coronada por su Hijo, es decir, asociada a su realeza universal, tal y como la representan muchos mosaicos y pinturas. Esta memoria también cae este año en domingo, alcanzando una luz mayor gracias a la Palabra de Dios y la celebración de la Pascua semanal. En particular, el icono de la Virgen María Reina encuentra una confirmación significativa en el Evangelio del día, donde Jesús afirma: "Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos" (Lucas 13, 30). Se trata de una típica expresión de Cristo, referida varias veces por los Evangelios, con fórmulas parecidas, pues evidentemente refleja un tema muy sentido por su predicación profética. La Virgen es el ejemplo perfecto de esta verdad evangélica, es decir, que Dios humilla a los soberbios y poderosos de este mundo y eleva a los humildes (Cf. Lucas 1, 52).
¡La pequeña y sencilla muchacha de Nazaret se ha convertido en la Reina del mundo! Esta es una de las maravillas reveladas por el corazón de Dios. Naturalmente la realeza de María depende totalmente de la de Cristo: Él es el Señor, a quien, después de la humillación de la muerte en la cruz, el Padre ha exaltado por encima de toda criatura en los cielos, en la tierra y bajo la tierra (Cf. Filipenses 2, 9-11). Por un designio de la gracia, la Madre Inmaculada ha quedado plenamente asociada al misterio del Hijo: a su Encarnación; a su vida terrena, primero escondida en Nazaret y después manifestada en el ministerio mesiánico; a su Pasión y Muerte; y por último a la gloria de la Resurrección y Ascensión al Cielo. La Madre compartió con el Hijo no sólo los aspectos humanos de este ministerio, sino también, por obra del Espíritu Santo en ella, su intención profunda, su voluntad divina, de manera que toda su existencia, pobre y humilde, fue elevada, transformada, glorificada, pasando a través de la "puerta estrecha" que es el mismo Jesús (Cf. Lucas 13, 24). Sí, María es la primera que atravesó el "camino" abierto por Cristo para entrar en el Reino de Dios, un camino accesible para los humildes, para quienes confían en la Palabra de Dios y se comprometen para llevarla a la práctica.
En la historia de las ciudades y de los pueblos evangelizados por el mensaje cristiano, se dan innumerables testimonios de veneración pública, en algunos casos incluso institucional de la realeza de la Virgen María. Pero hoy queremos sobre todo renovar, como hijos de la Iglesia, nuestra devoción a quien Jesús nos dejó como Madre y Reina. Encomendamos a su intercesión la oración diaria por la paz, especialmente allí donde más golpea la absurda lógica de la violencia para que todos los hombres se persuadan de que en este mundo debemos ayudarnos los unos a los otros como hermanos para construir la civilización del amor Maria, Regina pacis, ora pro nobis!
“Dios tiene sed de nuestra sed de Él”

Mensaje pontificio al encuentro de Rímini


A su excelencia monseñor Francesco Labiasi, obispo de Rimini:
Excelencia revendísima:
Con alegría tengo el gusto de transmitir el cordial saludo del Santo Padre a su excelencia, a los organizadores y a todos los participantes en el "Meeting por la amistad entre los pueblos" que se celebra en Rímini.
Este año el título de vuestro importante encuentro, "Esa naturaleza que nos empuja a desear cosas grandes es el corazón", nos recuerda que en el fondo de la naturaleza de todo hombre se encuentra la irreprimible inquietud que le empuja a buscar algo que pueda satisfacer su anhelo. Todo hombre intuye que precisamente en la realización de los deseos más profundos de su corazón puede encontrar la posibilidad de realizarse, de encontrar su cumplimiento, de convertirse verdaderamente en sí mismo.
El hombre sabe que no puede responder por sí solo a sus propias necesidades. Por más que crea que es autosuficiente, experimenta que no es suficiente para él mismo. Tiene necesidad de abrirse al otro, a algo o a alguien, que pueda darle lo que le falta. Por decirlo de algún modo, debe salir de sí mismo hacia aquello que pueda colmar la amplitud de su deseo.
Como subraya el título del Meeting, no todo es la meta última del corazón del hombre, sino solamente las "cosas grandes". El hombre se ve tentado con frecuencia por las cosas pequeñas, que ofrecen una satisfacción y un placer "baratos", que satisfacen un momento, tan fáciles de alcanzar como ilusorias en último término. En la narración evangélica de las tentaciones de Jesús (Cf. Mateo 4, 1-4), el diablo insinúa que "el pan", es decir, la satisfacción material, puede llenar al hombre. Esta es una mentira peligrosa, porque contiene solamente una parte de verdad. El hombre, de hecho, vive también de pan, pero no sólo de pan. La respuesta de Jesús revela la falsedad de esta posición: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4, 4). Sólo Dios basta. Sólo Él sacia el hambre profunda del hombre. Quien ha encontrado a Dios, ha encontrado todo. Las cosas finitas pueden dar destellos de satisfacción o de alegría, pero sólo lo Infinito puede llenar el corazón del hombre: "inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te - nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti" (san Agustín, "Confesiones", I, 1). En el fondo, el hombre sólo necesita una cosa que todo lo abarca, pero antes debe aprender a reconocer, incluso a través de sus deseos y anhelos superficiales, lo que necesita verdaderamente, es decir, lo que realmente quiere, lo que es capaz de satisfacer la capacidad de su corazón.
Dios vino al mundo para despertar en nosotros la sed de las "cosas grandes". Esto se constata en el pasaje evangélico de inagotable riqueza que narra el encuentro de Jesús con la samaritana (Cf. Juan 4, 5-42) del que san Agustín nos ha dejado un comentario luminoso. La samaritana vivía la insatisfacción existencial de quien todavía no ha encontrado lo que busca: había tenido "cinco maridos" y en ese momento convivía con otro hombre. Esa mujer, como hacia habitualmente, había ido a sacar agua del pozo de Jacob y encontró a Jesús sentado, "cansado del viaje", bajo el calor del mediodía. Después de haberle pedido que le diera de beber, Jesús mismo le ofrece agua, pero no cualquier tipo de agua, sino "agua viva", capaz de aplacar la sed. Y de este modo se abría camino, "poco a poco [...] en su corazón" (san Agustín, Comentario al Evangelio de Juan, XV, 12), sacando a la luz el deseo de algo más profundo que la simple necesidad de satisfacer la sed material. San Agustín comenta: "Quien pedía agua para beber, tenía sed de la fe de esa mujer" (Ibídem XV, 11). Dios tiene sed de nuestra sed de Él. El Espíritu Santo, simbolizado por el "agua viva" de la que hablaba Jesús, es precisamente ese poder vital que aplaca la sed más profunda del hombre y le da la vida total, esa vida que él busca y espera sin conocerla. La samaritana dejó entonces en el suelo la jarra "que ya no le servía, es más, que se había convertido en un peso: ya sólo buscaba saciar la sed con ese agua" (Ibídem XV, 30).
Los discípulos de Emaús también viven ante Jesús esa misma experiencia. Una vez más el Señor hace "arder el corazón" de los dos mientras caminaban "con el rostro triste" (Cf. Lucas 24, 13-35). A pesar de que no habían reconocido a Jesús resucitado durante el camino realizado junto a Él, sentían que el corazón "les ardía en el pecho", que retomaban vida, hasta el punto de que al llegar a casa "insistieron" para que permaneciese con ellos: "Quédate con nosotros, Señor": es la expresión del deseo que palpita en el corazón de todo ser humano.
Este deseo de "cosas grandes" debe transformarse en oración. Los Padres aseguraban que rezar no es más que transformarse en deseo vehemente del Señor. En un bellísimo texto, san Agustín define la oración como expresión del deseo y afirma que Dios responde ensanchando nuestro corazón hacia Él. "Dios [...] suscitando en nosotros el deseo, ensancha nuestro espíritu: y ensanchando nuestro espíritu, hace que sea capaz de acogerlo" (Comentario a la Primera Carta de Juan, IV, 6). Por nuestra parte, tenemos que purificar nuestros deseos y esperanzas para poder acoger la dulzura de Dios. "En esto consiste nuestra vida --sigue diciendo san Agustín--: ejercitar el deseo" (Ibídem). Rezar ante Dios es un camino, una escalera: es un proceso de purificación de nuestros pensamientos, de nuestros deseos. Podemos pedirle todo a Dios. Todo lo que es bueno. La bondad y la potencia de Dios no tienen un límite entre cosas grandes y pequeñas, materiales y espirituales, terrenales y celestiales. En el dialogo con Él, poniendo nuestra vida ante sus ojos, aprendemos a desear las cosas buenas, en definitiva, a Dios mismo. Se dice que en uno de sus momentos de oración, santo Tomás de Aquino escuchó al Señor Crucificado que le decía: "Has escrito bien sobre mí, Tomás, ¿qué deseas?". "Sólo te deseo a ti", respondió el santo doctor. "Sólo te deseo a ti". Aprender a rezar es aprender a desear y, de este modo, aprender a vivir.
Cinco años después del fallecimiento de monseñor Luigi Giussani, el Sumo Pontífice se une espiritualmente a quienes adhieren al movimiento Comunión y Liberación. Como recordó durante la audiencia en la plaza de San Pedro, el 24 de marzo de 2007, "don Giussani se comprometió [...] para despertar en los jóvenes el amor a Cristo, 'Camino, Verdad y Vida', repitiendo que sólo Él es el camino hacia la realización de los deseos más profundos del corazón del hombre".
Al encomendar a los participantes en el Meeting estas reflexiones, deseando que sirvan de ayuda para conocer, encontrar y amar cada vez más al Señor y testimoniar en nuestro tiempo que las "cosas grandes" a las que anhela el corazón humano se encuentran en Dios, Su Santidad Benedicto XVI asegura su oración y con gusto le envía a su excelencia, a los responsables y organizadores, a todos los presentes su bendición apostólica.
Uno de corazón también mi deseo y aprovecho esta ocasión para confirmarle mi aprecio.

Afectísimo en el Señor, Cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado.
Jesús y los niños


Cardenal Antonio Cañizares

Se cumplen ahora cien años de la promulgación del decreto "Quam singulari", del Papa san Pío X, por el que, siguiendo fielmente las enseñanzas del concilio IV de Letrán y las de Trento, estableció la primera comunión y primera confesión de los niños a la edad del uso de razón, es decir, en torno a los siete años. Esta disposición del santo Papa suponía un cambio muy importante en la práctica pastoral y en la concepción habitual de entonces, que por diversas razones, habían retrasado a edades posteriores este acontecimiento tan trascendental para el hombre. Con este decreto, san Pío X, el gran Papa de la piedad y de la participación eucarística, con el deseo de renovación eclesial que inspiró su pontificado, enseñó a toda la Iglesia el sentido, lugar, valor y centralidad de la sagrada comunión para la vida de todos los bautizados, incluidos los niños.
Con este gesto al mismo tiempo, destacaba y recordaba a todos el amor y la predilección de Jesús por los niños, que además de hacerse niño, manifestó su amor hacia ellos con gestos y palabras hasta el punto de decir: "Si no sois como niños no entraréis en el reino de los cielos"; "Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis, porque de ellos es el reino de los cielos". Ellos son siempre amigos muy especiales del Señor. Con la misma predilección, con la misma mirada amorosa y con la misma atención y solicitud singular, mira, atiende, cuida y se preocupa la Iglesia de los niños. Por esto, ella, como madre amorosa, quiere para sus hijos pequeños, los primeros en el reino de Dios, que, con las debidas disposiciones participen pronto en lo mejor y más grande que Jesús nos ha dejado en memoria suya: su Cuerpo y su Sangre, el Pan de la vida. Por la sagrada comunión, Jesús en persona, Hijo de Dios, entra dentro de la vida de quien lo recibe y pone su morada en él. No cabe mayor amor, ni mayor regalo. Esto es un don de amor que vale más que todo el resto que pueda darse a la vida de cada hombre. Estar con el Señor; que el Señor esté en nosotros, dentro de nosotros; que nos alimente y sacie; que nos tome de la mano y nos guíe; que nos vivifique y permanezcamos fielmente en comunión y amistad con él: es sin duda lo más grande, lo más gratificante, lo más gozoso que le puede suceder a uno.
¿Cómo retrasar, pues, a los niños, este encuentro con Jesús, que son sus mejores amigos, los especialmente queridos por Dios, el Padre, objeto de especial cuidado de la Iglesia, madre santa?
La primera comunión de los niños es como el inicio de un camino junto a Jesús, en comunión con él: el inicio de una amistad destinada a durar y fortalecerse toda la vida con él; comienzo de un camino, porque con Jesús, unidos sin separarnos, procedemos bien y la vida se hace buena y dichosa; con él dentro de nosotros podemos ser sin duda personas mejores. Su presencia entre nosotros y con nosotros es luz, vida y pan en el camino. El encuentro con Jesús es la fuerza que necesitamos para vivir con alegría y esperanza. No podemos, retrasando la primera comunión, privar a los niños -al alma y al espíritu de los niños- de esta gracia, obra y presencia de Jesús, de este encuentro de amistad con él, de esta participación singular de Jesús mismo y de este alimento del cielo para poder madurar y llegar así a la plenitud.
Todos, especialmente los niños, tenemos necesidad del Pan bajado del cielo, porque también el alma debe nutrirse y no bastan nuestras conquistas, la ciencia, las cosas técnicas, por muy importantes que sean. Necesitamos a Cristo para crecer y madurar en nuestras vidas. Esto es más importante todavía en los momentos que vivimos y lo es de modo especial para los niños, frecuentemente objeto, por desgracia, de manipulación y de destrucción de su grandeza, pureza, simplicidad, "santidad", capacidad de Dios y de amor que les constituye. Los niños viven inmersos en mil dificultades, envueltos en un ambiente difícil que no les favorece ser lo que Dios quiere de ellos, muchos, víctimas de la crisis de la familia. En ese clima aún les es más necesario el encuentro, la amistad, la unión con Jesús, su presencia y su fuerza. Son, por su alma limpia y abierta, los mejor dispuestos, sin duda, para ello.
El centenario del decreto "Quam singulari" es una ocasión providencial para recordar e insistir en el tomar la primera comunión cuando los niños tengan la edad del uso de razón, que hoy, incluso, parece anticiparse. No es recomendable, por ello, la práctica que se está introduciendo cada día más de alargar la edad de la primera comunión. Al contrario, es aún más necesario el adelantarla.
Ante tantas cosas que están acaeciendo con los niños, y el ambiente tan adverso en el que crecen, no los privemos del don de Dios: puede ser, es la garantía de su desarrollo como hijos de Dios, engendrados por los sacramentos de la iniciación cristiana en el seno de la santa madre Iglesia. La gracia del don de Dios es más poderosa que nuestras obras y que nuestros planes y programas. Cuando san Pío X adelantó la edad de la primera comunión, también insistió en la necesidad de una buena formación, de una buena catequesis. Hoy debemos acompañar este mismo adelanto en la edad con una nueva y vigorosa pastoral de iniciación cristiana. Las líneas marcadas por el Catecismo de la Iglesia católica y el Directorio general para la catequesis son guía imprescindible en esta pastoral nueva o renovada de la iniciación cristiana tan fundamental para el futuro de la Iglesia, la madre que, con el auxilio de la gracia del espíritu, engendra y madura a sus hijos por los sacramentos de la iniciación, por la catequesis, y por toda la acción pastoral que acompaña. Así pues, no cerremos hoy nuestros oídos a las palabras de Jesús: "Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis". Él quiere estar en ellos y con ellos, porque "de los niños y de los que son como ellos es el reino de Dios".

8/21/10

“Esa naturaleza que nos impulsa a desear cosas grandes es el corazón”


El Meeting de Rimini se interroga sobre la tensión hacia lo trascendente


La XXXI edición del Meeting por la amistad entre los pueblos sobre el tema Esa naturaleza que nos impulsa a desear cosas grandes es el corazón se abrirá el 22 de agosto en Rimini con la misa presidida por el obispo diocesano, monseñor Francesco Lambiasi.
El encuentro anual de Comunión y Liberación prosigue la reflexión sobre el hombre y su destino, interrogándose sobre la esencia de la naturaleza humana, sobre el origen de la tensión hacia lo trascendente y sobre la insatisfacción por lo finito y lo contingente.
Superar por tanto los estrechos límites del materialismo dominante, reconocer y secundar las dinámicas del corazón en todo ámbito y condiciones de vida -desde la familia al trabajo, desde la relación con los demás a la investigación científica- y permitir la manifestación pública de ese anhelo de lo Absoluto a través de la libre práctica religiosa son algunos de los temas que animarán los más de 130 encuentros previstos en el programa hasta el sábado 28 en los grandes espacios feriales de la ciudad de Rávena.
Para aprovechar al máximo el tiempo, el programa está subdividido en “bloques” de eventos, entre los cuales se encuentran los Encuentros de las 17 horas, los principales, sin otras “mesas redondas” simultáneas.
La articulación de los contenidos prevé también el área de los Focus, que tratan temas en profundidad, para un público especializado, entre los cuales se encuentran los seminarios con fundaciones internacionales como la Tony Blair Foundation y la Fundación Adenauer.
En este último encuentro intervendrán el vicepresidente de la Cámara de los Diputados italiana Rocco Buttiglione; el presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, el cardenal Paul Josef Cordes, y el presidente de la Fundación Adenauer, Hans-Gert Pöttering.
En esa área se inserta la serie Café con..., que ofrecerá a los jóvenes la oportunidad de encontrarse con voces autorizadas de la economía y las finanzas.
La sección Textos y contextos propondrá novedades literarias sobre grandes temas del momento, muestras y vídeos, entre ellos la crónica de reportajes internacionales Historias del mundo y la dedicada al mundo deportivo titulada Historias de deporte, historias de vida.
Para concluir la agenda diaria habrá 18 espectáculos nocturnos de teatro, música y danza a partir del Calígula de Albert Camus, en el 50º aniversario de la muerte del escritor, filósofo y dramaturgo francés.
Entre las ocho exposiciones preparadas para el XXXI Meeting se encuentra la iniciativa expositiva dedicada a Esteban de Hungría, fundador del Estado y apóstol de la nación.
También la muestra de arte El esplendor de la esperanza en el Pórtico de la Gloria, de la catedral compostelana, obra excelsa del Maestro Mateo que muestra el Juicio bajo el signo de la esperanza en el amor de un Dios bueno y misericordioso, una visión que el magisterio de Benedicto XVI, en la encíclica Spe salvi, profundiza en todo su espesor teológico.
El encuentro inaugural de los Encuentros de las 17 horas contará con la presencia de la presidente de Irlanda Mary McAleese, en diálogo con el periodista irlandés John Waters sobre el tema Las fuerzas que cambian la historia son las mismas que cambian el corazón del hombre.
Sobre desafíos de la fe para el europeo de hoy -a partir de un interrogatorio de Dostoyevski- conversarán el lunes 23 el cardenal Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y el Metropolitano Filarete de Minsk y Sluzk, Exarca Patriarcal de toda la Bielorussia, que compartirán valoraciones y preocupaciones de las Iglesias católica y ortodoxa.
En el centro del espacio del martes 24 se encuentra el mismo tema del Meeting, que ilustrará el profesor de Introducción a la Teología de la Católica de Milán Stefano Alberto.
El patriarca de Venecia, el cardenal Angelo Scola, profundizará el 25 de agosto sobre cómo el hombre anhela lo trascendente, en una reflexión titulada Desear a Dios. Iglesia y postmodernidad.
Sobre la profesión pública de la fe, exigencia arraigada en la “naturaleza” del corazón, hablarán el ministro italiano Frattini, el presidente de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila, y los responsables diplomáticos de Turquía, Nigeria, Pakistán e Irak, en el “encuentro” del 26 de agosto dedicado al tema Libertad religiosa y responsabilidad política.
De la Europa de las regiones se hablará el 27 de agosto en el último encuentro de la serie, al que han sido invitados los presidentes de la Región Lombardía, Roberto Formigoni, y de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
Como en ediciones anteriores, también este año el Meeting da voz a testigos de esperanza en el signo de la apertura y de la reconciliación.
Para explicar sus experiencias y contextos, asistirán, entre otros, la viuda del brigadista Giuseppe Coletta fallecido en el atentado de 2003 en Nassiriya, Margherita Coletta, y el sacerdote de la diócesis canadiense de Victoria Alfredo Monacelli, comprometido en la atención pastoral a los nativos Ahousat, junto a un miembro de la misma comunidad autóctona.
En una intervención sobre el próximo viaje apostólico al Reino Unido, el arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin, tratará la figura del cardenal John Henri Newman, que Benedicto XVI beatificará en Coventry el próximo 19 de septiembre.
El Meeting es desde siempre también una oportunidad de diálogo y de intercambio entre líderes religiosos sobre sus respectivas creencias, sobre grandes temas del momento o sobre factores de crisis espiritual.
Este año, hablarán, sobre el tema de la fe como terreno e instrumento de encuentro, el monje budista y académico Shōdō Habukawa; el rector de la Mezquita de Burdeos, Tareq Oubrou, y el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Jean-Louis Tauran.
Además, son numerosos los eventos dedicados a lo social y a temas de acogida, integración y rechazo.
En concreto, el nexo entre pobreza y soledad constituirá el axioma de un debate en el que participarán el ministro del Welfare Maurizio Sacconi, el profesor de la Católica de Milán Luigi Campiglio y el presidente de la Fundación para el Sur Carlo Borgomeo.
Los problemas de los emigrantes, entre aceptación y rechazo, se debatirán en el encuentro con el ministro italiano del Interior, Roberto Maroni, y con dirigentes de asociaciones de acogida y de apoyo educativo.
Sobre el incremento de la ocupación como factor clave para la salida de la crisis dialogarán la presidente de Confindustria, Emma Marcegaglia; el presidente de Generali, Cesare Geronzi, y el vicepresidente de la Cámara italiana, Maurizio Lupi.
También se reflexionará sobre temas de la reforma de la Justicia, en un espacio que contará con la contribución del ministro Angelino Alfano y del profesor de Instituciones de Derecho y proceso penal en la Universidad de Camerino Luciano Violante.
El sábado 27 por la tarde, el encuentro conclusivo del Meeting recordará al fundador de Comunión y Liberación, Luigi Giussani, con la presentación de su libro L’io rinasce in un incontro [El yo renace en un encuentro, n.d.t.] confiada al intelectual francés Fabrice Hadjadj