10/31/10

Dios tiene debilidad por quienes son considerados perdidos

El Papa, hoy con motivo del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas:

El evangelista san Lucas presta una atención particular al tema de la misericordia de Jesús. En su narración, encontramos algunos episodios que destacan el amor misericordioso de Dios y de Cristo, quien afirma que no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores (Cf. Lucas 5,32). Entre las narraciones de Lucas, se encuentra la de la conversión de Zaqueo, que presenta la liturgia de este domingo. Zaqueo es un "publicano", es más, el jefe de los publicanos de Jericó, importante ciudad en el río Jordán. Los publicanos eran los recaudadores de los impuestos que los judíos debían pagar al emperador romano, y por este motivo eran considerados pecadores públicos. Además, aprovechaban con frecuencia su posición para hacer chantaje y sacar dinero a la gente. Por este motivo, Zaqueo era muy rico, pero despreciado por sus conciudadanos. Por tato, cuando Jesús, al atravesar Jericó, se detuvo precisamente en casa de Zaqueo, suscitó un escándalo general. El Señor, sin embargo, sabía muy bien lo que hacía. Por así decir quiso arriesgar y ganó la apuesta: Zaqueo, profundamente impresionado por la visita de Jesús, decide cambiar de vida, y promete restituir el cuádruple de lo que ha robado. "Hoy ha llegado la salvación a esta casa", dice Jesús y concluye: "el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
Dios no excluye a nadie, ni a pobres y ni a ricos. Dios no se deja condicionar por nuestros prejuicios humanos, sino que ve en cada uno un alma que hay que salvar, y le atraen especialmente aquellas almas que son consideradas perdidas y que así lo creen ellas mismas. Jesucristo, encarnación de Dios, ha demostrado esta inmensa misericordia, que no le quita nada a la gravedad del pecado, sino que busca siempre salvar al pecador, ofrecerle la posibilidad de rescate, de volver a comenzar, de convertirse. En otro pasaje del Evangelio, Jesús afirma que es muy difícil para un rico entrar en el Reino de los cielos (Cf. Mateo 19, 23). En el caso de Zaqueo, vemos precisamente que lo que parece imposible se realiza: "Él entregó su riqueza e inmediatamente quedó sustituida por la riqueza del Reino de los cielos", comenta san Jerónimo (Homilía sobre el Salmo 83, 3). Y san Máximo de Turín añade: "Las riquezas son un alimento para los necios para la deshonestidad; sin embargo, para los sabios son una ayuda para la virtud; a éstos se les ofrece una oportunidad para la salvación, en el caso de los otros provoca un traspiés que les arruina" (Sermones, 95).
Queridos amigos, ¡Zaqueo acogió Jesús y convirtió, pues Jesús había sido el primero en acogerle! No le había condenado, sino que le había respondido a su deseo de salvación. Pidamos a la Virgen María, modelo perfecto de comunión con Jesús, que experimentemos la alegría de recibir la visita del Hijo de Dios, de quedar renovados por su amor, y transmitir a los demás su misericordia.

10/30/10

La muerte, ¿tragicomedia o realidad esperanzada?


Monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos


Nosotros celebramos el cumpleaños el día de nuestro nacimiento. Y, cuando se pregunta a los feudos por la fecha de nacimiento del familiar difunto, remiten también a ese día. La Iglesia, en cambio, procede de otro modo. Para ella, "el día del nacimiento" de sus hijos -el dies natalis- es el día de la muerte. Eso explica que cuando declara que alguno de ellos es santo, fija su celebración el día de su muerte, no el de su nacimiento.
Este modo de proceder no es una rareza ni un afán de singularizarse, sino que responde a la idea que ella tiene de la muerte. La Iglesia es consciente de que el hombre, como todos los seres vivos de la tierra, cambia con el paso de los años, envejece y, al final, siente en su carne la muerte corporal. Pero ella, a diferencia de quienes tienen una concepción materialista del mundo y del hombre, profesa que la muerte no es el final del hombre sino el final de su etapa terrena y de su peregrinación por este mundo. Es el final del caminar terreno pero no el final de nosotros mismos, de nuestro ser: nuestra alma es inmortal y nuestro cuerpo está llamado a la resurrección al final de los tiempos.
La concepción que la Iglesia tiene de la muerte es, pues, profundamente esperanzada. Me atrevería a decir que es incluso gozosa. Ella no ve en la muerte una tragedia que nos destruye y sepulta en el reino de la nada, sino la puerta que nos abre a una nueva vida; vida que no tendrá fin. Por eso, el máximo enigma de la vida humana, que es la muerte, queda iluminado con la certeza de una eternidad con Dios. Apoyada en esta certeza creó muchos usos y prácticas funerarias. Por ejemplo, sustituyó el término "necrópolis" -"ciudad de los muertos"- que encontró en el ámbito del imperio grecorromano, por el de "cementerio" o "dormitorio". En esa perspectiva llegó a sustituir el mismo término "muerte" por el de "sueño". Las personas no se morían sino que se dormían.
Por esa misma razón trató con gran respeto a los cadáveres. Algunas de esas muestras perduran hasta el día de hoy, como la de rociarlos con agua bendita y perfumarlos con incienso. La misma costumbre de inhumar y no quemar los cadáveres arranca de esta misma concepción antropológica. De hecho, aunque hoy permite la cremación de los cadáveres, sin embargo exige que esa elección no se haga por razones contrarias a la fe cristiana, a la cabeza de las cuales se encuentra la resurrección de los muertos.
Esta idea de la vida y de la muerte del hombre es una fuente inagotable de consuelo. Una esposa o una madre, por ejemplo, dicen a su cónyuge o a su hijo mas que "adiós", "hasta luego" o "hasta pronto", sabedores de que un día volverán a encontrarse. El ramo de flores que depositamos en la tumba de nuestros antepasados, expresa nuestro convencimiento de que ellos perviven y de que nosotros nos sentimos unidos a ellos con vínculos realísimos. Lo mismo ocurre con el diálogo que tantas veces mantenemos con ellos: no es un sentimentalismo vano, sino que responde a una realidad muy profunda.
La comunión de vida, afectos y creencias que hemos mantenido en la vida, no se destruyen sino que se subliman; por eso, rezamos por nuestros difuntos y por eso rezamos a nuestros difuntos. Esta comunión es particularmente intensa en la celebración de la Eucaristía, pues en ella nos unimos con vínculos especiales todos los que somos miembros de Cristo, con independencia de que peregrinemos todavía en este mundo o hayan llegado ya al final y se purifiquen o gocen de la visión de Dios.
La muerte no es nunca una comedia. Menos todavía, una tragicomedia. Para quienes creemos en Jesucristo una puerta de fe y esperanza que nos introduce en el encuentro definitivo con él y con todos los que hemos estado unidos aquí abajo. Sólo por esto vale la pena ser cristiano.
Benedicto XVI: peregrino y testigo
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Monseñor Jesús Sanz Montes
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Queridos hermanos y amigos: paz y bien:

Son muchos los peregrinos que se allegan a Santiago de Compostela. Los caminos diversos ven pasar año tras año, y de modo creciente, miles de personas en su mayoría jóvenes, que deciden hacer esta ruta cristiana que tiene meta: Jesucristo. Que tiene viaje de ida y que tiene viaje de vuelta también. Son innumerables los preciosos testimonios de personas que han visto transformarse sus vidas cuando las búsquedas sinceras de sus corazones se han puesto en marcha por los caminos que Dios frecuenta, y como sucediera con aquellos peregrinos fugitivos de Jerusalén hacia Emaús, también el Señor se hace encontradizo, respetuoso y eficaz, para abrir los ojos con la luz verdadera y para encender la entraña con la lumbre de Dios.
Así va nuestro querido Santo Padre como un peregrino más en este año jubilar jacobeo. Y así le esperamos en nuestra tierra una vez más que nos visita, siendo peregrinos junto a él. Santiago de Compostela significa no sólo el fin del camino de conversión que se hace andando los cristianos, sino también una parábola de nueva evangelización.
Allí resonó aquel grito de padre, cuando el Papa Juan Pablo II dijo a Europa: vuelve a tus raíces cristianas. Y ese grito que es plegaria, recordatorio, programa también, ha sido bellamente recordado por Benedicto XVI cuando en su reciente viaje apostólico al Reino Unido, ha expresado su convicción de que esta Europa que a veces atraviesa momentos de confusión, de pérdida de identidad, de complejo, sigue teniendo un alma cristiana: «quise hablar al corazón de todos los habitantes del Reino Unido, sin excluir a nadie, de la verdadera realidad del hombre, de sus necesidades más profundas y de su destino último. Al dirigirme a los ciudadanos de ese país, encrucijada de la cultura y de la economía mundial, tuve presente a todo Occidente, dialogando con las razones de esta civilización y comunicando la imperecedera novedad del Evangelio, del cual está impregnada. Este viaje apostólico ha confirmado en mí una profunda convicción: las antiguas naciones de Europa tienen un alma cristiana, que constituye una sola cosa con el «genio» y la historia de los respectivos pueblos, y la Iglesia no cesa de trabajar por mantener continuamente despierta esta tradición espiritual y cultural».
Lo decía con audacia Will Durant, que «una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro». Esta frase, que como alguien ha dicho tiene una lucidez que espanta, sirve de diagnóstico para nuestra época. No quisiéramos ser conquistados por nadie, y por el contrario queremos y podemos dialogar con todos, no en un encuentro vacío de compromiso y de traición a la propia identidad, sino desde el leal deseo de ofrecer nuestra perspectiva católica en la vida pública, como quien comparte lo que a nosotros se nos ha concedido inmerecidamente de parte de Dios, cuya herencia y patrimonio, la Iglesia custodia, defiende, celebra y anuncia con fidelidad creativa y con apasionada pasión.
Después de Compostela, el Papa continuará su viaje a Barcelona donde consagrará ese emblemático y bellísimo templo dedicado a la Sagrada Familia, según el proyecto que quedó inconcluso y que ahora se corona felizmente, del gran arquitecto y artista cristiano Antonio Gaudí. Allí el Papa nos hablará de la familia, verdadero corazón de una sociedad y de la humanidad según el diseño del Señor para sus hijos. Somos imagen y semejanza de ese Dios amor, comunión de un Padre que quiere al Hijo en el Amor. Necesitamos volver a las fuentes de nuestra fe y de nuestro ser, especialmente en momentos de rebaja y ninguneo, de ataque y disolución a la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, en comunidad de amor fiel y abiertos a la vida. Es el proyecto de Dios. Una buena noticia que también gozaremos poder volver a escuchar. Recibid mi afecto y mi bendición.
Cuando visita Dios


Monseñor Jesús Sanz Montes


El Evangelio de este domingo nos llena de una serena esperanza. Jesús no ha venido para el regalo fácil, para el aplauso falaz y la lisonja barata de los que están en el recinto seguro, sino más bien "ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Aquella sociedad judía había hecho una clasificación cerrada de los que valían y de los que no. Jesús romperá ese elenco maldito, ante el escándalo de los hipócritas, y será frecuente verle tratar con los que estaban condenados a toda marginación: enfermos, extranjeros, prostitutas y publicanos. Era la gente que por estar perdida, Él había venido precisamente a buscar. Concretamente Zaqueo, tenía en su contra que era rico y jefe de publicanos, con una profesión que le hacía odioso ante el pueblo y con una riqueza de dudosa adquisición.
Jesús como Pastor bueno que busca una oveja perdida, o una dracma extraviada, buscará también a este Zaqueo, y le llamará por su nombre para hospedarse en su casa: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa". Lucas emplea en su evangelio más veces este adverbio, hoy: cuando comienza su ministerio público ("hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír" -Lc 4,16-22-), y cuando esté con Dimas, el buen ladrón, en el calvario ("te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" Lc 23,43 ).
El odio hacia Zaqueo, el señalamiento que murmura, condena y envidia... no sirvieron para transformar a este hombre tan bajito como aprovechón. Bastó una mirada distinta en su vida, fue suficiente que alguien le llamase por su nombre con amor, y entrase en su casa sin intereses lucrativos, para que este hombre cambiase, para que volviese a empezar arreglando sus desaguisados.
La oscuridad no se aclara denunciando su tenebrosidad, sino poniendo un poco de luz. Es lo que hizo Jesús en esa casa y en esa vida. Y Zaqueo comprendió, pudo ver su error, su mentira y su injusticia, a la luz de esa Presencia diferente. La luz misericordiosa de Jesús, provocó en Zaqueo el cambio que no habían podido obtener los odios y acusaciones sobre este hombre. Fue su hoy, su tiempo de salvación.
¿Podremos hacer escuchar en nuestro mundo esa voz de Alguien que nos llama por nuestro nombre, sin usarnos ni manipularnos, sin echarnos más tierra encima, sin señalar inútilmente todas las zonas oscuras de nuestra sociedad y de nuestras vidas personales, sino sencillamente poniendo luz en ellas? Quiera el Señor visitar también hoy la casa de este mundo y de esta humanidad. Será el milagro de volver a empezar para quienes le acojamos, como Zaqueo.

10/29/10

La herencia científica del siglo XX


Discurso del Papa a la Academia Pontificia de las Ciencias


Eminencia, Excelencias, Distinguidos Señores y Señoras:

Estoy contento de saludarles a todos vosotros aquí presentes con motivo de la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, para reflexionar sobre “La herencia científica del siglo XX”. Saludo particularmente al obispo Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de la Academia. Aprovecho esta oportunidad también para recordar con afecto y gratitud al profesor Nicola Cabibbo, vuestro llorado presidente. Con todos vosotros, encomiendo su noble alma a Dios, Padre de las misericordias.
La historia de la ciencia en el siglo XX está marcada por indudables logros y avances importantes. Por desgracia, la imagen popular de la ciencia del siglo XX se caracteriza a veces de forma diversa, por dos elementos extremos. Por un lado, la ciencia es considerada por algunos como una panacea, demostrado por los notables logros del siglo pasado. De hecho, sus innumerables avances han sido tan amplios y tan rápidos que parecen confirmar el punto de vista de que la ciencia puede responder a todas las preguntas sobre la existencia del hombre, e incluso sus más altas aspiraciones. Por otro lado, están aquellos que temen a la ciencia y que se distancian de ella, debido a desarrollos preocupantes como la construcción y el terrible uso de las armas nucleares.
La ciencia, por supuesto, no se define por cualquiera de estos extremos. Su tarea fue y sigue siendo un paciente y con todo apasionada búsqueda de la verdad sobre el cosmos, la naturaleza y sobre la constitución del ser humano. En esta búsqueda, ha habido muchos éxitos y fracasos, triunfos y reveses. La evolución de la ciencia ha sido a la vez edificante, como cuando fueron descubiertos la complejidad de la naturaleza y sus fenómenos, superando nuestras expectativas; y humilde, como cuando algunas de las teorías que pensábamos que podían haber explicado los fenómenos de una vez por todas se demostraban solo parciales. Sin embargo, incluso los resultados aún provisionales constituyen una contribución real para revelar la correspondencia entre el intelecto y la realidad natural, en el que las generaciones posteriores pueden basarse para seguir construyendo.
Los progresos realizados en el conocimiento científico durante el siglo XX, en todas sus diversas disciplinas, ha dado lugar a una mayor concienciación sobre el lugar que el hombre y el planeta ocupan en el universo. En todas las ciencias, el denominador común sigue siendo la idea de la experimentación como un método organizado para la observación de la naturaleza. En el último siglo, el hombre ciertamente avanzado más – aunque no siempre en el conocimiento de sí mismo y de Dios, pero sí ciertamente en su conocimiento del macro y microcosmos – que en toda la historia de la humanidad. Nuestro encuentro aquí hoy, queridos amigos, es una prueba de la estima de la Iglesia hacia la investigación científica en curso y de su gratitud por la labor científica, que ella alienta y de la que se beneficia. En nuestros días, los científicos se dan cuenta cada vez más de la necesidad de estar abierto a la filosofía si se quiere descubrir el fundamento lógico y epistemológico de su metodología y sus conclusiones. Por su parte, la Iglesia está convencida de que la actividad científica en última instancia, se beneficia del reconocimiento de la dimensión espiritual del hombre y de su búsqueda de respuestas definitivas que permitan el reconocimiento de un mundo que existe independientemente de nosotros, que no entienden completamente y que sólo podemos comprender en la medida en que aprehendamos su lógica inherente. Los científicos no crean el mundo, sino que aprenden de él y tratar de imitarlo, a través de las leyes y la inteligibilidad que la naturaleza nos manifiesta. La experiencia del científico como ser humano es, pues, la de percibir una constante, una ley, un logos que no ha creado pero que en cambio, ha observado: de hecho, nos lleva a admitir la existencia de una razón todopoderosa, que es distinta de la del hombre, y que sostiene el mundo. Este es el punto de encuentro entre las ciencias naturales y la religión. Como resultado, la ciencia se convierte en un lugar de diálogo, un encuentro entre el hombre y la naturaleza y, potencialmente, incluso entre el hombre y su Creador.
Al mirar hacia el siglo XXI, me gustaría proponer dos ideas para una reflexión más profunda. En primer lugar, a medida que el aumento de los logros de las ciencias acrecientan nuestra maravilla frente a la complejidad de la naturaleza, se percibe cada vez más la necesidad de un enfoque interdisciplinario ligado con la reflexión filosófica. En segundo lugar, los logros científicos en este nuevo siglo deberían ser siempre guiados por el sentido de la fraternidad y la paz, ayudando a resolver los grandes problemas de la humanidad, y dirigir los esfuerzos de todos hacia el verdadero bien del hombre y el desarrollo integral de los pueblos del mundo. El resultado positivo de la ciencia del siglo XXI seguramente dependerá en gran medida de la capacidad del científico de buscar la verdad y de aplicar los descubrimientos de una manera que va de la mano con la búsqueda de lo que es justo y bueno. Con estos sentimientos, os invito a dirigir vuestra mirada hacia Cristo, la Sabiduría increada, y reconocer en su rostro, el Logos del Creador de todas las cosas. Renovandoos mis mejores deseos para vuestro trabajo, os imparto mi Bendición Apostólica.

10/28/10

“Gaudí atrae a las masas”


Lluís Martínez Sistach, cardenal de Barcelona


Es el artífice de la visita del Papa a Barcelona el próximo 7 de noviembre. El cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, confía en esta entrevista a Zenit qué es lo que ha atraído al Papa de la Sagrada Familia: “La riqueza simbólica bíblica, litúrgica y catequética que Gaudí dio a su proyecto”, así como la vida ejemplar de Antoni Gaudí, el “arquitecto de Dios”.
El cardenal y arzobispo de Barcelona desgrana qué tipo de frutos espera de este acontecimiento, e ilustra la peculiar originalidad de este nuevo templo para Barcelona, que el Papa declarará como basílica ante miles de ciudadanos dentro de diez días.
- Una visita papal siempre crea expectativas y deja huella. Usted desea que deje “muchos frutos espirituales”. ¿Espera un florecer vocacional, un nuevo impulso evangelizador, una mayor implicación de los católicos en la vida pública?
Cardenal Martínez Sistach: Pienso que sí. Normalmente las visitas del Papa a los países dan estos frutos. El Papa tiene la solicitud por toda la Iglesia universal y nos enriquecerá en esta catolicidad y con un dinamismo evangelizador y misionero.
Desearía que gracias a la presencia del Papa y a su mensaje descubriéramos más que nuestra vida es de Dios y él nos la ha confiado para realizar la vocación que nos da a cada uno.
Desearía que aumentaran las vocaciones al matrimonio cristiano, al sacerdocio, a la vida consagrada y las misioneras. El Papa reitera la vocación específica de los laicos cristianos que consiste en su implicación en la vida pública. Aquí y en general en todo el mundo necesitamos esta presencia para sembrar en las realidades del mundo los valores del Evangelio. Esperamos muchos frutos espirituales y pastorales de esta visita apostólica.
-¿Qué piensa que atraerá más a Benedicto XVI de esta consagración de la Sagrada Familia?
Cardenal Martínez Sistach: El Papa Benedicto XVI ha captado, además de la belleza del templo de la Sagrada Familia, la concepción teológica de la iglesia o templo que tenía Antoni Gaudí y que armoniza con la que tiene el Santo Padre
Este genial arquitecto se inspiró en el capítulo 47 del profeta Ezequiel y en el capítulo 22 del libro del Apocalipsis, proyectando el templo de la Sagrada Familia, como la Jerusalén celestial, la ciudad nueva y santa que baja del cielo.
Ha atraído al Papa la riqueza simbólica bíblica, litúrgica y catequética que Gaudí dio a su proyecto. Y, también, la vida cristiana ejemplar de este “arquitecto de Dios” –como él se consideraba- y que tiene la causa de canonización en curso en la Congregación Romana.
- ¿Cataluña se está volcando en los preparativos o esperaría todavía más implicación?
Cardenal Martínez Sistach: Cataluña se está volcando en los preparativos. Este templo gaudiniano está muy enraizado en los corazones barceloneses pero también de los catalanes.
Para la celebración del día 7 de noviembre vendrán de todas las diócesis catalanas y también vendrán del resto de España. Hemos divulgado más de cien mil ejemplares de siete catequesis de preparación para la visita apostólica de Benedicto XVI, tres sobre el servicio eclesial de Pedro y sus sucesores, dos sobre Antoni Gaudí y dos sobre la simbología del templo y el sentido de su dedicación a Dios.
- Gaudí atrae a masas de turismo. ¿Puede también acarrear conversiones?
Cardenal Martínez Sistach: Gaudí atrae a las masas. Cada año visitan el templo por dentro unos tres millones de personas y cuatro millones lo hacen por fuera.
¿Por qué vienen? Les atrae la armonía, la belleza, la simbología. Pienso que el templo evangeliza. Gaudí deseaba que todas sus construcciones condujeran las personas a Dios. Considero que lo ha conseguido con creces en el templo de la Sagrada Familia. Se han dado conversiones y algunas las conocemos.
La construcción del templo fue convirtiendo más y más al propio arquitecto hasta entregarse completamente a esta obra renunciando a propuestas de nuevas construcciones que le ofrecían en París y en Nueva York.
Otro ejemplo es la del escultor japonés Etsuro Soto, que trabajando en el templo recibió el don de la fe para él y su esposa. Otros ejemplos de conversión no los conocemos, pero seguro que se han dado porque la visita del templo ayuda a reflexionar sobre la creación y la salvación como obras de Dios.
Como dijo Benedicto XVI a los artistas reunidos en noviembre del año pasado en la capilla Sixtina, que la belleza es un camino hacia lo trascendente, hacia el misterio último, hacia Dios. El Papa quiso expresar y renovar la amistad de la Iglesia con el mundo del arte, una amistad consolidada ya que el cristianismo desde siempre ha comprendido el valor de las artes y ha utilizado sus multiformes lenguajes para comunicar su inmutable mensaje de salvación.
-La Sagrada Familia es un nuevo templo. Barcelona ya tenía su catedral, su templo expiatorio (Tibidabo) y otras iglesias. ¿Cuál es su peculiaridad?
Cardenal Martínez Sistach: Su peculariedad es su originalidad. Siendo proyectado en el año 1883, este templo es distinto, nuevo, no repite estilo antiguo. Pero la peculariedad principal es la riqueza simbólica que Gaudí proyectó, fruto de su conocimiento y estima de la liturgia, ya que en su mesita de noche tenía el libro L’Anné Liturgique, de Dom Prosper Guéranger, abad de Solesmes. Estánpensados todos los contenidos litúrgicos, bíblicos y catequéticos.
Este templo, que el Santo Padre declarará Basílica el día 7 de noviembre, tiene la peculiaridad de ser visitada por millones de personas de todos los continentes cada año. Los hay creyentes y no creyentes. Es como un “atrio de los gentiles” para muchísimas personas que todavía no están dentro de la Iglesia pero que la simbología y la belleza de este magnífico templo les da qué pensar.

10/27/10

Santa Brígida de Suecia,
copatrona de Europa


El Papa hoy en la Audiencia General


Queridos hermanos y hermanas:

En la ferviente vigilia del Gran Jubileo del Año 2000, el Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II proclamó a santa Brígida de Suecia copatrona de toda Europa. Esta mañana quisiera presentar su figura, su mensaje, y las razones por las que esta santa mujer tiene mucho que enseñar – aún hoy – a la Iglesia y al mundo.
Conocemos bien los acontecimientos de la vida de santa Brígida, porque sus padres espirituales redactaron su biografía para promover su proceso de canonización inmediatamente después de su muerte, que tuvo lugar en 1373. Brígida había nacido setenta años antes, en 1303, en Finster, en Suecia, una nación del Norte de Europa que desde hacía tres siglos había acogido la fe cristiana con el mismo entusiasmo con el que la Santa la había recibido de sus padres, personas muy piadosas, pertenecientes a familias nobles cercanas a la Casa reinante.
Podemos distinguir dos periodos en la vida de esta Santa.
El primero se caracterizó por su condición de mujer felizmente casada. Su marido se llamaba Ulf y era gobernador de un importante distrito del reino de Suecia. El matrimonio duró veintiocho años, hasta la muerte de Ulf. Nacieron ocho hijos, de los que la segunda, Karin (Catalina), es venerada como santa. Esto es un signo elocuente del compromiso educativo de Brígida respecto de sus propios hijos. Por lo demás, su sabiduría pedagógica era apreciada hasta tal punto que el rey de Suecia, Magnus, la llamó a la corte por un cierto tiempo, con el fin de introducir a su joven esposa, Blanca de Namur, en la cultura sueca.
Brígida, espiritualmente guiada por un docto religioso que la inició en el estudio de las Escrituras, ejerció una influencia muy positiva en su propia familia que, gracias a su presencia, se convirtió en una verdadera “iglesia doméstica”. Junto con su marido, adoptó la Regla de los Terciarios franciscanos. Practicaba con generosidad obras de caridad hacia los indigentes; fundó también un hospital. Junto a su esposa, Ulf aprendió a mejorar su carácter y a progresar en la vida cristiana. A la vuelta de una larga peregrinación a Santiago de Compostela, efectuado en 1341 junto a otros miembros de la familia, los esposos maduraron el proyecto de vivir en continencia; pero poco después, en la paz de un monasterio en el que se había retirado, Ulf concluyó su vida terrena.
Este primer periodo de la vida de Brígida nos ayuda a apreciar la que hoy podríamos definir una auténtica “espiritualidad conyugal”: juntos, los esposos cristianos pueden recorrer un camino de santidad, sostenidos por la gracia del Sacramento del Matrimonio. No pocas veces, precisamente como sucedió en la vida de santa Brígida y de Ulf, es la mujer la que con su sensibilidad religiosa, con la delicadeza y la dulzura consigue hacer recorrer al marido un camino de fe. Pienso con reconocimiento en tantas mujeres que, día a día, aún hoy iluminan a sus propias familias con su testimonio de vida cristiana. Que el Espíritu del Señor pueda suscitar también hoy la santidad de los esposos cristianos, para mostrar al mundo la belleza del matrimonio vivido según los valores del Evangelio: el amor, la ternura, la ayuda recíproca, la fecundidad en engendrar y educar hijos, la apertura y la solidaridad hacia el mundo, la participación en la vida de la Iglesia.
Cuando Brígida se quedó viuda, comenzó el segundo periodo de su vida. Renunció a otro matrimonio para profundizar en la unión con el Señor a través de la oración, la penitencia y las obras de caridad. También las viudas cristianas, por tanto, pueden encontrar en esta Santa un modelo a seguir. En efecto, Brígida, a la muerte de su marido, tras haber distribuido sus propios bienes a los pobres, aún sin acceder nunca a la consagración religiosa, se estableció en el monasterio cisterciense de Alvastra. Aquí tuvieron inicio las revelaciones divinas, que la acompañaron todo el resto de su vida. Éstas fueron dictadas por Brígida a sus secretarios-confesores, que las tradujeron del sueco al latín y las recogieron en una edición de ocho libros, titulados Revelationes (Revelaciones). A estos libros se añadió un suplemento, que lleva por título Revelationes extra vagantes (Revelaciones suplementarias).
Las Revelaciones de santa Brígida presentan un contenido y un estilo muy variados. A veces la revelación se presenta bajo forma de diálogos entre las Personas divinas, la Virgen, los santos y también los demonios; diálogos en los que también Brígida interviene. Otras veces, en cambio, se trata de la narración de una visión particular; y en otras se narra lo que la Virgen María le revela sobre la vida y los misterios del Hijo. El valor de las Revelaciones de santa Brígida, a veces objeto de alguna duda, fue precisado por el Venerable Juan Pablo II en la Carta Spes Aedificandi: “Reconociendo la santidad de Brígida – escribe mi amado Predecesor – la Iglesia, aún sin pronunciarse sobre cada una de las revelaciones, acogió la autenticidad conjunta de su experiencia interior” (n. 5).
De hecho, leyendo estas Revelaciones, se nos interpela sobre muchos temas importantes. Por ejemplo, vuelve frecuentemente la descripción, con detalles muy realistas, de la Pasión de Cristo, hacia la cual Brígida tuvo siempre una devoción privilegiada, contemplando en ella el amor infinito de Dios por los hombres. En la boca del Señor que le habla, ella pone con audacia estas conmovedoras palabras: “Oh, amigos míos, yo amo tan tiernamente a mis ovejas que, si fuese posible, quisiera morir muchas otras veces, por cada una de ellas, de la misma muerte que sufrí por la redención de todas” (Revelationes, Libro I, c. 59). También la dolorosa maternidad de María, que la hizo Mediadora y Madre de misericordia, es un argumento que se repite a menudo en las Revelaciones.
Recibiendo estos carismas, Brígida era consciente de ser destinataria de un don de gran predilección por parte del Señor: “Hija mía – leemos en el primer libro de las Revelaciones – Yo te he elegido para mí, ámame con todo tu corazón... más que todo lo que existe en el mundo” (c. 1). Por lo demás, Brígida sabía bien, y estaba firmemente convencida de ello, que todo carisma está destinado a edificar la Iglesia. Precisamente por ese motivo, no pocas de sus revelaciones estaban dirigidas, en forma de advertencias incluso severas, a los creyentes de su tiempo, incluyendo las Autoridades religiosas y políticas, para que viviesen coherentemente su vida cristiana; pero hacía esto con una actitud de respeto y de fidelidad plena al Magisterio de la Iglesia, en particular al Sucesor del Apóstol Pedro.
En 1349 Brígida dejó para siempre Suecia y se dirigió en peregrinación a Roma. No sólo quería tomar parte en el Jubileo de 1350, sino que deseaba también obtener del Papa la aprobación de la Regla de una orden religiosa que quería fundar, dedicada al Santo Salvador, y compuesta por monjes y monjas bajo la autoridad de la abadesa. Este es un elemento que no debe sorprendernos: en la Edad Media existían fundaciones monásticas con na rama masculina y una rama femenina, pero con la práctica de la misma regla monástica, que preveía la dirección de la Abadesa. De hecho, en la gran tradición cristiana, a la mujer se le reconoce una dignidad propia y – a ejemplo de María, Reina de los Apóstoles – un lugar propio en la Iglesia, que, sin coincidir con el sacerdocio ordenado, es también importante para el crecimiento espiritual de la Comunidad. Además, la colaboración de consagrados y consagradas, siempre en el respeto de su vocación específica, reviste una gran importancia en el mundo de hoy.
En Roma, en compañía de su hija Karin, Brígida se dedicó a una vida de intenso apostolado y de oración. Y desde Roma se fue en peregrinación a varios santuarios italianos, en particular a Asís, patria de san Francisco, hacia el cual Brígida sintió siempre gran devoción. Finalmente, en 1371, coronó su más grande deseo: el viaje a Tierra Santa, a donde se dirigió en compañía de sus hijos espirituales, un grupo al que Brígida llamaba “los amigos de Dios”.
Durante esos años, los pontífices se encontraban en Aviñón, lejos de Roma: Brígida se dirigió encarecidamente a ellos, para que volviesen a la sede de Pedro, en la Ciudad Eterna.
Murió en 1373, antes de que el Papa Gregorio XI volviese definitivamente a Roma. Fue sepultada provisionalmente en la iglesia romana de San Lorenzo en Panisperna, pero en 1374 sus hijos Birger y Karin la volvieron a llevar a su patria, al monasterio de Vadstena, sede de la Orden religiosa fundada por santa Brígida, que conoció en seguida una notable expansión. En 1391 el Papa Bonifacio IX la canonizó solemnemente.
La santidad de Brígida, caracterizada por la multiplicidad de los dones y de las experiencias que he querido recordar en este breve perfil biográfico-espiritual, la hace una figura eminente en la historia de Europa. Procedente de Escandinavia, santa Brígida atestigua cómo el cristianismo había permeado profundamente la vida de todos los pueblos de este Continente. Declarándola copatrona de Europa, el Papa Juan Pablo II auguró que santa Brígida – vivida en el siglo XIV, cuando la cristiandad occidental aún no había sido herida por la división – pueda interceder eficazmente ante Dios, para obtener la gracia tan esperada de la plena unidad de todos los cristianos. Por esta misma intención, que consideramos tan importante, y para que Europa sepa siempre alimentarse de sus propias raíces cristianas, queremos rezar, queridos hermanos y hermanas, invocando la poderosa intercesión de santa Brígida de Suecia, fiel discípula de Dios, copatrona de Europa.

10/26/10

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado


Presentado por la Santa Sede



Queridos hermanos y hermanas:

La Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado brinda a toda la Iglesia la oportunidad de reflexionar sobre un tema vinculado al creciente fenómeno de la emigración, de orar para que los corazones se abran a la acogida cristiana y de trabajar para que crezcan en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcción de una paz auténtica y duradera. «Como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (Jn 13, 34) es la invitación que el Señor nos dirige con fuerza y nos renueva constantemente: si el Padre nos llama a ser hijos amados en su Hijo predilecto, nos llama también a reconocernos todos como hermanos en Cristo.
De este vínculo profundo entre todos los seres humanos nace el tema que he elegido este año para nuestra reflexión: «Una sola familia humana», una sola familia de hermanos y hermanas en sociedades que son cada vez más multiétnicas e interculturales, donde también las personas de diversas religiones se ven impulsadas al diálogo, para que se pueda encontrar una convivencia serena y provechosa en el respeto de las legítimas diferencias. El Concilio Vaticano II afirma que «todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra (cf. Hch 17, 26), y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos» (Decl. Nostra aetate, 1). Así, «no vivimos unos al lado de otros por casualidad; todos estamos recorriendo un mismo camino como hombres y, por tanto, como hermanos y hermanas» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2008, 6).
El camino es el mismo, el de la vida, pero las situaciones que atravesamos en ese recorrido son distintas: muchos deben afrontar la difícil experiencia de la emigración, en sus diferentes expresiones: internas o internacionales, permanentes o estacionales, económicas o políticas, voluntarias o forzadas. En algunos casos las personas se ven forzadas a abandonar el propio país impulsadas por diversas formas de persecución, por lo que la huida aparece como necesaria. Además, el fenómeno mismo de la globalización, característico de nuestra época, no es sólo un proceso socioeconómico, sino que conlleva también «una humanidad cada vez más interrelacionada», que supera fronteras geográficas y culturales. Al respecto, la Iglesia no cesa de recordar que el sentido profundo de este proceso histórico y su criterio ético fundamental vienen dados precisamente por la unidad de la familia humana y su desarrollo en el bien (cf. Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 42). Por tanto, todos, tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia. Aquí encuentran fundamento la solidaridad y el compartir.
«En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras» (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 7). Desde esta perspectiva hay que mirar también la realidad de las migraciones. De hecho, como ya observaba el Siervo de Dios Pablo VI, «la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» es causa profunda del subdesarrollo (Enc. Populorum progressio, 66) y -podríamos añadir- incide fuertemente en el fenómeno migratorio. La fraternidad humana es la experiencia, a veces sorprendente, de una relación que une, de un vínculo profundo con el otro, diferente de mí, basado en el simple hecho de ser hombres. Asumida y vivida responsablemente, alimenta una vida de comunión y de compartir con todos, de modo especial con los emigrantes; sostiene la entrega de sí mismo a los demás, a su bien, al bien de todos, en la comunidad política local, nacional y mundial.
El Venerable Juan Pablo II, con ocasión de esta misma Jornada celebrada en 2001, subrayó que «[el bien común universal] abarca toda la familia de los pueblos, por encima de cualquier egoísmo nacionalista. En este contexto, precisamente, se debe considerar el derecho a emigrar. La Iglesia lo reconoce a todo hombre, en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Migraciones 2001, 3; cf. Juan XXIII, Enc. Mater et Magistra, 30; Pablo VI, Enc. Octogesima adveniens, 17). Al mismo tiempo, los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Los inmigrantes, además, tienen el deber de integrarse en el país de acogida, respetando sus leyes y la identidad nacional. «Se trata, pues, de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si son indigentes, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegado» (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2001, 13).
En este contexto, la presencia de la Iglesia, en cuanto pueblo de Dios que camina en la historia en medio de todos los demás pueblos, es fuente de confianza y de esperanza. De hecho, la Iglesia es «en Cristo com un sacramento o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Dogm. Lumen gentium, 1); y, gracias a la acción del Espíritu Santo en ella, «esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles» (Idem, Const. past. Gaudium et spes, 38). De un modo especial la sagrada Eucaristía constituye, en el corazón de la Iglesia, una fuente inagotable de comunión para toda la humanidad. Gracias a ella, el Pueblo de Dios abraza a «toda nación, razas, pueblos y lenguas» (Ap 7, 9) no con una especie de poder sagrado, sino con el servicio superior de la caridad. En efecto, el ejercicio de la caridad, especialmente para con los más pobres y débiles, es criterio que prueba la autenticidad de las celebraciones eucarísticas (cf. Juan Pablo II, Carta ap. Mane nobiscum Domine, 28).
A la luz del tema «Una sola familia humana» es preciso considerar específicamente la situación de los refugiados y de los demás emigrantes forzados, que son una parte relevante del fenómeno migratorio. Respecto a estas personas, que huyen de violencias y persecuciones, la comunidad internacional ha asumido compromisos precisos. El respeto de sus derechos, así como las justas preocupaciones por la seguridad y la cohesión social, favorecen una convivencia estable y armoniosa.
También en el caso de los emigrantes forzados la solidaridad se alimenta en la «reserva» de amor que nace de considerarnos una sola familia humana y, para los fieles católicos, miembros del Cuerpo Místico de Cristo: de hecho nos encontramos dependiendo los unos de los otros, todos responsables de los hermanos y hermanas en humanidad y, para quien cree, en la fe. Como ya dije en otra ocasión, «acoger a los refugiados y darles hospitalidad es para todos un gesto obligado de solidaridad humana, a fin de que no se sientan aislados a causa de la intolerancia y el desinterés» (Audiencia general del 20 de junio de 2007: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 22 de junio de 2007, p. 15). Esto significa que a quienes se ven forzados a dejar sus casas o su tierra se les debe ayudar a encontrar un lugar donde puedan vivir en paz y seguridad, donde puedan trabajar y asumir los derechos y deberes existentes en el país que los acoge, contribuyendo al bien común, sin olvidar la dimensión religiosa de la vida.
Por último, quiero dirigir una palavra especial, acompañada de la oración, a los estudiantes extranjeros e internacionales, que son también una realidad en crecimiento dentro del gran fenómeno migratorio. Se trata de una categoría también socialmente relevante en la perspectiva de su regreso, como futuros dirigentes, a sus países de origen. Constituyen «puentes» culturales y económicos entre estos países y los de acogida, lo que va precisamente en la dirección de formar «una sola familia humana». Esta convicción es la que debe sostener el compromiso en favor de los estudiantes extranjeros, estando atentos a sus problemas concretos, como las estrecheces económicas o la aflicción de sentirse solos a la hora de afrontar un ambiente social y universitario muy distinto, al igual que las dificultades de inserción. A este propósito, me complace recordar que «pertenecer a una comunidad universitaria significa estar en la encrucijada de las culturas que han formado el mundo moderno» (Juan Pablo II, A los obispos estadounidenses de las provincias eclesiásticas de Chicago, Indianápolis y Milwaukee en visita ad limina, 30 de mayo de 1998: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de junio de 2010, p. 7). En la escuela y en la universidad se forma la cultura de las nuevas generaciones: de estas instituciones depende en gran medida su capacidad de mirar a la humanidad como a una familia llamada a estar unida en la diversidad.
Queridos hermanos y hermanas, el mundo de los emigrantes es vasto y diversificado. Conoce experiencias maravillosas y prometedoras, y, lamentablemente, también muchas otras dramáticas e indignas del hombre y de sociedades que se consideran civilizadas. Para la Iglesia, esta realidad constituye un signo elocuente de nuestro tiempo, que avidencia aún más la vocación de la humanidad a formar una sola familia y, al mismo tiempo, las dificultades que, en lugar de unirla, la dividen y la laceran. No perdamos la esperanza, y oremos juntos a Dios, Padre de todos, para que nos ayude a ser, a cada uno en primera persona, hombres y mujeres capaces de relaciones fraternas; y para que, en el ámbito social, político e institucional, crezcan la comprensión y la estima recíproca entre los pueblos y las culturas. Con estos deseos, invocando la intercesión de María Santísima Stella maris, envío de corazón a todos la Bendición Apostólica, de modo especial a los emigrantes y a los refugiados, así como a cuantos trabajan en este importante ámbito.
Castel Gandolfo, 27 de septiembre de 2010
BENEDICTUS PP. XVI

10/25/10

Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo
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Importancia de la Biblia y de la propia tierra

Propositio 1
Documentos que se presentan al Sumo Pontífice

Los Padres sinodales presentan a la consideración del Sumo Pontífice los documentos sobre “La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma (Hch 4, 32)” relativos a este sínodo. Esta documentación comprende: los Lineamenta, el Instrumentum laboris, las Relaciones ante y post disceptationem, los textos de las intervenciones, tanto los pronunciados en el aula como los in scriptis, y sobre todo propuestas concretas, que los Padres han considerado de fundamental importancia.
Los propios Padres piden humildemente al Santo Padre que valore la oportunidad de ofrecer un documento sobre comunión y testimonio en la Iglesia en Oriente Medio.

Propositio 2
La Palabra de Dios

La Palabra de Dios es el alma y el fundamento de toda la pastoral; se augura que cada familia tenga una Biblia.
Los Padres sinodales animan a la lectura y la meditación cotidiana de la Palabra de Dios, especialmente la lectio divina, la creación de un sitio Internet bíblico con explicaciones y comentarios católicos al alcance de los fieles, la preparación de una guía de introducción a la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) con un método fácil de leer la Biblia.
Animan también a las eparquías / diócesis (desde ahora se usará el término “diócesis” equivalente a “eparquía” propio de la terminología oriental) y a las parroquias a promover encuentros bíblicos en lso que se medite y explique la Palabra de Dios para respondr a las preguntas de los fieles, con el objetivo de crear en ellos una familiaridad con las Escrituras, una profundización d la espiritualidad y un compromiso en el apostolado y en la misión.

Propositio 3
Pastoral bíblica

Los Padres sinodales recomiendan trabajar para poner la Sagrada Escritura, en sus dos Testamentos, en el centro de nuestra vida cristiana. Esto sucederá a través del ánimo a leerla, meditarla, interpretarla de modo cristocéntrico y celebrarla en la liturgia, según el ejemplo de la primera comunidad cristiana.
Se propone proclamar, tras una preparación adecuada, un año bíblico, seguido de una semana anual de la Biblia.

I - LA PRESENCIA CRISTIANA EN MEDIO ORIENTE
Propositio 4
Identidad de las Iglesias católicas en Oriente

En un mundo marcado por divisiones y por posturas extremas, nosotros estamos llamados a vivir como Iglesia de comunión, permaneciendo abiertos a todos, sin caer en el confesionalismo. Seremos capaces de ello si permanecemos fieles a nuestro rico patrimonio histórico, litúrgico, patrístico y espiritual, como también a las enseñanzas del Concilio Vaticano II y a las normas y estructuras del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales (CCEO) y al Código de Derecho Canónico (CIC) y a los derechos particulares de las Iglesias.
Propositio 5
Compartir la cruz

Aún denunciando como cualquier hombre la persecución y la violencia, el cristiano recuerda que ser cristiano comporta compartir la Cruz de Cristo. El discípulo no es más grande que el Maestro (cf. Mt 10, 24). El cristiano recuerda la bienaventuranza de los perseguidos a causa de la justicia que tendrán en herencia el Reino (cf. Mt 5,10).
La persecución con todo debe despertar la conciencia de los cristianos en el mundo a una más grande solidaridad. Debe suscitar al mismo tiempo el compromiso de reclamar y sostener el derecho internacional y el respeto de todas las personas y de todos los pueblos.
Será necesario atraer la atención del mundo entero sobre la situación dramática de ciertas comunidades cristianas en Oriente Medio, las cuales sufren todo tipo de dificultades, llegando a veces hasta el martirio.
Es necesario también pedir a las instancias nacionales e internacionales un esfuerzo especial para poner fin a esta situación de tensión restableciendo la justicia y la paz.
Propositio 6
La tierra
Dado que el apego a la tierra natal es un elemento esencial de la identidad de las personas y de los pueblos y que la tierra es un espacio de libertas, exhortamos a nuetsros fieles y a nuestras comunidades eclesiales a no ceder a la tentación de cender sus propiedades inmobiliarias. Para ayudar a los cristianos a conservar sus tierras o a adquirir otras nuevas, en situaciones económicas difíciles, proponemos por ejemplo la creación de proyectos que se hagan cargo de hacerlas fructificar para permitir a los propietarios quedarse dignamente en sus países. Este esfuerzo debe acompañarse de una profunda reflexión sobre el sentido de la presencia y de la vocación cristiana en Oriente Medio.
Propositio 7
Gestión de los bienes
Con el fin de asegurar la transparencia, es necesario aplicar un sistema de auditoría contable en los asuntos financieros de la Iglesia, distinguiendo con claridad lo que le pertenece y lo que es propiedad del personal eclesiástico. Al mismo tiempo es necesario preservar las propiedades y los bienes de la Iglesia y de sus instituciones.
Propositio 8
Alentar la peregrinación

Oriente fue la tierra de la Revelación bíblica. Bien pronto esta región se convirtió en meta de peregrinación tras las huellas de Abraham en Iraq, tras las huellas de Moisés en Egipto y en el Sinaí, tras las huellas de Jesús en Tierra Santa (Egipto, Israel, Palestina, Jordania, Líbano), tras las huellas de san Pablo y de las Iglesias de los Hehocs de los Apóstoles y del Apocalipsis (Siria, Chipre, Turquía).
La peregrinación a los Santos Lugares ha sido alentada por los Sumos Pontífices. Es la ocasión de una catequesis profundizada, a través de una vuelta a las fuentes. Permitir descubrir la riqueza de las Iglesias de Oriente, encontrar u animar a las comunidades cristianas locales, piedras vivas de la Iglesia.
Propositio 9
Paz

Nuestras Iglesias deben comprometerse a rezar y trabajar por la justicia y la paz en Oriente Medio, y a dedicarse a la purificación de la memoria y a la promoción del lenguaje de la paz y de la esperanza, en lugar de el del miedo y la violencia. Se apelará a las autoridades civiles responsables para que apliquen las resoluciones de las Naciones Unidas relativas a la religión, en particular a la vuelta de los refugiados, el estatuto de Jerusalén y a los lugares santos.

Propositio 10
Consolidar la presencia de los cristianos

Neuestras Iglesias deben crear una oficina o una comisión que se ocupe del estudio del fenomeno migratorio y de sus motivaciones para encontrar los medios de afrontarlo. Estas harán todo lo posible y con todos los mdios para consolidar la presencia de los cristianos en sus patrias y esto a través de proyectos de desarrollo para limitar el fenomeno migratorio.
Propositio 11
La pastoral de la emigración

La presencia de numerosos cristianos de Oriente en todos los continentes interpela a las Iglesias a adoptar una pastoral específica de la emigración:
1. Los obispos de la emigración visitarán los seminarios en Oriente Medio para presentar la situación y las necesidades de sus eparquías;
2. Formación de los seminaristas en un espíritu misionero, abriéndoles a las diferentes culturas.
3. Preparación y acompañamiento de los sacerdotes enviados en misión fuera del territorio patriarcal.
4. Promoción de una pastoral vocacional en las comunidades fuera del territorio patriarcal.
5. Envío de sacerdotes y erección de eparquías propias, allí donde las necesidades pastorales lo requieran, según las normas canónicas.
Propositio 12
Emigración y solidaridad

1. Hacer surgir y reforzar en los emigrantes el sentido de solidaridad y del compartir con los países de origen, contribuyendo a los proyectos pastorales y al desarrollo cultural, educativo, social y económico.
2. Educar a los cristianos de la emigración a conservar la fidelidad a la tradición de sus orígenes.
3. Reforzar los vínculos de comunión entre los emigrantes y la Iglesia de procedencia.
Propositio 13
Emigración – formación

Se recomienda que las Iglesias de acogida, en sus normas y prácticas sacramentales y administrativas, conozcan y respeten la teología, las tradiciones y los patrimonios orientales. Esto favorecerá la colaboración con las Iglesias orientales presentes en los países de emigración en la formación y en la pastoral de sus fieles.
Propositio 14
Inmigración

La situación de los trabajadores inmigrantes en Oriente Medio, cristianos y no cristianos, sobre todo las mujeres, nos conciernen al más alto grado. Muchos de ellos se encuentran en situaciones difíciles o lesivas de su dignidad.
Solicitamos a los sínodos patriarcales y a las conferencias episcopales, las instituciones caritativas católicas, en particular a Caritas, a los jefes políticos como también a los hombres de buena voluntad, que hagan todo lo que entre en sus competencias para que los derechos fundamentales de los inmigrantes, reconocidos por el derecho internacional, sean respetados, prescindiendo de la nacionalidad y de la religión de los inmigrantes, y para ayudarles en el plano jurídico y humanitario. Nuestras Iglesias deben velar para asegurarles la asistencia espiritual necesaria, como signo de hospitalidad cristiana y de comunión eclesial.
Propositio 15
Iglesias de acogida

Para una mejor acogida y acompañamiento de los inmigrantes en Oriente Medio, las Iglesias de procedencia están llamadas a establecer contactos regulares con las Iglesias de acogida, las cuales las ayudarán a dotarse de las estructuras necesarias: parroquias, escuelas, centros de encuentro, etc.
II. LA COMUNIÓN ECLESIAL

A. Comunión en el seno de la Iglesia católica (ad intra)
Propositio 16
Comunión en el seno de la Iglesia católica

“La santa Iglesia católica, que es el Cuerpo místico de Cristo, consta de fieles que se unen orgánicamente en el Espíritu Santo por la misma fe, por los mismos sacramentos y por el mismo gobierno. Estos fieles, reuniéndose en varias agrupaciones unidas a la jerarquía, constituyen las Iglesias particulares o ritos. Entre estas Iglesias y ritos vige una admirable comunión, de tal modo que su variedad en la Iglesia no sólo no daña a su unidad, sino que más bien la explicita” (Orientalium Ecclesiarum, 2). Para consolidar esta comunión recomendamos:
1. Crear una comisión de cooperación entre las jerarquías católicas de Oriente Medio, encargada de promover estrategias pastorales comunes, un conocimiento recíproco de las tradiciones, de los institutos interrituales, de los organismos de caridad comunes.
2. Organizar encuentros periódicos y regulares entre las jerarquías católicas de Oriente Medio.
3. Praticar una solidaridad material entre las diócesis ricas y las menos ricas.
4. Crear para los sacerdotes una asociación sacerdotal Fidei Donum para favorecer la ayuda recíproca entre eparquías e Iglesias.
Propositio 17
Nuevos movimientos eclesiales

Muchos Padres reconocen que los nuevos movimientos eclesiales de tradición occidental, cada vez más presentes en las Iglesias de Oriente Medio, son un don del Espíritu para la Igesia entera. Para que estos movimientos sean recibidos como un carisma para la edificación de la Iglesia, los miembros de estos movimientos deben vivir su propio carisma teniendo en cuenta la cultura, la historia, la liturgia y la espiritualidad de la Iglesia local.
Para alcanzar este objetivo, se pide vivamente a estos movimientos que trabajen en unión con el Obispo local y según sus directivas pastorales. Sería augurable que la jerarquía católica en cada país de Oriente Medio tuviera una postura pastoral común respecto a los movimientos en cuestión, a su inserción y a su actividad pastoral.
Propositio 18
La jurisdicción de los Patriarcas

Fuera del territorio patriarcale, para mantener la comunión de los fieles orientales con sus Iglesias patriarcales y asegurarls un servicio pastoral idóneo, es augurable que la cuestión de la extensión de la jurisdicción de los patriarcas orientales a las personas de sus Iglesias en cualquier parte del mundo sea objeto de estudio de cara a adoptar medidas apropiadas.
Propositio 19
Situación de los fieles católicos en los Países del Golfo

En un espíritu de comunión y para el bien de los fieles, sría augurable la formación de una comisión qu reagrupe a los representantes de los dicasterios competentes, vicarios apostólicos de la región y represntantes de las Iglesias sui iuris interesadas. Esta estaría encargada de estudiar la situación de los fieles católicos en los países del Golfo, la jurisdicción eclesiástica y de proponer a la Santa Sede las soluciones que juzgue útiles para favorecer la acción pastoral.
Propositio 20
Pastoral de las vocaciones

La pastoral vocacional supone que:
- Se rece por las vocaciones en la familia, en la parroquia, etc.,
- Se creen comités para las vocaciones en cada diócesis, que incluyan a sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos. Estos comités organizan reuniones con los jóvenes con el fin de exponerles las distintas vocaciones en la Iglesia para iluminar su discerniminto;
- Se conciba un proyecto de formación espiritual profunda entre los jóvenes vinculados en los movimientos eclesiales;
- Se sensibilice a las parroquias y a las escuelas en las dimensiones de las diversas vocaciones sacerdotales, religiosas y laicas;
- Se mantengan o instituyan, donde sea posible, seminarios menores;
- Se invite a los sacerdotes, los religiosos y religiosas, a dar un testimonio coherente entre la vida y las palabras;
- Se intensifique la comunión eclesial y sacerdotal, que exige una apertura a las diversas necesidades pastorales de las diócesis para responder a la falta de sacerdotes;
- Se atraiga a los jóvenes a la vida consagrada mediante el ejemplo de vida espiritual, profunda, luminosa y feliz.
Propositio 21
La lengua árabe

La experiencia del Sínodo para Oriente Medio ha puesto de relieve la importancia de la lengua árabe; sobre todo que ella ha contribuido al desarrollo del pensamiento teológico y espiritual de la Iglesia universal, y más precisamente, del patrimonio de la literatura árabe cristiana.
Se propone intensificar el uso de la lengua árabe en el cuadro de las instituciones de la Santa Sede y de las reuniones oficiales, para que los cristianos de cultura árabe tengan acceso a las informaciones procedentes de la Santa Sede en su lengua materna.

B. Comunión entre obispos, clero y fieles


Propositio 22
Subsistencia del clero

Para asegurar al clero una vida decorosa y una subsistencia honorable, en particular para la tercra y cuarta edad, sería necesario:
1. Poner a punto, en conformidad con las normas canónicas, un sistema de solidaridad que asegure la misma remuneración a todos los sacerdotes, tanto a los que ejercen el ministerio como aquellos que ya no están en activo.
2. Apoyándose en cuanto existe en cada país, instituir un sistema de protección social que debería ser extendido a los religiosos y a las religiosas, como también a las mujeres de los sacerdotes casados y a sus hijos menores de edad.

Propositio 23
Sacerdotes casados

El celibato eclesiástico es estimado y apreciado siempre y en todas partes en la Iglesia católica, en Oriente como en Occidente. Con todo, para asegurar un servicio pastoral en favor de nuestros fieles, allá donde vayan, y para respetar las tradiciones orientales, sería augurable estudiar la posibilidad de tener sacerdotes casados fuera de los territorios patriarcales.

Propositio 24
Los laicos

Por el bautismo, los laicos participan en la triple función sacerdotal de Cristo, convirtiéndose en profetas, reyes y sacerdotes. El Concilio ecuménico Vaticano II reconoció el papel y la misión de los laicos en su decreto sobre el apostolado de los laicos (Apostolicam Actuositatem). El Papa Juan Pablo II convocó un sínodo sobre los laicos y publicó la Exhortación Apostólica Christifideles laici, en la cual expresa su estima por “la aportación de los fieles laicos, hombres y mujeres, en favor de la evangelización, de la santificación y de la animación cristiana de las realidades temporales” (n. 23).
Los Padres sinodales se comprometen en la misma línea, tanto más cuando en Oriente los laicos siempre han desempeñado un papel en la vida de la Iglesia. Ellos quieren darles mayor espacio en la participación en las responsabilidades de la Iglesia y animarles a ser apóstoles en su propio ambiente y a dar testimonio de Cristo en el mundo en el que viven.

Propositio 25
Formación de los seminaristas

Con el fin de profundizar la unidad en la diversidad, los seminaristas deberán ser formados cada uno en un seminario de su propia Iglesia, aún recibiendo la formación teológica en una facultad católica común. En ciertos lugares y por razones pastorales y administrativas es también preferible tener un solo seminario para las distintas Iglesias.

Propositio 26
La vida consagrada

La vida consagrada, apostólica, monástica y contemplativa, está en el corazón de la Iglesia. Los Padres sinodales manifiestan una profunda gratitus hacia las personas consagradas por su testimonio evangélico. Hacen memoria en particular de los mártires de ayer y de hoy. Recuerdan que la vida consagrada, adecuadamente renovada, sea acogida, animada e integrada cada vez más en la vida y en la misión de la Iglesia en Oriente Medio.
Nuestras Iglesias reconocen la importancia del lugar de las consagradas en la sociedad, en razón de su testimonio de fe, de su servicio desinteresado y de su aportación preciosa al “diálogo de vida”.

Propositio 27
Las mujeres y los niños

Nuestras Iglesias adoptarán los medios idóneos para animar y reforzar el respeto, la dignidad, el papel y los derechos de la mujer. La dedicación competente y generosa de las mujeres al servicio de la vida, de la familia, de la educación y del cuidado de la salud debe ser muy apreciada. Nuestras Iglesias favorecerán su integración y su participación en la pastoral.
Los hijos son la corona del matrimonio y un don especial para el mundo. La Iglesia católica y los padres católicos han mostrado siempre un interés particular por la salud y la educación de todos sus hijos. Se deberá hacer todo esfuerzo para salvaguardar y promover el respeto de sus derechos humanos naturales, a partir del momento de la concepción, para asegurarles los cuidados sanitarios y una educación cristiana.

C. Comunión con las Iglesias y las comunidades eclesiales (ad extra)


Propositio 28
Ecumenismo

La unidad entre todos los discípulos de Cristo en Oriente Medio es ante todo obra del Espíritu Santo. Ésta debe buscarse en un espíritu de oración, conversión del corazón, respeto, perseverancia y amor, lejos de toda desconfianza, temor o prejuicio que son obstáculo a la unidad. Auguramos ver nuestras Iglesias renovar su compromiso ecuménico a través de iniciativas prácticas:
- Sostener el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio;
- Asegurar una formación en el Espíritu ecuménico en las parroquias, en las escuelas y en los seminarios, para que valoren las adquisiciones del movimiento ecuménico;
- Aplicar los acuerdos pastorales concluidos, allí donde existan;
- Organizar encuentros entre fieles y pastores para la oración, la meditación de la Palabra de Dios y la colaboración en todos los ámbitos;
- Adoptar una traducción árabe común del Padre Nuestro y del Símbolo niceno-costantinopolitano.
- Trabajar por la unificación de la fecha de Navidad y de Pascua.
Las Iglesias orientales católicas, viviendo la comunión con la Iglesia de Roma en la fidelidad a sus tradiciones orientales, tienen un importante papel ecuménico que desempeñar.
Los Padres sinodales animan a estas Iglesias a instaurar un diálogo ecuménico a nivel local. Recomiendan también a las Iglesias orientales católicas que se impliquen más en las comisiones internacionales de diálogo, en la medida de lo posible.

Propositio 29
Fiesta de los mártires

Instituir una fiesta común anual de los mártires para las Iglesias de Oriente y pedir a cada Iglesia oriental que establezca una lista de sus propios mártires, testigos de la Fe.

III. EL TESTIMONIO CRISTIANO
TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN Y DEL AMOR

A. La formación cristiana


Propositio 30
Formación

Para repsonder a las necesidades de una formación de fe viva de los adultos, nuestras Iglesias de Oriente Medio proponen la creación de Centros de catequesis donde no existen. Es necesario insistir en la formación permanente y sobre la colaboración entre las diversas Iglesias a nivel de laicos, seminarios y universidades. Todos estos Centros deberían estar abiertos a todas las Iglesias. Los catequistas en particular deben estar bien preparados con una formación idónea que tenga en cuenta los problemas y los retos actuales.
Todo bautizado debe estar preparado a dar razones de su fe en Jesucristo y tener la preocupación de proponer el Evangelio sin timidez, pero también sin provocación, La formación dentrá que ver con la celebración de los misterios, el saber, el vivir y el actuar. La homilía debe estar bien preparada, basada en la Palabra de Dios y vinvulada a la vida. Es importante que la formación implique el adiestramiento en las técnicas modrnas y en la ciencia de las comunicaciones. Los laicos deben dar firmemente testimonio de Cristo en la sociedad. Los fundamentos para ser testigos de este tipo se encuentran en las escuelas católicas que están reconocidas desde siempre como los medios más importantes de la educación religiosa para los católicos y de la formación social, de cara a la comprensión recíproca entre todos los miembros de la sociedad. A nivel universitario, animamos a la creación de una Asociación de Instituciones de Formación Superior con una atención particular a la doctrina social de la Iglesia.
Propositio 31
Agentes pastorales

Para la formación de cuatros y agentes pastorales en los diversos ámbitos, se propone fundar y desarrollar Centros de formación intereclesial en cada país. Se recomienda que estos Centros utilicen los nuevos medios audiovisuales de comunicación. El material producido debería estar disponible en Internet y en DVD, para permitir la máxima difusión con el mínimo gasto.
Propositio 32
Escuelas e instituciones educativas católicas

Los padres sinodales animan a las escuelas y las instituciones educativas católicas a continuar siendo fieles a su misión de educar a las nuevas generaciones en el espíritu de Cristo y en los valores humanos y evangélicos, a consolidar la cultura de la apertura y de la convivencia, el cuidado y la acogida de los pobres y de los discapacitados. A pesar de las dificultades, los Padres invitan a las escuelas a conservar la misión educadora de la Iglesia y a promover el desarrollo de los jóvenes, que son el futuro de nuestras sociedades. Se recomienda a los responsables la necesidad de sostener estas instituciones, dada la importancia de su papel para el bien común.
Propositio 33
Medios de comunicación

Los Padres sinodales pusieron de manifiesto la importancia capital de los nuevos medios de comunicación para la formación cristiana en Oriente Medio como también para el anuncio de la fe. Son redes de comunicación privilegiadas para propagar la enseñanza de la Iglesia.
Concretamente, los Padres sinodales recomiendan ayudar y sostener con todos los medios las estructuras ya existentes en este ámbito, como Télé-lumière-Noursat, La Voix de la Charité y otras, para que estas realicen en el espíritu eclesial los objetivos para los que fueron creadas. Algunos han incluso augurado apoyar la creación de una ciudad mediática para Noursat regional e internacional.
Los Padres recomiendan vivamente a los responsables de las estructuras audiovisuales en nuestras Iglesias:
- formar un equipo especializado en los planos teológico y técnico;
- establecer programas de formación bíblica para uso pastoral;
- subtitular en turco y persa los programas, para uso de los cristianos de Turquía e Irán.
Propositio 34
Misión

Herederos de un impulso apostólico que llevó la Buena Noticia a tierras lejanas, nuestras Iglesias orientales católicas son solicitadas a renovar el espíritu misionero en la oración, con la formación y con el envío en misión. Éstas son interpeladas por la urgencia misionera ad intra y ad extra.
Propositio 35
Familia

La familia, célula básica e "Iglesia doméstica", necesita ser acompañada y apoyada en sus problemas y en sus dificultades, sobre todo en los contextos urbanos. Por esto es oportuno reforzar los centros de preparación al matrimonio, los centros de escucha y de orientación, el acompañamiento espiritual y humano de las parejas jóvenes, la atención pastoral a las familias, sobre todo a las que tienen que afrontar situaciones difíciles (conflictos internos, discapacidades, droga, etc.), y reavivar la visita de los pastores a las familias, como también el aliento a la natalidad y a la buena educación de los hijos.
Propositio 36
Jóvenes

“Los jóvenes son el futuro de la Iglesia”, decía Juan Pablo II. Su Santidad el Papa Benedicto XVI sigue animándoles: “¡A pesar de las dificultades, no os desaniméis y no renunciéis a vuestros sueños! Cultivad en cambio en el corazón deseos grandes de fraternidad, de justicia y de paz. El futuro está en las manos de quien sabe buscar y encontrar razones fuertes de vida y de esperanza” ("Mensaje para la XXV Jornada Mundial de la Juventud", 28 de marzo de 2010, n. 7). Además les llama a ser misioneros y testigos en sus sociedades y en sus ambientes de vida. Y les anima a profundizar en su fe y su conocimiento de Jesucristo, su ideal y modelo, para participar con Él en la salvación del mundo.
Los Padres sinodales se comprometen:
- A ponerse a la escucha para responder a sus preguntas y necesidades.
- A asegurarles la formación espiritual y teológica necesaria, adecuada para ayudarles en el trabajo.
- A construir con ellos los puentes de diálogo para abatir los muros de división y de separación en las sociedades.
- A valorar su creatividad y sus habilidades para ponerlas al servicio de Cristo y de los demás jóvenes de su edad y de su sociedad.
Propositio 37
La Nueva Evangelización

Nuestras Iglesias están llamadas a entrar en la perspectiva de la Nueva Evangelización, tomando en consideración el contexto cultural y social en el que se encuentra viviendo, trabajando y actuando el hombre de hoy. Esto exige una profunda conversión y una renovación a la luz de la Palabra de Dios y de los sacramentos, particularmente la Reconciliación y la Eucaristía.
Propositio 38
Doctrina social

Los Padres sinodales recomiendan la difusión de la doctrina social de la Iglesia, en general poco presente. Esta es parte integrante de la formación de la fe. El Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia son recursos importantes en este ámbito.
Los Padres sinodales recomiendan que la asamblea de los obispos en cada país forme una comisión episcopal para preparar y difundir el discurso social de la Iglesia, basándose en la enseñanza de la Iglesia. Las posiciones de la Santa Sede sobre los problemas actuales y las circunstancias reales de cada país.
Los Padres recomiendan que las Iglesias orientales se ocupen de las personas de la tercera edad, de los inmigrantes y de los refugiados con sus diversas necesidades sociales y que cuiden particularmente a los discapacitados, creando las necesarias estructuras adecuadas a ellos, y favoreciendo su integración en la sociedad.
En la fidelidad a Dios Creador, los cristianos tomarán en serio la protección de la naturaleza y del medio ambiente. Estos apelan a los gobiernos y a todos los hombres de buena voluntad para que unan sus esfuerzos en favor de la salvaguardia de la creación.
B. La Liturgia
Propositio 39
Liturgia

La riqueza bíblica y teológica de las liturgias orientales está al servicio espiritual de la Iglesia universal. A pesar de ello sería importante y útil renovar los textos de las celebraciones litúrgicos allí donde sea necesario, para que respondan mejor a las necesidades y a las expectativas de los fieles sobre la base de un conocimiento cada vez más profundo de la tradición adaptado al lenguaje de hoy y a las diversas categorías de edad.
C. Dialogo interreligioso
Propositio 40
Diálogo interreligioso

Los cristianes de Oriente Medio están llamados a continuar el diálogo con sus conciudadanos de otras religiones, diálogo que acerca los espíritus y los corazones. Por esto son invitados, con sus interlocutores, al reforzamiento del diálogo interreligioso, a la purificación de la memoria, al perdón recíproco del pasado y a la búsqueda de un futuro común mejor.
En la vida de cada día buscarán la aceptación mutua a pesar de las diferencias, y trabajarán para edificar una sociedad nueva donde el pluralismo religioso sea respetado y donde el fanatismo y el extremismo sean excluidos.
Los Padres sinodales recomiendan la elaboración de un plan de formación en el diálogo, tanto en los institutos de enseñanza como en los seminarios y noviciados, de cara a favorecer una cultura del diálogo basada en la solidaridad humana y religiosa.
La pobreza, “un insulto a nuestra humanidad común”


“Tenemos medios para ponerle fin”
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“Cualquiera que sea la forma que asuma, la pobreza es un insulto a nuestra humanidad común”. Es la denuncia lanzada por monseñor Francis Chullikatt, nuncio apostólico y observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, el pasado jueves en Nueva York.
El prelado intervino con ocasión de la 65ª Asamblea General de la ONU ante el Segundo Comité sobre el ítem 24, “Erradicación de la pobreza y otras cuestiones relativas al desarrollo”.
La pobreza, explicó en su intervención, “es una realidad pluridimensional y compleja”. En el mundo, de hecho, existen muchos tipos de ella, “que hay que afrontar en lugares diversos y a distintos niveles”.
“En los países más pobres del mundo, encontramos la pobreza en su forma más terrible: pobreza extrema o absoluta”, una condición caracterizada por “una grave privación de las necesidades fundamentales, que incluyen, por ejemplo, alimento, agua potable, estructuras sanitarias, asistencia sanitaria básica, educación, informaciones, etc.”
La que afecta a los países desarrollados, “a pesar de muchas situaciones de extrema indigencia”, es en cambio la de “pobreza 'relativa', que puede considerarse como la falta de recursos suficientes financieros y materiales que permitan a la población alcanzar un estándar de vida aceptable en una sociedad, y, sobre todo, respecto a las posibilidades que otros gozan”.
“Cualquiera que sea la forma que asuma, la pobreza es un insulto a nuestra humanidad común”, denunció el delegado de la Santa Sede.
Todas sus formas “afectan a la persona humana, que es herida en su dignidad inviolable y en el goce de los derechos humanos fundamentales, empezando por el derecho a la vida”. “La persona humana, privada de las condiciones básicas para vivir decentemente, está humillada, y debe por tanto ser ayudada a recobrarse”.
“Tenemos los medios para poner fin a la pobreza”, declaró. “¿Tenemos la voluntad de hacerlo? Ésa es la pregunta”.
Implicaciones morales
Monseñor Chullikatt subrayó por tanto que la delegación vaticana “no puede ignorar las implicaciones morales de la pobreza”.
A propósito de esto, exhortó a reafirmar el compromiso en alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio antes de 2015, “incluyendo el desarraigo de la pobreza extrema y del hambre”.
El prelado lamentó por tanto la disminución de las ayudas con este fin a causa de la crisis alimentaria y de los combustibles, y sobre todo de la financiera, que ha hecho que “muchos países donadores hayan reducido el ya exiguo porcentaje del PIB destinado a las ayudas al desarrollo, y que estén en cambio dirigiendo estos recursos a la estabilización de sus propios sistemas financieros”.
“Es necesario que la asistencia al desarrollo de los países más pobres sea guiada por un principio de solidaridad global entre países ricos y pobres, provocada por un reconocimiento común de la pertenencia a una única familia humana”.
“En los momentos de mayor dificultad, deberíamos mostrar una mayor solidaridad”, comentó.
“La llamada y la misión de la Iglesia, inspiradas por los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre todo por el principio del destino universal de los bienes de la tierra, consisten en estar al lado de los pobres, en darles una voz y en promover iniciativas que les ayuden a superar su pobreza”.
Solidaridad y subsidiariedad
El observador permanente recordó también que el principio de solidaridad debería siempre ir al paso del de subsidiariedad: “los pobres deberían ser ayudados a emprender sus propias iniciativas para mejorar las condiciones de vida y convertirse en protagonistas de su propio desarrollo”.
De lo contrario, se corre el riesgo de que “el papel de la iniciativa creadora sea sustituido por la pasividad, dependencia y sumisión a un sistema burocrático”.
En este contexto, es “crucial” “invertir en la instrucción y en la formación de las personas, desarrollando de forma integrada una 'cultura empresarial' específica”.
De la misma forma, “es urgente hacer disponibles también a los pobres los medicamentos y los tratamientos necesarios para combatir pandemias como la malaria, la tuberculosis, el tétanos y el HIV/Sida, que afectan a muchas poblaciones”.
Es también importante “asegurar el acceso de los países de renta baja a los mercados globales, sin exclusión o marginalización, proporcionando a estos países un tratamiento preferencial”.
“El desarraigo de la pobreza no debería considerarse un acto de caridad, sino un deber de la comunidad internacional”, afirmó monseñor Chullikatt.
“Más de 60 años después de la proclamación y de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, es inaceptable que centenares de millones de personas vivan aún en condiciones inhumanas y estén privadas del goce de los derechos fundamentales”.
“Tenemos los medios para poner fin a la pobreza – concluyó el prelado –. ¡Demostremos a los escépticos que tenemos la voluntad de aliviar el sufrimiento de cuantos no pueden satisfacer sus necesidades fundamentales!”.

10/24/10

La comunión, necesaria para la misión


El Papa hoy durante el rezo del Ángelus


¡Queridos hermanos y hermanas!:

Con la solemne celebración de esta mañana en la Basílica Vaticana se ha concluido la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, sobre el tema: "La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio”. En este domingo se celebra, además, la Jornada Misionera Mundial, que tiene por lema: “La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión”. Llama la atención la similitud entre los temas de estos dos acontecimientos eclesiales. Ambos invitan a mirar a la Iglesia como misterio de comunión que, por su naturaleza, está destinado a todo el hombre y a todos los hombres. El Siervo de Dios papa Pablo VI afirmaba así: "La Iglesia existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa" (Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 8 diciembre 1975, 14: AAS 68, [1976], p. 13). Por esto la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en 2012, se dedicará al tema "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana". En todo tiempo y en todo lugar – también hoy en Oriente Medio – la Iglesia está presente y opera para acoger a todo hombre y ofrecerle en Cristo la plenitud de la vida. Como escribía el teólogo italo-alemán Romano Guardini: "La realidad 'Iglesia' implica toda la plenitud del ser cristiano que se desarrolla en la historia, en cuanto que ésta abraza la plenitud de lo humano que está en relación con Dios" (Formación litúrgica, Brescia 2008, 106-107).
Queridos amigos, en la Liturgia de hoy se lee el testimonio de san Pablo respecto al premio final que el Señor entregará “a todos aquellos que han esperado con amor su manifestación" (2 Tm 4,8). No se trata de una espera ociosa y solitaria, ¡al contrario! El Apóstol vivió en comunión con Cristo resucitado para “llevar a cumplimiento el anuncio del Evangelio" para que “todas las gentes lo escuchasen" (2 Tm 4,17). El deber misionero no es revolucionar el mundo, sino transfigurarlo, tomando la fuerza de Jesucristo que “nos convoca a la mesa de su Palabra y de la Eucaristía, para gustar el don de su Presencia, formarnos a su escuela y vivir cada vez más conscientemente unidos a Él, Maestro y Señor" (Mensaje para la 84ª Jornada Misionera Mundial). También los cristianos de hoy – como está escrito en la carta A Diogneto – "muestran qué maravillosa y … extraordinaria es su vida asociada. Transcurren la existencia sobre la tierra pero son ciudadanos del cielo. Obedecen las leyes establecidas pero con su manera de vivir sobrepasan las leyes... Son condenados a muerte, y de ella sacan vida. Aún haciendo el bien, son... perseguidos y crecen de número cada día”. (V, 4.9.12.16; VI, 9 [SC 33], París 1951, 62-66).
A la Virgen María, que de Jesús Crucificado recibió la nueva misión de ser Madre de todos aquellos que quieren creer en Él y seguirlo, confiamos a las comunidades cristianas de Oriente Medio y a todos los misioneros del Evangelio.
[Tras el Ángelus]
Estoy contento de recordar que ayer, en Vercelli, fue proclamada beata Sor Alfonsa Clerici, de la Congregación de la Preciosísima Sangre de Monza, nacida en Lainate, cerca de Milán, en 1860, y muerta en Vercelli en 1930. Demos gracias a Dios por esta hermana nuestra, que Él guió a la perfecta caridad.

10/22/10


Ratzinger y el padre Brown

Andrea Monda



En sus Ensayos católicos, Graham Greene sostiene que habría que nombrar al cardenal Newman Patrono de los escritores católicos o, mejor dicho, Patrono de los escritores que también son católicos.
Su clamorosa conversión, a mediados del siglo XIX, produjo un efecto en cadena de otras conversiones en el campo literario: Hopkins, Chesterton, Waugh, Tolkien, Lewis, Marshall y el propio Greene son sólo algunos de los nombres, entre todos los que se podrían citar de la avalancha Newman.
Benedicto XVI conoce bien no sólo a Newman, sino también algunos contenidos de aquella avalancha que trajo su conversión. Es posible que no haya leído las novelas de Greene, tan querido por el Papa Montini, pero seguro que hay dos autores de ese grupo a los que conoce muy bien: Gilbert Keith Chesterton y Clive Staple Lewis.
Este último es un caso aparte, porque es el único que se convirtió del ateísmo al cristianismo, pero permaneció, al menos formalmente, fuera del catolicismo; sin embargo, es un autor al que Ratzinger quiere y ha citado muy a menudo (en concreto Las cartas de Berlicche y La abolición del hombre), destacando su capacidad de tratar argumentos elevados, serios y profundos con agudeza, ligereza y humor típicamente ingleses.
Por ejemplo, el 18 de noviembre de 1998, al presentar la encíclica Fides et ratio, en San Juan de Letrán, el entonces cardenal Ratzinger exhortaba con estas palabras: «Permitidme comenzar con una cita extraída de las "Cartas de Berlicche", del famoso escritor y filósofo inglés C.S. Lewis.
Se trata de un pequeño libro publicado por primera vez en 1942, que saca a la luz los problemas y peligros del hombre moderno de una manera graciosa e irónica». Otra vez la enésima confirmación de la falsedad de los lugares comunes y de los estereotipos sobre el Papa: al actual Pontífice romano le encanta el cristianismo tal y como es sentido al otro lado del Canal de la Mancha.
¿Principales características de este modo de vivirlo?: la unión humorismo-humildad y la alegría. Ratzinger sabe que ser cristiano, en el fondo, quiere decir dejarse sorprender por la alegría, como ilustra eficazmente la autobiografía de Lewis, que lleva por título, precisamente, Cautivado por la alegría.
Pero la alegría necesita del humor, como el humor necesita de la alegría. Así se ha expresado el Papa en una catequesis reciente: «La alegría profunda del corazón es una condición indispensable para el sentido del humor; el humorismo es, en cierto modo, la medida de la fe».
El humor, hermano de la humildad
El joven Ratzinger maduró este convencimiento a lo largo de los años, gracias a las lecturas de autores como Chesterton, al mismo tiempo humorista y apologeta de la fe, para el que la alegría es «el gigantesco secreto del cristiano». La dicotomía aburrimiento-alegría es, para ambos, un punto central, como manifestó en su primer discurso el recién elegido Papa: «¡No tengáis miedo a Cristo! Él no quita nada, lo da todo. Quien se entrega a Él, recibe el ciento por uno».
Es fortísimo el eco de Chesterton, por ejemplo, cuando ha hablado a los jóvenes polacos, exhortándoles: «¡No tengáis miedo de ser sabios, es decir, no tengáis miedo de construir sobre roca!» En su trabajo Ortodoxia, Chesterton afirma: «Algunos han cogido el hábito estúpido de hablar de la ortodoxia como algo pesado y monótono. Sin embargo, no hay nada más apasionante que la ortodoxia: la ortodoxia es la sabiduría, y el ser sabios es más dramático que estar locos. Es fácil estar locos, ser heréticos; es siempre fácil dejar que cualquier cosa de una época se meta en la cabeza; lo difícil es conservar la propia cabeza».
El Papa llega incluso a citar, si bien implícitamente, a Chesterton en una entrevista que concedió a una televisión alemana; a la pregunta sobre el papel del humor en la vida de un Papa, Benedicto XVI afirmó cándidamente: «Yo no soy un hombre al que se le ocurran continuamente chistes. Pero es necesario saber ver el aspecto divertido de la vida y su dimensión alegre, y no tomarse todo en un sentido trágico. Esto lo considero muy importante, y diría incluso necesario, para mi ministerio. Un escritor dijo que los ángeles pueden volar porque no se toman a sí mismos demasiado en serio. Y nosotros, quizás, podríamos volar un poco más, si no nos diéramos tanta importancia».
La cita es, una vez más, de un fragmento de Ortodoxia, cuando insiste en la imagen de Lucifer, el ángel que cae por la fuerza de la gravedad. Y esta gravedad significa, en realidad, la seriedad, la falta total de humor, que tanto para el escritor inglés como para el Papa alemán es aquella capacidad de visión, capaz de cambiar la perspectiva y quedarse con la alegría (y también la diversión, según Benedicto XVI). El Papa-teólogo, que varias veces ha invocado la necesidad de una teología de rodillas, sabe bien que el humor es, también etimológicamente, hermano de la humildad, y que las dos proceden del humus, de la tierra.
Sólo quien tiene los pies bien plantados en la tierra, quien reconoce su adanidad (Adán es decir el terroso, según el Génesis), puede volar alto, hasta el cielo. Éste ha sido también el mensaje que el Papa ha ido a proclamar, junto con la grandeza de su maestro Newman, volando para llegar a Inglaterra, la tierra de los anglos (¿quizá de los ángeles?)
Intervenciones por escrito ante el Sínodo de Oriente Medio


Al no poder ser leídas ante la asamblea sinodal



- S. B. Em. Card. Lubomyr HUSAR, M.S.U., Arzobispo Mayor de Kyiv-Halyč (UCRANIA)Quiero intervenir sobre dos argumentos que, entre muchos otros, están presentes en el Instrumentum Laboris y que constituyen elementos de profunda atención, a mi juicio, y de continua preocupación, en cuanto nos interpelan como Iglesias Orientales, y que superan nuestros confines geográficos e históricos. Concluyo, después, con dos propuestas concretas.1 - El primer punto sobre el que intervengo es todo el mundo de la emigración. Nosotros, Greco-católicos Ucranianos, compartimos con los Hermanos de Oriente Medio el drama de la migración de nuestros fieles, aunque movidos por motivos diversos. Los datos estadísticos documentan que en estos últimos años han emigrado hacia todo el mundo y, en particular, cinco millones de ucranianos hacia Europa occidental, mitad de los cuales provenientes de regiones en las que vive la mayoría de nuestros fieles.Hemos de reconocer que en los países hacia los que se han dirigido, han encontrado generalmente una buena acogida de las Diócesis latinas, pero esto no nos exime de la grave responsabilidad que tenemos de salvaguardar la fe según la Tradición Oriental a la que pertenecen y en la que se deben afirmar con un adecuado cuidado pastoral específico de su Rito, según cuanto prescribe rigurosamente también el Derecho Canónico.En el Instrumentum Laboris se reconoce este nuestro derecho-deber, cuando en el n. 6 se lee: "los miembros de las Iglesias sui iuris son fieles entendidos como personas individuales y como miembros de las respectivas comunidades". Parece, pues, evidente que ellos, aunque fuera de la patria, han de ser puestos en condiciones de ejercer esta su pertenencia originaria con la garantía de todos los medios de que dispone su Iglesia para la atención pastoral: sacerdotes propios, rito propio, espiritualidad propia, vida comunitaria propia.Es posible que surja la objeción que esta garantía puede constituir un impedimento a la integración en las nuevas realidades en las que nuestros fieles han decidido vivir. Pero nuestra experiencia ultra secular nos enseña que esto no es absolutamente verdad: nuestros fieles en las Américas y en Australia, además de los distintos países de Europa, hoy están perfectamente integrados, aunque conservan intacto su patrimonio y ejercen la plena pertenencia a la Iglesia Greco-católica Ucraniana.Se me permita una observación a este respecto: un Padre de la Iglesia la ha definido "circumdata varietate", para significar que la unidad de la Iglesia no se identifica con la uniformidad, sino que expresa la riqueza de Dios Creador en la armonía de las diversidades o multiplicidades, si se quiere usar el término elegido y utilizado también en el Instrumentum Laboris. Como explica muy bien San Ignacio de Antioquía, con la imagen de las cuerdas unidas en la cítara y de la sinfonía del coro que canta, la diversidad no es un peligro, sino un irrenunciable tesoro para la Iglesia Universal, teniendo en cuenta, naturalmente, el hecho de que el Sucesor de Pedro tiene el mandato divino de dirigir el coro, para que no haya desarmonías y se garantice la sinfonía de la verdad y de la caridad. Debemos tener el valor, en el Espíritu Santo, de vivir la armonía en la multiplicidad o diversidad en todas aquellas regiones que, hasta hace pocos decenios, se han caracterizado, por motivos históricos, por la presencia de un único Rito y se han acostumbrado a una especie de monopolio. Conviene observar que el territorio no es hoy, ante el desafío creciente de las migraciones, un concepto geográfico, sino un concepto antropológico. Aplicando el principio enunciado precisamente en la cita, más arriba señalada, del Instrumentum Laboris, me parece deber argumentar que el territorio de todas las Iglesias sui iuris está constituido por personas, en cuanto fieles, allí donde, por distintas necesidades, han decidido vivir. Se deben, por tanto, repensar y rever los instrumentos, también jurídicos, para garantizar prácticamente este principio, para asegurar la salus animarum de nuestros fieles, de los que somos responsables en todas partes como pastores, y para superar el eventual peligro de asimilaciones que empobrecen la naturaleza estructural de la Iglesia, como querida por nuestro Señor Jesucristo.2 - El segundo tema, sobre el que deseo detener la común reflexión, me lo ofrece el n. 20 de nuestro Instrumentum Laboris, que tiene como objeto la "apostolicidad y vocación misionera". Allí se afirma: "En cuanto apostólicas, nuestras Iglesias tienen la misión particular de llevar el Evangelio a todo el mundo, como ha sucedido durante la historia". Con dolor tengo que estar de acuerdo con lo que se afirma, a penas después, con términos críticos, al referirse a cierta cerrazón típica de la mentalidad de quien se siente asediado o de quien ha vivido dentro de unos confines étnicos o ideológicos absolutistas, como nos ha sucedido a nosotros durante 70 años con el régimen comunista soviético. Es cierto que ha sido frenado el "impulso evangélico". Me pregunto: las pruebas hodiernas que sufren nuestras Iglesias sui iuris - también en la Iglesia de Ucrania se perciben indicios de nuevas dificultades - y el singular fenómeno de la migración masiva de nuestros fieles, que nos afecta tan profundamente, ¿no es quizás un signo enviado por el Espíritu Santo para que, como Abraham, abandonemos las certezas de Ur de Caldea y nos pongamos en camino en todo el mundo? Y no temo afirmar en todo el mundo, es decir, también allí donde la Iglesia ha conocido, hasta hace poco, situaciones que podría definir de posesión pacífica, pero que actualmente se encuentra en profunda crisis a causa de la defección, superficialidad o contrariedad de personas o culturas anticristianas. Me pregunto: si toda la Iglesia Universal es misionera, ¿no es, quizás, esta situación una provocación a nosotros, de Tradición Oriental, para decidirnos a ir ad gentes, en cualquier parte donde estas gentes tienen necesidad o esperan la Palabra que salva? La riqueza de nuestra espiritualidad y de nuestras Liturgias es un patrimonio a compartir y no a custodiar con celo o incluso a esconder en nuestras comunidades. Es cierto que somos pobres con respecto a muchos otros hermanos, pero nunca debemos olvidarnos de que Dios elige siempre a los humildes y pobres para realizar sus obras maravillosas, como ha hecho, para sublime ejemplo, con María, la Theotokos.3 - Los dos temas que he ofrecido a la común atención, son sólo una pequeña parte de los grandes desafíos que cotidianamente debemos afrontar y ante los cuales nos sentimos con frecuencia desprovistos, inadecuados o débiles, en cualquier caso, en dificultad. Tenemos necesidad de la ayuda de Pedro.Y he aquí la propuesta-llamada que, con toda sencillez y profunda confianza, adelanto: constituir un organismo integrado por los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias Orientales en comunión con Roma, semejante al Sínodo permanente de la Tradición Oriental, a través del cual el Sucesor de San Pedro pueda confortarnos, apoyarnos y aconsejarnos para dar plenitud evangélica a nuestro ministerio y a nuestra misión.4 - Consiguientemente a esta propuesta, adelanto una segunda. Pido a los Participantes en este Sínodo solicitar al Santo Padre dedicar al tema general de la naturaleza y del papel de las Iglesias Católicas Orientales un Sínodo en un futuro próximo.[Texto original: italiano]- S. E. R. Mons. Antonio Maria VEGLIÒ, Arzobispo titular de Eclano, Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes (CIUDAD DEL VATICANO)En los últimos decenios, los cristianos y, de manera particular los jóvenes, de muchos países medio-orientales abandonan su patria en masa. Está a la vista de todos, por tanto, que los cristianos en Oriente Medio se encuentran en situaciones de dificultad difusa, en número escaso y se ven con frecuencia impotentes y resignados. En esta importante asamblea surgen espontáneamente unos sentimientos de espiritual cercanía, de apoyo y de ánimo para los cristianos en Oriente Medio, también gracias al recuerdo del sacrificio de la vida que ofrecieron al mundo Mons. Faraj Raho, Mons. Luigi Padovese, Padre Andrea Santoro y otros sacerdotes y tantos hombres y mujeres, que las comunidades cristianas locales conocen bien y admiran.En el fenómeno migratorio hay también aspectos positivos, ya que ha hecho que aumente el número de católicos en la región que se extienden por algunas áreas de Oriente Medio, a tal punto que no son pocas las comunidades cristianas compuestas casi exclusivamente por inmigrantes, cada vez más en contacto con poblaciones de otras religiones, en especial con los musulmanes.En este escenario es de importancia decisiva solicitar un compromiso político a nivel mundial que afronte las causas de la hemorragia de hombres y mujeres que vacía las Iglesias de Oriente Medio y los lugares en los cuales nació el cristianismo y se desarrolló. ¡Sería terrible si la Tierra Santa y los países limítrofes, cuna del Cristianismo y patria del Príncipe de la Paz, se convirtiesen en un museo de piedras, un querido recuerdo de los tiempos pasados! Igualmente indispensable es el compromiso cultural, es decir, la formación para el respeto de la centralidad y la dignidad de cada persona humana, la oposición a la xenofobia, a veces favorecida por los medios de comunicación, y el apoyo a la integración que salve la identidad de las personas.Mientras asisto con preocupación a los problemas sociales emergentes, observo también el riesgo de que cada Iglesia Oriental Católica se encierre en sí misma. Las comunidades cristianas de Oriente Medio deben ser animadas a mejorar el recíproco conocimiento, que las ayude a respetarse y a apreciarse más, a colaborar y a trabajar juntas para tener un mayor peso.Sin duda esta Asamblea manifestará su solidaridad y apoyo para los cristianos de Oriente Medio con objeto de que se sientan animados a quedarse en su patria, de manera que puedan desarrollar allí su misión de "levadura", mediante la vida y el testimonio de la comunión y, donde es posible, también con el anuncio explícito de Jesucristo único Señor y Salvador.Por último, quiero hacerles una confidencia: estoy muy contento de este Sínodo, que hará que se conozcan mejor entre ustedes, Iglesias Orientales y entre ustedes y la Iglesia Latina. Y si nos conocemos, nos amaremos y nos ayudaremos más. [Texto original: italiano]- S. E. R. Mons. Raboula Antoine BEYLOUNI, Arzobispo titular de Mardin de los Sirios, Obispo de Curia de Antioquía de los Sirios (LÍBANO)En Líbano tenemos un comité nacional de diálogo islamo-cristiano desde hace varios años. También había una comisión episcopal instituida luego de la Asamblea de Patriarcas y Obispos Católicos de Líbano encargada del diálogo islamo-cristiano. Recientemente ha sido suprimida para darle más importancia al otro comité, además no había producido un resultado sensible.A veces el diálogo se lleva a cabo en varios lugares en los países árabes, como por ejemplo en Qatar, donde el propio Emir invita a su país, y a sus expensas, personalidades de diferentes países y de tres religiones: Cristiana, Musulmana y Judía. En Líbano, la cadena Télé-lumière & Noursat y en otras cadenas de televisión a veces transmiten programas de diálogo islamo-cristiano. A menudo se escoge un tema, y cada parte la explica o la interpreta según su religión. Estos programas son normalmente muy instructivos.He querido en esta intervención llamar la atención sobre los puntos que hacen que estos encuentros o diálogos sean difíciles y a menudo ineficaces. Está claro que no se discute sobre los dogmas. Pero incluso los otros asuntos de orden práctico y social son difícilmente abordables cuando se los incluye en el Corán o la Sunna. Estas son algunas de las dificultades que hay que afrontar:El Corán inculca al musulmán el orgullo de tener la única religión verdadera y completa, la religión enseñada por el más grande profeta, pues es el último llegado. El musulmán forma parte de la nación privilegiada, y habla la lengua de Dios, la lengua del paraíso, la lengua árabe. Por eso afronta el diálogo con esta superioridad, y con la seguridad de salir victorioso.El Corán, escrito supuestamente por el mismo Dios desde el principio hasta el fin, da el mismo valor a todo lo que está escrito: el dogma así como otra ley o práctica.En el Corán no hay igualdad entre el hombre y la mujer, ni siquiera en el matrimonio, donde el hombre puede tomar varias mujeres y puede divorciarse de ellas a su gusto; ni en la herencia donde el hombre tiene derecho a una parte doble; ni en el testimonio ante los jueces donde la voz del hombre tiene el mismo valor que la voz de dos mujeres, etc.El Corán permite al musulmán ocultar la verdad al cristiano y hablar y actuar contrariamente a lo que él piensa o cree.En el Corán hay versículos contradictorios y versículos anulados por otros, lo que da al musulmán la posibilidad de usar unos u otros según más le convenga, y así puede decir del cristiano que es humilde, piadoso y creyente en Dios como puede considerarle impío, apóstata e idólatra.El Corán da al musulmán el derecho de juzgar a los cristianos y de matarlos por la jihad (guerra santa). Ordena que se imponga la religión por la fuerza, por la espada. La historia de las invasiones es testigo. Por eso los musulmanes no reconocen la libertad religiosa, ni para ellos ni para los demás. No hay que extrañarse si todos los países árabes y musulmanes se niegan a aplicar por entero los "Derechos del hombre" instituidos por las Naciones Unidas.Ante todas estas prohibiciones y otros temas parecidos ¿habría que suprimir el diálogo? No, seguramente no. Pero hay que elegir los temas a ser abordados, y unos interlocutores cristianos capaces y bien formados, valientes y piadosos, sabios y prudentes... que digan la verdad con claridad y convicción...A veces ciertos diálogos en la TV resultan deplorables pues el interlocutor cristiano no está a la altura de su cometido y no llega a transmitir toda la belleza y la espiritualidad de la religión cristiana, lo que escandaliza a los espectadores. Y es todavía peor cuando los interlocutores del clero, en el diálogo, para ganarse la simpatía del musulmán llaman profeta a Mahoma y añaden la invocación musulmana conocida y siempre repetida "Salla lahou alayhi wa sallam" (que la paz y la bendición de Dios sean con él).Para acabar sugiero lo siguiente: Puesto que el Corán habló bien de la Virgen, insistiendo sobre su virginidad perpetua y su milagrosa y única concepción, que nos dio a Cristo, y puesto que los musulmanes la tienen en gran consideración y le piden su intercesión, encomendémonos a Ella en cada diálogo y cada encuentro con los musulmanes. Al ser la Madre de todos, Ella nos guiará en nuestras relaciones con los musulmanes para mostrarles el verdadero rostro de su Hijo Jesús, Redentor del género humano.Quiera Dios que la fiesta de la Anunciación declarada en Líbano fiesta nacional para los cristianos y los musulmanes sea también fiesta nacional en los demás países árabes.[Texto original: francés]- S. E. R. Mons. Flavien Joseph MELKI, Obispo titular de Dara de los Siros, Obispo de Curia de Antioquía de los Sirios (LÍBANO)El párrafo 25 del Instrumentum Laboris llama a los cristianos de Oriente Medio a trabajar junto con los musulmanes moderados y sabios con el fin de llegar a instaurar en los Estados islámicos, donde viven, una "laicidad positiva" que garantizaría la igualdad de todos los ciudadanos al reconocer el papel benéfico de las religiones. Esta reforma del régimen político y teocrático de nuestros países "facilitaría la promoción de una democracia sana".Estas propuestas, si bien deseables y legítimas, ¿tienen alguna posibilidad de ser aplicadas? ¿Se puede pensar que los países árabes de Oriente Medio, donde el integrismo se vuelve cada vez más duro, aceptarían en un futuro próximo abandonar sus regímenes teocráticos fundados en el Corán y la Sharía, que comportan una flagrante discriminación hacia los no musulmanes? Me parece utópico para los siglos venideros.Con excepción de Líbano, los cristianos de Oriente Medio, que son alrededor de 15.000.000, desde hace 14 siglos, están sometidos a múltiples formas de persecución, masacres, discriminación, arbitrariedades y humillación. Aún en nuestros días, en el tercer milenio, asistimos impotentes, con gran dolor, a las pruebas de nuestros hermanos de Iraq y a su éxodo masivo.¿Deberemos esperar a la desaparición de los cristianos de Oriente Medio para alzar nuestra voz y reclamar con fuerza la libertad, igualdad y justicia para esas minorías religiosas amenazadas en su existencia? ¿El mundo civilizado asistirá con indiferencia a su extinción?Es necesario por tanto actuar sin demora, para reformar estos regímenes islámicos. Los cristianos de Oriente Medio no sabrían alcanzar solos este objetivo. Deben ser ayudados por la Iglesia universal y por los países democráticos.1- La Santa Sede podría intervenir, en este sentido, ante los países con los cuales tiene relaciones diplomáticas.2. Los países europeos, los Estados Unidos y los países que respetan los derechos del hombre deberían hacer presión, a todos los niveles, sobre los regímenes que lesionan los derechos inalienables de la persona humana, con objeto de inducirlos a reformar sus leyes, inspiradas en la Sharía islámica, y que consideran a las minorías religiosas como ciudadanos de segunda clase.Y por qué no se pide a las instancias internacionales que defiendan la causa de los cristianos, víctimas de discriminación, y se exige a los países islámicos que traten a los cristianos como hacen los Estados europeos con los musulmanes, que son minoría y han adquirido la ciudadanía, y a los que otorgan los mismos derechos que a los habitantes autóctonos.Si movilizamos así a la opinión internacional, los cristianos tendrían motivos para esperar, reecontrarían la dignidad de ser ciudadanos plenos y esto los llevaría a no abandonar la patria.Debemos reclamar sin cesar por nuestros derechos lesionados y nuestra dignidad pisoteada, y actuar incansablemente para recuperar esta situación anormal siguiendo la palabra de Cristo:"Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá" (Mt 7,7). Aún más, debemos seguir el ejemplo de la viuda del Evangelio, sin medios para defenderse, que a fuerza de insistir pudo finalmente obtener por parte de un juez inicuo, sin fe y sin corazón, la justicia debida.[Texto original: francés]- S. E. R. Mons. Mounged EL-HACHEM, Arzobispo titular de Darnis, Nuncio Apostólico (LÍBANO)El Corán contiene algunos versículos que imponen la tolerancia, sobre todo con respecto a los cristianos. Los primeros Califas y los gobernantes de las provincias recurrieron a los cristianos para que los ayudaran en el gobierno. Pero sobre todo fue en materia cultural y de salud de lo que los cristianos se ocuparon en primer lugar.Las relaciones se deterioran con las cruzadas y, sobre todo, bajo el régimen de Mamlouks.A fines del siglo XIXº e inicios del XXº, el mundo árabe y los musulmanes afrontaron enormes dificultades: los países de África del Norte estaban colonizados por Francia, la lengua árabe estaba casi muerta, el Imperio turco comenzaba a convertirse en "el hombre desorientado". Numerosos intelectuales cristianos, en particular, libaneses y sirios emigraron a Egipto y realizaron el renacimiento de la lengua y la cultura árabes.Actualmente, sobre todo a partir del 11 de septiembre de 2001, el mundo musulmán afronta grandes desafíos, a pesar de sus riquezas, sus conocidas e inmensas reservas de petróleo y gas.Recordamos algunos de ellos:-Sus difíciles relaciones con Occidente, sobre todo con Europa y Estados Unidos de América.-Sus regímenes políticos: dictaduras militares y monarquías hereditarias.-Ausencia de democracia, de libertades (de opinión, de expresión, de asociación, de religión ...)-Respeto de los derechos del hombre a pesar de haber firmado el Tratado de 1948-Situación de la mujer y su igualdad con respecto al hombre-Tensión entre Suníes y Chiíes-Guerra y conflictos: Palestina, Iraq, Yemen ...-Confusión entre lo espiritual y lo temporal, la religión y el estado.Numerosos son los cristianos y las asociaciones que se ocupan del Diálogo Islamo-Cristiano, a comenzar por la Sección Islam en el seno del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.Algunas sugerencias prácticas en vistas de una colaboración concreta:1. Favorecer un conocimiento exacto, incluso elemental, de unos y de otros: "el hombre es enemigo de lo que no conoce". Esta enseñanza debe ser hecha a todos los niveles: desde la escuela maternal hasta la universidad.2. Elaborar manuales escolares que ofrezcan una enseñanza exacta de las dos religiones.3. Fomentar las escuelas, los intercambios entre escuelas cristianas y musulmanes, que se hace cada vez más en Líbano.4. Organizar campamentos en común donde los jóvenes musulmanes y cristianos vivan juntos.5. Realizar juntos actividades sociales, caritativas y humanitarias.Es deseable que los Jefes religiosos, en un mismo país, lleven a cabo iniciativas que fomenten la colaboración entre los fieles de las dos religiones: en Líbano, por ejemplo, los Jefes de seis Comunidades religiosas han instituido el Comité Nacional del Diálogo Islamo-Cristiano que ha llevado a cabo un trabajo notable. El gobierno ha elaborado dos manuales comunes de historia y de educación cívica para todos los alumnos. Estos deben alcanzar a las masas y no limitarse a las élites.Este diálogo de vida es una puesta en práctica del tema de este Sínodo: "Comunión y Testimonio"
[Texto original: francés]