6/29/14

Dios nos perdona y transforma nuestra oscuridad del pecado en un alba de luz

El Papa en el ángelus


“Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Desde los tiempos antiguos la Iglesia de Roma celebra a los apóstoles Pedro y Pablo en una única fiesta, el mismo día, el 29 de junio. La fe en Jesucristo los ha vuelto hermanos y el martirio los ha hecho volverse una sola cosa. San Pedro y san Pablo, tan distintos entre ellos en el plano humano, fueron elegidos personalmente por el Señor Jesucristo y respondieron a su llamada ofreciendo toda su vida. En ambos la gracia de Cristo ha cumplido grandes cosas, los ha transformado: ¡Y cómo los ha transformado!
Simón había negado a Jesús en el momento dramático de la pasión; Saulo había perseguido duramente a los cristianos. Pero ambos acogieron el amor de Dios y se dejaron transformar por su misericordia. Así se volvieron apóstoles y amigos de Cristo. Por esto ambos siguen hablando a la Iglesia y aún hoy nos indican el camino de la salvación.
También nosotros, si por caso cayéramos en los pecados más graves y en el noche más oscura, Dios es siempre capaz de transformarnos como transformó a Pedro y Pablo, transformarnos el corazón y perdonarnos todo, transformando así nuestra oscuridad del pecado en un alba de luz. Porque Dios es así nos perdona, nos transforma siempre como lo hizo con Pedro y como lo hizo con Pablo.
El libro de los Actos de los Apóstoles muestra muchos aspectos de su testimonio. Pedro por ejemplo nos enseña a mirar a los pobres com mirada de fe y a donarle a ellos lo más precioso que tenemos: la potencia en el nombre de Jesucristo. Esto ha hecho con aquel paralítico, le dio todo lo que tenía, a Jesús.
Sobre Pablo se cuenta tres veces el episodio del llamado en el camino de Damasco, que marca el cambio de su vida, marcando claramente un antes y después. Antes Pablo era un acérrimo enemigo de la Iglesia. Después pone toda su existencia al servicio del evangelio.
También para nosotros, el encuentro con la palabra de Cristo puede transformar completamente nuestra vida. No es posible escuchar esta Palabra, y quedarse quietos en el propio lugar, quedarse detenido en las propias costumbres. Esta nos lleva a vencer el egoísmo que tenemos en el corazón para seguir con decisión a aquel Maestro que ha dado la vida por sus amigos.
Porque es Él que con su palabra nos cambia, es Él que nos transforma, es Él que perdona todo si abrimos el corazón y pedimos perdón.
Queridos hermanos y hermanas, esta fiesta despierta en nosotros una gran alegría, porque nos pone delante de la obra de la misericordia de Dios en el corazón de de dos hombres, es la obra de la misericordia de Dios, en estos dos hombres que eran grandes pecadores. YDios que quiere colmarnos también a nosotros con su gracia, como lo hizo con Pedro y Pablo.
Que la Virgen María nos ayude a acogerla como ellos, con corazón abierto, a no recibirla en vano. Y nos sostenga en la hora de la prueba, para dar testimonio de Jesús y de su Evangelio. Lo pedimos en particular hoy, por los arzobispos metropolitas que han sido nombrados en el último año, que esta mañana han celebrado conmigo la eucaristía en San Pedro. Los saludamos junto a sus fieles y familiares y rezamos por ellos.
Agelus Domini...
Después de rezar el ángelus el Papa indicó su preocupación “Las noticias que nos llegan desde Irak, son lamentablemente muy dolorosas. Me uno a los obispos del país y hago un llamado a los gobernantes para que a través del diálogo se pueda preservar la unidad nacional y evitar la guerra. Estoy cercano de las miles de familias, especialmente cristianas, que han tenido que dejar sus casas porque están en grave peligro. La violencia genera otra violencia; el diálogo es la única vía hacia la paz. Y rezó por esta intención un Ave María junto a los fieles y peregrinos.
Saludó también a los fieles de Roma en la fiesta de sus santos patronos, así como la los familiares de los arzobispos metropolitas que esta mañana recibieron el palio, así como a las delegaciones que les acompañaron.
Y también a los artistas “de tantas partes del mundo que han realizado esta 'infiorata'” (una gran alfombra con pétalos de flores a lo largo de cuatro cuadras. Y añadió: “Son buenos estos artistas de tantas partes del mundo que han realizado esta gran 'infiorata'” Y reiteró: “son buenos, felicitaciones”.
A continuación saludó a varios grupos de peregrinos entre los cuales los españoles de Cádiz, Elche de la Sierra y de Parla, Madrid, así como a los numerosos alfombristas que han participado en la gran muestra floral.

San Pedro y san Pablo

 Isabel Orellana Vilches


No hay figuras más destacadas que estos apóstoles para ilustrar la fecha de hoy en un santoral. Los Santos Padres los han considerado dos columnas sobre las que descansa la Iglesia. Continúan interpelando al hombre de hoy, alumbrando a quien se propone unirse con la Santísima Trinidad.
Un océano de amor vería el Maestro en los ojos del humilde pescador de Betsaida para erigir sobre él la Iglesia. Tras la rudeza de sus manos y rostro curtidos en el mar apreciaría un tierno corazón refulgiendo en su mirada. Impetuoso, impulsivo, imprevisible e incluso contestatario cuando atendía a la escueta razón, y se le paralizaba el pulso al sospechar la pérdida de su Maestro por ignorar todavía el trasfondo mesiánico albergado en sus palabras, el apóstol era una piedra preciosa a la espera de ser tallada, un hombre de raza, pura pasión… Se ha tendido a subrayar la debilidad que Pedro mostró tras el prendimiento de Cristo, relegando a un segundo plano la globalidad de sus edificantes gestos que sostuvieron la Iglesia hasta derramar su sangre. Fue pronto en el seguimiento; se anticipó a la petición de lo que se considera legítimo, como es la familia. En ello se asemejaba al resto de los apóstoles, ciertamente, pero Cristo se fijó en él de forma especial. Al conocerle, le saludó por su nombre: «Tú eres Simón…» y le dio otro apelativo, el de Cefas. Todo un símbolo, una señal; le proporcionó nueva identidad y ésta incluía el cambio sustantivo para su vida. El llamamiento personal continúa teniendo este signo para nosotros; exige una transformación, como devela el evangelio que le sucedió a Pedro.
Él se aventuró a responder al Maestro en nombre de los apóstoles desde lo más hondo del corazón, de forma inspirada, rotunda. Había resonado en su interior la voz divina y lo reconoció como Mesías: una auténtica y explícita profesión de fe. Es obvio que no podemos confesar a Dios si no lo entrañamos. Por ese acto, Cristo lo denominó «bienaventurado», edificando sobre él su Iglesia al instante. Es verdad que vaciló y se dejó llevar por sus temores desoyendo la advertencia del Maestro, sin tomar conciencia de la fatalidad en la que incurriría; por eso no puso coto a tiempo a su flaqueza, sucumbió y lo negó. Pero de la radicalidad de su posterior respuesta, que vino envuelta en amargas lágrimas, se extraen incontables lecciones, teniendo como trasfondo la misericordia y el perdón divino. Toda debilidad, sea del orden que sea, es susceptible de modificación, porque contamos con la gracia para renacer día tras día.
Pedro protagonizó uno de los instantes más tiernos del evangelio, cuando Cristo le preguntó tres veces si le amaba. Con ese consuelo en su corazón aglutinó a los apóstoles, anunció la Palabra, sufrió cárcel, conmovió a las gentes sorprendidas de que un galileo hablase con tanta fuerza, afrontó las dificultades surgidas en las comunidades, hizo milagros…; en suma, amó hasta la saciedad. Estaba al frente de todos, junto a María, cuando recibieron el Espíritu Santo. Apresado durante la persecución de Nerón en el año 64, a punto de ser ajusticiado en la cruz, sintiéndose indigno de morir como Cristo, pidió que le crucificaran boca abajo.
A su vez, Pablo, el más grande misionero que ha existido sobre la faz de la tierra, es un ejemplo vivo de lo que significa el compromiso personal en el seguimiento de Cristo testificando la Palabra con independencia del humano sentir, del «temor» y del «temblor» que se pueda experimentar. No fue miembro de la primera comunidad, pero su admirable impronta apostólica nada tiene que envidiar a la de los Doce. Judío, originario de Tarso, nació entre los años 5-10 d.C. Formado bajo la tutela del prestigioso Gamaliel en Jerusalén, al conocer la existencia de los seguidores de Cristo, considerados como una secta, se propuso luchar contra ella descargando toda su fuerza.
Si su trayectoria anterior a la conversión fue la de un celoso defensor del ideal en el que creía, ese que le indujo a actuar fieramente, después de haber quedado cegado por la luz del Altísimo camino de Damasco, no le faltaron arrestos para anunciar el evangelio; en su pecho albergaba un volcán de pasión. Este infatigable apóstol de los gentiles, precursor de la Nueva Evangelización, nos enseña a difundir la Palabra a los alejados de la fe y no solo a los creyentes; hacerlo a tiempo y a destiempo en los paraninfos universitarios o en los suburbios, en ámbitos donde mora la increencia y en los que ya anida la fe. Nos insta a enriquecer los nuevos areópagos que las presentes circunstancias ofrecen. Él hubiera aprovechado convenientemente los actuales mass media: prensa, radio, televisión, Internet, redes sociales… Estos recursos puestos al alcance de un apóstol de su talla habrían dado la vuelta al mundo impregnados del amor de Dios.
Dio testimonio de su arrebatadora entrega a Cristo sin ocultar cuántas penalidades atravesó por Él: cárceles, azotes, naufragios, peligros constantes, hambre, sed, frío, falta de abrigo y de descanso, agresiones a manos de salteadores, etc. A todo ello hemos de estar dispuestos si de verdad queremos seguir a Cristo. Pablo pudo ponerse como ejemplo, con tanta modestia y libertad en el amor, porque ya no vivía en sí mismo; era Cristo quien estaba en él, de quien provenía su fuerza y su gloria; Él le confortaba. Viajó incansablemente, venció la resistencia de ciudades dominadas por la idolatría y de los que quisieron doblegarle, superó reticencias de sus propios hermanos, y convirtió a indecibles con su vida, palabra, milagros y prodigios. Ansiaba tanto llegar a la meta, que luchaba para que después de haberla predicado, no fueran otros los que la conquistaran quedándose rezagado en el camino. Libró perfectamente su combate, corrió hasta el fin, firme en la fe. Todo lo consideró basura con tal de ganar a Cristo, gastándose y desgastándose por Él. Constituye un ejemplo incuestionable para nuestra vida. Coronó la suya entregándola bajo el golpe de espada que le asestaron en la Vía del Mar hacia el año 67.

6/27/14

Presentan en el Vaticano el 'Instrumentum laboris' para el Sínodo de la familia

Rocío Lancho García


Se presentó hoy en la Sala de Prensa del Vaticano a los medios de comunicación, elInstrumentum laboris de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará del 5 al 19 de octubre de 2014, y que lleva el título "Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización".  El cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos ha sido el encargado de explicar cómo es cada una de las partes del documento.
El Instrumentum Laboris, es el resultado de la investigación promovida por el Documento Preparatorio, que incluía un cuestionario de 39 preguntas el cual "ha recibido una acogida positiva y una amplia respuesta, tanto del pueblo de Dios como de la opinión pública general", ha indicado el cardenal.  Asimismo, ha precisado que se han celebrado tres reuniones del Consejo de Secretaría, dos reuniones interdicasteriales, la difusión de la oración del Papa por el Sínodo de la familia, realizadas contemporáneamente en tres Basílicas dedicadas a la Sagrada Familia (Nazaret, Loreto y Barcelona), las intervenciones del Secretario general en numerosas ocasiones, así como conferencias y simposios.
El texto del Instrumentum Laboris se compone de tres partes, coherentes con las temáticas del Documento Preparatorio. La primera parte, ha explicado el cardenal Baldisseri, está dedicada al Evangelio de la familia, es el plan de Dios, del conocimiento bíblico, magisterial y de la recepción, de la ley natural y de la vocación de la persona de Cristo. "El hallazgo del escaso conocimiento de la enseñanza de la Iglesia pide a los trabajadores pastorales una mayor preparación y el compromiso a favorecer la comprensión por parte de los fieles, que viven en contextos culturales y sociales diferentes", ha precisado.
La segunda parte afronta los desafíos pastorales inherentes a la familia, como la crisis de la fe, las situaciones críticas internas, las presiones externas y otras problemáticas. "A la responsabilidad de los pastores compete la preparación al matrimonio, hoy cada vez más necesaria, para que los novios maduren su elección como adhesión pastoral de fe al Señor, para edificar su familia en bases sólidas", ha observado el purpurado.
Al respecto, ha señalado que son consideradas de forma particular las situaciones pastorales difíciles "que tienen que ver con las parejas que viven juntas y las parejas de hecho, los separados, los divorciados, los divorciados vueltos a casar y sus hijos, las madres adolescentes, los que se encuentran en condiciones de irregularidad canónica y los que piden el matrimonio sin ser creyentes o practicantes". El Secretario del Sínodo ha señalado que urge permitir a las personas heridas sanar y reconciliarse, encontrando nueva confianza y serenidad. Por eso, "es necesaria una pastoral capaz de ofrecer la misericordia que Dios concede a todos sin medida".
Con respecto a las parejas que conviven y las parejas de hecho ha añadido: "La Iglesia siente el deber de acompañar estas parejas para que tengan confianza y sean capaces de llevar una responsabilidad, como la del matrimonio, que no es demasiado grande para ellos". Además ha puntualizado que el Instrumentum sobre la, " la cuestión de los divorciados vueltos a casar, que viven con sufrimiento su condición de irregulares en la Iglesia, ofrece un conocimiento real de su situación de la cual la Iglesia se siente interpelada a encontrar soluciones compatibles con su enseñanza, que conduzcan a una vida serena y reconciliada".  A propósito de esto, aparece la exigencia de simplificar y acelerar los procedimientos judiciales de nulidad matrimonial. El cardenal también ha señalado la importancia de hacer cursos de formación al matrimonio mejores cualitativamente y hacer un seguimiento a la pareja después de la boda. Del mismo modo ha hecho mención a las uniones entre parejas del mismo sexo, donde también ha evidenciado el cuidado pastoral de la Iglesia en estas situaciones.
 La tercera parte del documento indicó el cardenal Baldisseri, presenta en primer lugar "las temáticas relativas a la apertura a la vida, como el conocimiento y las dificultades en la recepción del Magisterio, las sugerencias pastorales, la praxis sacramental y la promoción de una mentalidad abierta a la vida".  Sobre la responsabilidad educativa de los padres, "emerge la dificultad en el transmitir la fe a los hijos, que se concretiza en la iniciación cristiana".
Por otro lado, el purpurado ha indicado que el tema de la próxima Asamblea General Ordinaria del 2015 es "Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia".
El Instrumentum laboris se entrega a los miembros de derecho de la Asamblea Sinodal para que durante el tiempo que nos separa de la celebración de la Asamblea General, puede ser estudiado y valorado por las respectivas Conferencias Episcopales, para llegar a la presentación de la intervención que cada presidente ofrecerá a la Asamblea, como aporto específico a los trabajos sinodales.
Por otro lado, el purpurado ha indicado que este documente da una visión de la realidad familiar en el contexto actual, que representa el inicio de una reflexión profunda cuyo desarrollo se realizará en dos etapas previstas por la Asamblea General Extraordinaria (2014) y la Ordinaria (2015), estrechamente unidas por el tema de la familia a la luz del Evangelio de Cristo. De este modo, los resultados de la Asamblea Extraordinaria serán utilizados para la preparación del Instrumentum Laboris de la Asamblea Ordinaria, después de la cual será publicado un Documento final, sometido a la decisión del Santo Padre.
Al finalizar, Baldisseri ha informado que el domingo 28 de septiembre habrá un jornada de oración por el Sínodo así como la adoración eucarística cotidiana, durante los trabajos sinodales, en la Capilla de la Salus Populi Romani de Santa María la Mayor en Roma.

6/26/14

Comentario a la liturgia Domingo XIII - Ciclo A

P. Antonio Rivero, L.C.


Textos: 2 Re 4, 8-11.14-16; Rom 6, 3-4.8-11; Mt 10, 37-42


Idea principal: El que no toma su cruz y sigue al Señor, no es digno de Él.

Resumen del mensaje: Hoy el lenguaje de Cristo en el evangelio es duro de oír y de vivir. El seguimiento de Cristo comporta renuncias y sacrificios. En tantas ocasiones de la vida nos encontramos ante la encrucijada de opciones contradictorias: aceptar o no la cruz, optar por los valores del evangelio o por los más fáciles de este mundo. Hoy Cristo nos dice que debemos optar por él, por encima de intereses económicos o de lazos familiares, si queremos alcanzar la vida.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, la cruz era en tiempo de Jesús la más abyecta de las ejecuciones capitales, que los romanos aprendieron de los cartagineses y éstos de los bárbaros sometidos a las satrapías orientales; torturas exclusivas de esclavos. Tanto que al esclavo se le llamaba “portador de la cruz” (furcifer). En la comedia Miles gloriosus, de Plauto, sale un esclavo y dice: “Sé que la cruz será mi sepulcro; allí están colgados mis antecesores: padre, abuelo, bisabuelo, tatarabuelo” (2, 4, 372-373). Le temblaban las carnes a cualquiera con sólo oírlo. Ni idea, pues, puede tener el hombre del siglo XXI de la descarga eléctrica –miedo, repugnancia, escándalo- que les corrió por la espalda a los apóstoles cuando por primera vez le oyeron a Jesús decir: “El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”.

En segundo lugar, sabemos que hay cementerios de guerra en Centroeuropa con 2.000, 8.000 cruces idénticas a tresbolillo. ¡Qué pesadilla onírica! Pues, nuestro mundo es una plantación de cruces morales, familiares, sociales, matrimoniales, políticas, diarias, físicas, espirituales. Y en cada cruz, un Cristo: el prisionero sin esperanza, el revolucionario derrotado, el condenado a muerte, el mártir de las estructuras injustas sin posibilidad de revolucionarlas, la mujer con la lanza de la traición clavada en el costado, el moribundo por un mal diagnóstico, el hijo muerto por sobredosis de droga, ese muchacho víctima de un pedófilo o pederasta. Los 15 millones de leprosos, los 800 millones de analfabetos, los 1.500 millones sin derechos humanos, los 4.650 millones de hambrientos, etc. Esto es un oleaje sin fin de sangre, sudor y lágrimas, dolor, tristeza y miedo, desesperación. ¿Por qué, para qué, por qué yo, precisamente yo y ahora, qué sentido tiene, a qué viene…? Y un eco místico en la tarde rebota por valles, almas y siglos: “El que no toma mi cruz y me sigue…”.

Finalmente, preguntémonos, ¿por qué nos da tanto miedo la cruz? ¿Y por qué San Francisco Javier al acercarse en 1542 a las costas de la actual Kenia, al ver en la altura la columna que en 1498 levantó Vasco de Gama, una cruz de piedra roja, escribió: “En verla, sólo Dios sabe cuánta consolación recibimos, viéndola así sola y con tanta victoria entre tanta morería”? Al contemplar este mundo, este campo de cruces, se nos debería ensanchar el corazón porque estamos viviendo lo que dice Jesús en el evangelio de hoy: “El que no toma su cruz y me sigue…”. Estamos por buen camino. No hay que buscar la cruz, sino soportarla, como hizo Jesús. Más que soportarla, hay que combatirla, como Jesús hizo con sus milagros. Más que combatirla hay que transfigurar la cruz por la aceptación y diálogo con Jesús. Más que transfigurarla hay que liberar la cruz, como Jesús: con ella a cuestas pero no abrumado, clavado pero no desesperado, muerto pero resucitado.

Para reflexionar: ¿Qué estoy haciendo con mi cruz, con esa astilla de la cruz que Cristo me ha participado de su enorme cruz? ¿La he tirado a la cuneta y cargado en los hombros de los demás ? ¿Refunfuño y la lleva a regañadientes? ¿Me he abrazado a ella, uniéndola a la cruz de Cristo para darle valor redentor y expiatorio?

Las palabras de Jesús asombran el corazón del pueblo

El Papa hoy en  Santa Marta


El pueblo sigue a Jesús porque reconoce que es el Buen Pastor. Así lo ha afirmado el papa Francisco en la misa de esta mañana de jueves en Santa Marta. El Santo Padre ha advertido sobre los que reducen la fe a moralismo, los que llevan a cabo una liberación política o buscan acuerdos con el poder.
Hoy el Papa se ha preguntado en la homilía ¿por qué tanta gente seguía a Jesús? Y así, Francisco ha explicado que Jesús era seguido por las masas porque "estaban impresionadas por su enseñanza", sus palabras "asombraban su corazón, el asombro de encontrar algo bueno, grande". Los otros sin embargo "hablaban, pero no llegaban al pueblo". De este modo, el Santo Padre ha enumerado cuatro grupos de personas que hablaban en tiempo de Jesús. De los fariseos ha dicho el Papa que "hacían del culto a Dios, a la religión, una serie de mandamientos y de los diez que había, hacían más de trescientos" cargando "este peso" sobre las espaldas del pueblo. Y así "¡era una reducción de la fe en Dios Vivo a la casuística!", ha señalado. Francisco ha reflexionado sobre las "contradicciones de la casuística más cruel": "¡Pero tú debes -por ejemplo- cumplir el cuarto mandamiento! ¡Sí, sí, sí!; '¡Debes dar de comer a tu papá anciano, a tu mamá anciana!'; ¡Sí, sí, sí!; 'Pero sabe, yo no puedo porque he dado mi dinero al templo!'; '¿Tú no lo haces? ¡Los padres mueren de hambre!' Así: contradicción de la casuística más cruel. El pueblo los respetaba, porque el pueblo es respetuoso. ¡Los respetaba, pero no les escuchaba! Se iba..."
El Pontífice ha indicado otro grupo: los saduceos. "Estos no tenían fe, ¡habían perdido la fe! Su tarea religiosa la hacían en la calle de acuerdo con los poderes: los poderes políticos, los poderes económicos. Eran hombres de poder", ha explicado.  El tercer grupo del que el Papa ha hablado ha sido el de los "revolucionarios" o los zelotes que "querían hacer la revolución para liberar al pueblo de Israel de la ocupación romana". Francisco ha señalado que el pueblo "tiene un buen sentido y ¡sabe distinguir cuando la fruta está madura y cuando no lo está! ¡Y no les seguía!"
A continuación, el Santo Padre ha hablado del cuarto grupo: "gente buena: se llamaban los esenios". De estos, el Papa ha indicado que "eran monjes que consagraban su vida a Dios". Sin embargo "estaban lejos del pueblo y el pueblo no podía seguirles". Así, Francisco ha explicado que estas "eran las voces que llegaban al pueblo y  ninguna de estas voces tenía la fuerza de calentar el corazón del pueblo". Pero, "¡Jesús sí!", ha añadido. El Pontífice ha subrayado que "las multitudes estaban impresionadas: escuchaban a Jesús y el corazón se calentaba; ¡el mensaje de Jesús llegaba al corazón!" Y es que Jesús "se acercaba al pueblo", "sanaba el corazón del pueblo", entendía las dificultades. Jesús -ha proseguido el Papa- "no tenía vergüenza de hablar con pecadores, iba a buscarles", "sentía alegría, le gustaba ir con su pueblo". Y esto sucede porque "Jesús es el Buen Pastor, las ovejas escuchan su voz y lo siguen".
El Pontífice ha indicado que es por esto que el pueblo seguía a Jesús, porque era el Buen Pastor: "no era ni un fariseo casuístico moralista, ni un saduceo que hacia negocios políticos con los poderosos, ni un guerrillero que buscaba la liberación política de su pueblo, ni un contemplativo del monasterio. ¡Era un pastor! Un pastor que habla la lengua de su pueblo, se hacía entender, decía la verdad, las cosas de Dios: ¡no negociaba nunca las cosas de Dios! Pero las decía de tal forma que el pueblo amaba las cosas de Dios. Por esto lo seguían".
En este punto, el Santo Padre ha invitado a preguntarse "¿a mí a quién me gusta seguir? Los que me hablan de cosas abstractas o de casuísticas morales; los que se dicen del pueblo de Dios, pero no tienen fe y negocian todo con los poderes políticos, económicos; los que quieren siempre hacer cosas extrañas, cosas destructivas, guerras llamadas de liberación, pero que al final no son el camino del Señor; o un contemplativo lejano?"
Para finalizar la homilía, el Santo Padre ha pedido que esta pregunta "nos haga llegar a la oración y pedir a Dios, el Padre, que nos haga llegar cerca de Jesús para seguir a Jesús, para asombrarnos de lo que Jesús nos dice".

San Josémaría Escrivá de Balaguer

Isabel Orellana Vilches


«Cristo no nos pide un poco de bondad, sino mucha bondad. Pero quiere que lleguemos a ella no a través de acciones extraordinarias, sino con acciones comunes, aunque el modo de ejecutar tales acciones no debe ser común», decía el fundador del Opus Dei, un hombre que no ha dejado a nadie indiferente; no lo hizo en vida, ni después de traspasar las fronteras del cielo. Le han escoltado luces y sombras. Sin embargo, fue un aragonés noble, sencillo, que iba creciendo sin otro afán que abrir surcos en su acontecer para llenarlos de Dios, un apóstol que no cesó de evangelizar a tiempo y a destiempo, una persona con un carisma innegable que tuvo la gracia de llegar al corazón de la gente, un apasionado de Cristo y de María, fiel a la Iglesia.
Nació en Barbastro, Huesca, España, el 9 de enero de 1902, y tuvo en su hogar la primera escuela de fe. Envuelto en ternura, se nutrió con la piedad que le inculcaron sus padres. Se percibe en su vida el influjo del remanso de paz y de cariño que vistió su cuna. La promesa materna de llevarlo ante la Virgen al santuario de Torreciudad, le rescató de una previsible muerte a sus 2 años. Inquieto, enredado a veces en infantiles rabietas y escudado en su timidez, escuchaba de su madre sentencias de gran valor espiritual:«Josemaría, vergüenza sólo para pecar». Los ecos de la sabiduría que tuvo cerca se aprecian en «Camino», que ha alumbrado espiritualmente a muchas generaciones.
Vivió la dolorosa pérdida de tres hermanos. Sus ojos infantiles, aturdidos por las desgracias, le hacían temer su propia muerte, pero su madre le tranquilizaba recordándole que a él le protegía la Virgen. En su adolescencia la familia se trasladó a Logroño por haber quebrado el comercio que regentaban en Barbastro. Era muy observador y en las gélidas navidades de 1917 se percató de la presencia de un carmelita que caminaba descalzo por la nieve llevado de su amor a Dios. Las huellas que fue dejando impregnaron su espíritu de un irresistible deseo de ofrecer su vida. Abrió las puertas de su corazón y por ellas penetró la vocación al sacerdocio. Sus padres le apoyaron. Cursó estudios en Logroño y en Zaragoza, donde el cardenal Soldevilla, que apreció sus virtudes y cualidades, le designó inspector del seminario.
En 1923 inició la carrera de derecho. Solía acudir a la basílica del Pilar haciendo confidente a la Virgen de todas sus cuitas. Su padre murió en 1924, y al año siguiente fue ordenado sacerdote. Su primer destino fue Perdiguera. Allí en su breve estancia realizó una edificante labor pastoral dejando un recuerdo inolvidable en los fieles, labor también manifiesta en la parroquia zaragozana de san Pedro Nolasco, entre otras. Tenía don de gentes y gran sentido del humor.
En 1927 fue autorizado a culminar su preparación en Madrid, y comenzó a impartir clases de derecho en una academia. Los destinatarios de su apostolado fueron, además de los enfermos del patronato regido por las Damas Apostólicas, moradores de barrios de la periferia: modestas familias; un entorno cuajado de carencias y marcado por el dolor. Esta vertiente no colmaba del todo sus anhelos. De su interior brotaba la urgencia de llevar el evangelio por doquier. El 2 de octubre de 1928 en la iglesia de los Paules vio la inmensidad de un camino de santidad fraguado en la vida ordinaria al que todos eran llamados. Cada uno desde su lugar de trabajo se convertiría en heraldo para los demás de esa verdad que es Cristo, siempre al servicio de la Iglesia. Adelantándose al Concilio Vaticano II, recordó la invitación universal a la santidad, algo inusual en la época. Poco a poco, a través de amigos, profesores, estudiantes y sacerdotes fue constituyéndose el Opus. Rosario, misa y comunión diarias, oración, lecturas espirituales, disciplinas…, conformaban el ideario a seguir. Comenzó con varones, y a partir febrero de 1930 lo hizo extensivo a las mujeres. Un ingeniero argentino se afilió a la Obra y tras él fueron llegando otros miembros. En agosto de 1931, a través de una moción divina percibida mientras oficiaba la misa, entendió que «los hombres y mujeres de Dios» izarían «la Cruz con la doctrina de Cristo sobre el pináculo de toda actividad humana... Y vi triunfar al Señor, atrayendo a Sí todas las cosas».
Los inicios no fueron fáciles. Se refugiaba en la oración y ofrecía sus mortificaciones. Sufrió la pérdida de tres de los integrantes principales, y tuvo que volver al punto de partida. Mientras, iba adentrándose en los senderos de la mística, invadido de amor por el Padre, conciencia filial que forma parte del carisma que dio a fundación. Hacía partícipes de sus sueños apostólicos a los estudiantes de Dya, academia fundada por él, animándoles a leer la vida de Cristo y a meditar en su Pasión.
Entre 1934 y 1935 trasladó el centro a una calle céntrica madrileña, donde escribióConsideraciones Espirituales, el conocido «Camino» que vería la luz como tal en 1939. La Guerra Civil le puso en peligro de muerte; tuvo que refugiarse en un psiquiátrico y padeció incontables penalidades. Huyo a Barcelona y a Andorra. Luego pasó por Pamplona y se estableció en Burgos; allí dio nuevo impulso a la Obra. En 1939 volvió a Madrid. Comenzó a impartir numerosos retiros espirituales, y en 1941 surgieron sus detractores cargados con dardos de incomprensión, maledicencia, calumnias y falsedades, carcomidos por la envidia. En 1944 se ordenaron los primeros sacerdotes.
En 1946 viajó a Roma buscando la aprobación que le concedió Pío XII; luego se entrevistaría con Juan XXIII y con Pablo VI. La Obra se extendió por el mundo, alumbrada por él con su palabra, oración y penitencia, amparado en Cristo y en María, viajando incansablemente dentro y fuera de España. Gozó del apoyo de los pontífices y de muchos prelados. Padecía diabetes, y al final sufrió severas cataratas. Murió en Roma el 26 de junio de 1975. Juan Pablo II lo beatificó 17 de mayo de 1992 y lo canonizó el 6 de octubre del año 2002, denominándole el santo de la vida ordinaria.

6/25/14

La familia no es reliquia sino esperanza para el futuro

Monseñor Silvano María Tomasi 



La familia es una célula fundamental de la sociedad humana. Así lo ha afirmado monseñor Silvano María Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en la ONU de Ginebra, durante su intervención en la 26ª Sesión del Consejo de los derechos humanos.
El prelado destacó en su discurso que "la familia sigue demostrando un mayor vigor" respecto a la fuerza de aquellos que han intentado e intentan eliminarla como "una reliquia del pasado, un obstáculo a la emancipación del individuo o a la creación de una sociedad libre, feliz y paritaria", dice el texto del discurso enviado a ZENIT.
Por otro lado, monseñor Tomasi hizo referencia al vínculo entre "la familia y la sociedad" que tienen "una función complementaria en la defensa y promoción del bien de cada persona y de la humanidad". Además, recordó que "la dignidad y los derechos del individuo no se ven disminuidos por la atención prestada a la familia". Por el contrario, "la mayoría de la gente encuentra una protección única, nutrición, y la energía dinámica de su pertenencia a una familia fuerte y saludable basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer". Por otra parte, monseñor Tomasi observó que "numerosas pruebas han demostrado que el interés superior del niño se asegura en un ambiente familiar armonioso en el que la educación y la formación de los niños se desarrollan en el contexto de la experiencia vivida con los modelos de conducta de los padres, tanto masculino como femenino".
A continuación, el prelado indicó que "la familia es la célula fundamental de la sociedad en la que las generaciones encuentran amor, educación y apoyo recíproco, y la transmisión del don de la vida", así como "donde se aprende a vivir con los demás a pesar de nuestras diferencias". De este modo, recordó que esta visión se encuentra "en la historia de todas las culturas". Por esta razón, el observador vaticano señaló que la "Declaración Universal de Derechos Humanos reconoció únicos, profundos, y sin concesiones los derechos y deberes de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer".
Para finalizar su discurso, monseñor Tomasi renovó la postura de la Delegación de la Santa Sede sobre la familia, entendida como "un todo y unidad integral, la cual no debe ser dividida o marginada". Por esta razón, el prelado afirmó que "la familia y el matrimonio tienen que ser defendidos y promovidos no sólo por el Estado sino también por el conjunto de la sociedad". Y añadió que "ambos requieren la decidida apuesta de cada persona, ya que es a partir de la familia y el matrimonio que se puede dar una respuesta completa a los retos del presente y los riesgos del futuro. El camino a seguir está indicado en los derechos humanos fundamentales y por los convenios que garantizan la universalidad de esos derechos y su valor vinculante, que debe ser preservado y promovido por la comunidad internacional relacionada".


La identidad cristiana es pertenecer la Iglesia

El Papa en la Audiencia General


Queridos hermanos y hermanas:
En la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, hemos iniciado de la iniciativa de Dios que quiere formar un pueblo que lleva su bendición a todos los pueblos de la tierra. Comienza con Abraham y después, con mucha paciencia -- y Dios la tiene, tiene mucha-- prepara este pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre ellos.
Hoy queremos detenernos sobre la importancia, para el cristiano, de pertenecer a este pueblo. Hablamos de la pertenencia a la Iglesia. No estamos solos y no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia.
Es como un apellido: si el nombre es 'soy cristiano' el apellido es 'pertenezco a la Iglesia'. Es muy bonito darse cuenta cómo esta pertenencia sea expresada también en el nombre que Dios se atribuye a sí mismo.
Respondiendo a Moisés, en el episodio estupendo de la zarza ardiente, se define como el Dios de los padres, --no dice yo soy el Omnipotente-- Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De esta forma Él de manifiesta como Dios que ha hecho una alianza con nuestros padres y permanece siempre fiel a su pacto, y nos llama a entrar en esta relación que nos precede.
Esta relación de Dios con su pueblo nos precede a todos nosotros, desde aquel tiempo. En este sentido, el pensamiento va en primer lugar, con gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia.
¡Nadie se hace cristiano por sí mismo! ¿Está claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en el laboratorio. El cristiano es parte de un pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia la hace cristiano por el bautismo, ¿se entiende? Y después con el recorrido de la catequesis, y tantas cosas. Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí.
Sí nosotros creemos, si sabemos rezar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si lo sentimos cerca y lo reconocemos en los hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y después nos la han transmitido, la fe la hemos recibida de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado.
Si lo pensamos bien, quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan delante de los ojos, en este momento: puede ser el rostro de los padres que han pedido para nosotros el bautismo; el de nuestros abuelos o algún familiar que nos ha enseñado a hacer el signo de la cruz y a recitar las primeras oraciones.
Yo siempre recuerdo mucho el rostro e la religiosa que me ha enseñado el catecismo y siempre me viene, está en el cielo seguro porque es una mujer santa, yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa. O el rostro del párroco, de otro sacerdote, o de una religiosa, de un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Esta es la Iglesia: es una gran familia en la cual se es acogido y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor.
Este camino lo podemos vivir no sólo gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el 'hazlo tú', no existen 'bateadores libres'. ¡Cuántas veces el papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un 'nosotros' eclesial! A veces sucede que se oye a alguien decir: "yo creo que Dios. Creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa..." ¿Cuántas veces hemos oído esto? Y esto no va.
Hay quien afirma poder tener una relación personal, directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía, el gran Pablo VI, dicotomías absurdas. Es verdad que caminar juntos es laborioso, y a veces puede resultar cansado: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos dé problemas, o escándalo... Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a las personas humanas, a todos nosotros, a los testigos; y es en nuestros hermanos y hermanas, con sus dones y sus límites, que viene a nuestro encuentro y se hace reconocer.
Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recordadlo bien, ser cristiano significa pertenecer a la Iglesia. El nombre es cristiano, el apellido es pertenencia a la Iglesia.
Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer nunca en la tentación de pensar poder prescindir de los otros, poder prescindir de la Iglesia, poder salvarnos solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia, no se puede estar en comunión con Dios sin estarlo con la Iglesia y no podemos ser buenos cristianos si no junto a todos aquellos que buscan seguir al Señor Jesús, como un único pueblo, un único pueblo, y esto es la Iglesia. Gracias. ​​​​​​​​

Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia al Señor

El Papa ayer en Santa Marta


El papa Francisco, ha reflexionado sobre la triple vocación de Juan Bautista: preparar, discernir, disminuir. Lo ha hecho durante la homilía de la misa matutina en Santa Marta, en la solemnidad de la natividad de san Juan Bautista. "Preparar la venida del Señor, discernir quién es el Señor, disminuir para que el Señor crezca". Con esta tres ideas el Santo Padre ha desarrollado su homilí de hoy.
Francisco ha recordado que Juan preparaba el camino a Jesús "sin tomar nada para él. Era un hombre importante: la gente lo buscaba, lo seguía porque sus palabras eran fuertes". Sus palabras llegaban al corazón, ha indicado. Y allí tuvo quizás "la tentación de creer que era importante, pero no ha caído", ha advertido el Santo Padre. De hecho, cuando se acercaron los doctores a preguntarle si era el Mesías, Juan respondió:"soy voz, sólo voz" pero "he venido a preparar el camino al Señor". Francisco ha señalado aquí la primera vocación del Bautista: "preparar al pueblo, preparar el corazón del pueblo para el encuentro con el Señor".
Pero ¿quién es el Señor?, se ha preguntado el Papa y ha respondido así: "esta es la segunda vocación de Juan: discernir, entre tanta gente buena, quién era el Señor. Y el Espíritu le ha revelado esto y él ha tenido la valentía de decir: 'Es éste. Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo'. Los discípulos miraron a este hombre que pasaba y lo dejaron ir. Al día siguiente, sucedió lo mismo. '¡Es ese! Es más digno que yo'. Los discípulos fueron detrás de Él. En la preparación, Juan decía: 'Detrás de mí viene uno...' Sabiendo discernir y señalar al Señor, dice: 'Delante de mí... ¡está Él!'"
La tercera vocación sobre la que ha hablado el Pontífice es la de disminuir. "Su vida comenzó a abajarse, a disminuir para que creciera el Señor, hasta anularse a sí mismo", ha observado.  Y ha explicado a continuación que "esta ha sido la etapa difícil de Juan, porque el Señor tenía un estilo que él no había imaginado, hasta tal punto que en el cárcel -porque estaba en la cárcel en este momento- sufrió no solo la oscuridad de la celda, sino la oscuridad del corazón: 'Pero, ¿será Éste? ¿No me habré equivocado? Porque el Mesías tiene un estilo tan a mano... No se entiende...' Y como era hombre de Dios, pide a sus discípulos ir donde Él a preguntar: 'Pero, ¿eres Tú realmente o debemos esperar a otro?'"
El Santo Padre ha afirmado que la "humillación de Juan es doble: la humillación de su muerte como precio de un capricho" pero también "la humillación de la oscuridad del alma". De este modo, Francisco ha recordado que Juan que ha sabido "esperar" a Jesús,  que ha sabido "discernir", "ahora ve a Jesús lejos".
Y ha proseguido Francisco: "esa promesa se ha alejado. Y termina solo. En la oscuridad, en la humillación". Se queda solo "porque se ha destruido mucho para que el Señor creciera".
Para finalizar la homilía de esta mañana, el Obispo de Roma ha señalado que Juan ve que el Señor está "lejos" y él "humillado, pero con el corazón en paz". "Tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, dejar crecer al Señor y disminuirse a sí mismo. También es bonito pensar a la vocación del cristiano así. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro, prepara el camino a otro: al Señor. Un cristiano debe saber discernir, debe conocer como discernir la verdad, cuando lo que parece verdad y no es: hombre de discernimiento. Y un cristiano debe ser un hombre que sepa abajarse para que el Señor crezca, en el corazón y en el alma de los otros", ha concluido el Papa.

6/22/14

Volvernos "pan partido"

El Papa en el Ángelus



"Queridos hermanos y hermanas
En Italia y en muchos otros países del mundo se celebra este domingo la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y se usa frecuentemente el nombre en latín: Corpus Domini, o Corpus Christi. La comunidad eclesial se recoge entorno a la eucaristía para adorar el tesoro más precioso que Jesús nos ha dejado.
El evangelio de Juan nos presente el discurso sobre el 'pan de vida', que Jesús realizó en la sinagoga de Cafarnaún, en el cual afirmó: 'Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si uno come este pan vivirá eternamente y el pan que yo daré y mi carne para la vida del mundo”.
Jesús subraya que no vino a este mundo para traer alguna cosa, pero para darse, su vida, para nutrir a quienes tiene fe en Él. Esta comunión con el señor nos empeña a nosotros, sus discípulos, a imitarlo, haciendo de nuestra existencia, con nuestra actitud un pan partido para los otros, como el Maestro ha partido el pan que es realmente su carne.
Para nosotros en cambio son las actitudes generosas hacia el prójimo las que demuestran nuestra actitud hacia los otros.
Cada vez que participamos a la Santa Misa y nos nutrimos del Cuerpo de Cristo, la presencia de Jesús y del Espíritu Santo actúa en nosotros, llena nuestro corazón, nos comunica actitudes interiores que se traducen en comportamientos según el Evangelio.
Sobre todo la palabra de Dios, después la fraternidad entre nosotros, el coraje del testimonio cristiano, la fantasía de la caridad, la capacidad de dar esperanza a los desanimados, de acoger a los excluidos.
De esta manera la eucaristía hace madurar un estilo de vida cristiano. La caridad de Cristo acogida con el corazón abierto nos cambia, nos transforma, nos vuelve capaces de amar, no según una medida humana, siempre limitada, sino según la medida de Dios, o sea sin medida.
¿Y cuál es la medida de Dios?, sin medida. La medida de Dios no tiene medida, todo, todo, todo. No se puede medir el amor de Dios, porque no tiene medida. Y entonces nos volvemos capaces de amar también a quien no nos ama. Y no es fácil amar a quien no nos ama, no es fácil, porque si sabemos que una persona no nos quiere, también nosotros tenemos ganas de no quererlo. Y no, tenemos que amar también a quien no nos ama de oponernos al mal con el bien, de perdonar, de compartir, de acoger.
Gracias a Jesús y al Espíritu, también nuestra vida se vuelve “pan partido” para nuestros hermanos. Y viviendo así descubrimos la verdadera alegría, la alegría de volverse don, para devolver el gran don que nosotros recibimos primero sin tener mérito. Es bello esto, nuestra vida se hace don, esto es imitar a Jesús.
Querría recordar dos cosas. Primero: la medida de amar a Dios es amar sin medida. ¿Está claro esto? Nuestra vida con el amor de Jesús recibiendo la eucaristía, se hace un don, como fue la vida de Jesús. No nos olvidemos de estas dos cosas: La medida del amor de Dios es amar sin medida. Siguiendo a Jesús con la eucaristía, hacemos de nuestra vida un don.
Jesús, pan de vida eterna, descendió del cielo y se hizo carne gracias a la fe de María Santísima. Después de haberlo llevado en sí con inefable amor, Ella lo ha seguido fielmente hasta la cruz y la resurrección. Pidamos a la Virgen que nos ayude a descubrir la belleza de la eucaristía, a hacerla el centro de nuestra vida, especialmente en la misa dominical y en la adoración".
El Santo Padre reza el ángelus y a continuación recuerda que "el 26 de junio próximo es la Jornada de las Naciones Unidas por las víctimas de la tortura. En esta circunstancia reitero la firme condena de todo tipo de tortura e invito a los cristianos a empeñarse para colaborar a la abolición y apoyar a las víctimas y a sus familiares. Torturar a las personas es un pecado mortal, un pecado mortal muy grave".
Y concluyó sus palabras saludando “a todos los romanos y peregrinos aquí presentes”, a los estudiantes de diversas escuelas y a algunas iniciativas varias. Y se despidió de los presentes con su “buona domenica e un buon pranzo. Arrivederci”.

6/21/14

Programa del papa en su viaja a Calabria

La diócesis de Cassano all'Jonio cuenta poco más de cien mil personas


PROGRAMA

7,30 - El papa Francisco parte en helicóptero desde el Vaticano.

9,00 - Aterriza el helicóptero en Castrovillari, en la casa "Rosetta Sisca”.

9,30 - El Santo Padre visitará el centro penitenciario y dará su primer discurso del día.

10.30 - El Papa se dirigirá en helicóptero a Cassano all'Jonio.

11.00 - El Santo Padre llegará al campo deportivo "Pietro Toscano". En ese momento Francisco realizará la visita a los enfermos del hospicio "San Giuseppe Moscati" de Cassano all'Jonio en donde tendrá lugar el segundo discurso de la jornada.

12.00 - Encuentro con los sacerdotes diocesanos. Francisco dirá su tercer discurso.

13.00 -El Papa come con los pobres asistidos por Cáritas diocesana y con los jóvenes de la Comunidad residencial terapéutica y de rehabilitación “Mauro Rostagno” en el Seminario “Giovanni Paolo I”.

14,30 - Visita a la "Casa Serena" donde encontrará a los ancianos.

15,15 - El papa Va en auto a la Piana de Síbari.

16 -En la Piana de Síbari, el Pontífice celebrará la Eucaristía. 

El regreso al Vaticano está previsto entorno a las 18 horas y la llegada a Roma a las 19.30.

Solemnidad del Corpus Christi en Roma

El Papa en la Homilía del Jueves

«El Señor, tu Dios… te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían» (Dt 8,2-3).
Estas palabras del Deuteronomio hicieron referencia a la historia de Israel, que Dios los hizo salir de Egipto, de la condición de esclavos, y por cuarenta años ha guiado en el desierto hacia la tierra prometida. Una vez establecido en la tierra, el pueblo elegido logra una cierta autonomía, un cierto bienestar, y corre el riesgo de olvidarse los tristes acontecimientos del pasado, superadas gracias a la intervención de Dios y a su infinita bondad. Las Escrituras exhortan a recordar, a hacer memoria de todo el camino hecho en el desierto, en el tiempo de la necesidad, de la angustia.
La invitación es aquella de retornar a lo esencial, a la experiencia de la total dependencia de Dios, cuando la sobrevivencia fue confiada a su mano, para que el hombre comprendiera que “no vive sólo de pan, sino… de todo lo que sale de la boca de Dios” (Dt 8, 3).
Además del hambre física, el hombre lleva en sí otra hambre, un hambre que no puede ser saciada con el alimento ordinario. Es el hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y el signo del maná −como toda la experiencia del éxodo− contenía en sí también esta dimensión: era figura de un alimento que satisface esta hambre profunda que hay en el hombre. Jesús nos dona este alimento, es más, es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo (Cfr. Jn 6, 51). Su Cuerpo es el verdadero alimento bajo la especie del pan; su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie del vino. No es un simple alimento con el cual saciamos nuestros cuerpos, como el maná. El Cuerpo de Cristo es el Pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la sustancia de este pan es Amor.
En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor así grande que nos nutre con Sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar sus propias fuerzas. Vivir la experiencia de la fe significa dejarse nutrir por el Señor y construir la propia existencia no sus bienes materiales, pero sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo.
Si nos miramos entorno, nos damos cuenta que hay tantos ofrecimientos de alimentos que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más. Algunos se nutren con el dinero, otros con el éxito y la vanidad, otros con el poder y el orgullo. ¡Pero el alimento que nos nutre realmente y que sacia es solamente el que nos da el Señor! El alimento que nos ofrece el Señor es diferente de los otros, y quizás no parece así tan gustoso como ciertas comidas que nos ofrece el mundo. Y así, soñamos otras comidas, como los hebreos en el desierto, que añoraban la carne y las cebollas que comían en Egipto, pero olvidaban que aquellas comidas las comían en la mesa de la esclavitud. Ellos, en esos momentos de tentación, tenían memoria, pero una memoria enferma, una memoria selectiva, una memoria esclava, no libre.
Cada uno de nosotros, hoy puede preguntarse, ¿Y yo? ¿Dónde quiero comer? ¿En torno a qué mesa me quiero nutrir? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer alimentos gustosos, pero en la esclavitud? ¿Cuál es mi memoria? ¿Aquella del Señor que me salva?, ¿O aquella del ajo y de las cebollas de la esclavitud? ¿Con cuál memoria yo sacio mi alma?
El Padre nos dice: “Te he nutrido con maná que tú no conocías”. Recuperemos la memoria. Ésta es la tarea: ¡Recuperemos la memoria!, y aprendamos a reconocer el pan falso que nos ilusiona y corrompe, porque es fruto del egoísmo, de la autosuficiencia y del pecado.
Dentro de poco, en la procesión, seguiremos a Jesús, realmente presente en la Eucaristía. La Hostia es nuestro maná, mediante el cual el Señor se nos dona a sí mismo. A Él nos dirigimos con fe: Jesús, defiéndenos de las tentaciones del alimento mundano que nos hace esclavos, purifica nuestra memoria, para que no quede prisionera en la selectividad egoísta y mundana, pero sea memoria viva de tu presencia por toda la historia de tu pueblo, memoria que se hace “memorial” de tu gesto de amor redentor. Amén

6/20/14

¿Un euro más te da la felicidad?

El Papa en Santa Marta


Jesús nos pide tener el corazón libre de dinero, vanidad y poder. Lo ha recordado el papa Francisco en la homilía de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Santo Padre ha indicado que las verdaderas riquezas son las que hacen "luminoso" el corazón como la adoración a Dios y el amor al prójimo. Y así, ha advertido sobre los tesoros mundanos que pesan y encadenan nuestro corazón.

El papa Francisco ha desarrollado su homilía sobre el consejo de Jesús en el Evangelio de hoy "no acumuléis, para vosotros, tesoros en la tierra". Este es un "consejo de prudencia", porque los tesoros sobre la tierra "no son seguros: se estropean, vienen los ladrones y se los llevan". Y, ¿en qué tesoros piensa Jesús?, se ha preguntado el Papa. Y responde: "principalmente en tres y siempre vuelve sobre el mismo argumento".
"El primer tesoro: el oro, el dinero, las riquezas...'Pero no estás seguro con esto porque, quizá, te lo robarán ¿no?' ; 'no, ¡estoy seguro con las inversiones!'; '¡quizá cae la Bolsa y tú te quedas sin nada! Dime, ¿un euro más te hace más feliz o no? Las riquezas, tesoro peligroso, peligroso... Pero las riquezas son buenas, sirven para hacer muchas cosas buenas, para llevar adelante la familia: ¡esto es verdad! Pero si tú las acumulas como un tesoro, ¡te roban el alma! Jesús en el Evangelio vuelve a este argumento, sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre poner la esperanza en las riquezas".
A continuación el Pontífice ha hablado del segundo tesoro: la vanidad, "el tesoro de tener prestigio, de hacerse ver". Y esto siempre es condenado por Jesús, ha recordado el Papa. De esto modo, ha invitado a pensar lo que Jesús "dice a los doctores de la ley, cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando rezan para hacerse ver". El Santo Padre ha citado a san Bernardo cuando afirmaba: "tu belleza terminará por ser comida de gusanos".
Finalmente el tercer tesoro es "el orgullo", "el poder". El Papa ha hecho referencia a la Primera Lectura donde se narra la caída de la reina Atalía. "Su gran poder duró siete años, después fue asesinada. ¡El poder termina!", ha recordado. Y ha añadido: "cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han terminado en el anonimato, en la miseria o en prisión". Es de ahí de donde viene la exhortación de no acumular dinero, vanidad, orgullo, poder. Estos tesoros "no sirven" ha insistido.
El Señor nos pide acumular "tesoros del cielo", ha afirmado Francisco. "Aquí está el mensaje de Jesús: 'Pero si tu tesoro está en las riquezas, en la vanidad, en el poder, en el orgullo, ¡tu corazón estará encadenado ahí!" Tu corazón será esclavo de las riquezas, de la vanidad, del orgullo'. ¡Y lo que Jesús quiere es que tengamos un corazón libre! Este es el mensaje de hoy. 'Pero, por favor, ¡tened un corazón libre!', nos dice Jesús. Nos habla de la libertad del corazón. Y tener un corazón libre solamente se puede tener con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a los otros, la adoración a Dios. Estas son las verdaderas riquezas que no son robadas. Las otras riquezas pesan en el corazón. Pesan en el corazón: lo encadenan, ¡no le da libertad!", ha explicado el Santo Padre.
Asimismo, el Papa ha hablado de un "corazón esclavo" que "no es un corazón luminoso: será tenebroso". Y si nosotros acumulamos tesoros de la tierra, "¡acumulamos oscuridades, que no sirven!" El Papa ha advertido que estos tesoros "no nos dan la alegría, pero sobre todo no nos dan la libertad". Sin embargo, "un corazón libre es un corazón luminoso, que ilumina a los otros, que hace ver el camino que lleva a Dios".
Para finalizar la homilía, el Santo Padre ha insistido en la idea de "un corazón luminoso, que no está encadenado, un corazón que va adelante y que también envejece bien, porque envejece como el buen vino: cuando el buen vino envejece es un buen vino envejecido. Sin embargo, el corazón que no es luminoso es como el vino malo: pasa el tiempo y se estropea más y se hace vinagre". Y así, Francisco ha pedido "que el Señor nos dé esta prudencia espiritual, para entender bien donde está mi corazón, a qué tesoro está unido mi corazón. Y también nos da la fuerza de desencadenarlo, si está encadenado, para que se haga libre, luminoso y nos dé esta felicidad bella de los hijos de Dios: esa verdadera libertad".

Mi memoria, ¿del Señor o de las cebollas?

Rocío Lancho García



Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto y de la condición de esclavitud, y una vez establecido en su tierra, el pueblo elegido alcanza una cierta autonomía, un cierto bienestar y "corre el riesgo de olvidarse de las situaciones tristes del pasado, superadas gracias a la intervención de Dios y a su infinita bondad". Por eso las Escrituras exhortan a recordar, a hacer memoria de todo el camino hecho en el desierto, en el tiempo del hambre y la desesperación. Así lo ha recordado el santo padre Francisco ayer tarde, en la homilía de la misa celebrada en la catedral de Roma, San Juan de Letrán, en la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
De este modo, el Papa ha indicado que "además del hambre físico el hombre lleva consigo otro tipo de hambre, un hambre que no puede ser saciado con la comida ordinaria". Y ha explicado que "es hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y el signo del maná --como toda la experiencia del éxodo-- contenía en sí también esta dimensión: era figura de una alimento que sacia el hambre profunda que hay en el hombre".
Francisco ha explicado que Jesús nos da este alimento, es más, "es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo". Asimismo, ha recordado que "no es un simple alimento con el que saciar nuestros cuerpos, como el maná; el Cuerpo de Cristo es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la sustancia de este pan es Amor".
Al respecto, el Pontífice ha observado que en la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: "un amor tan grande que nos nutre con Sí mismo, un amor gratuito, siempre a disposición de cualquier persona hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas". Es por eso, ha proseguido, que vivir la experiencia de la fe "significa dejarse nutrir por el Señor y construir la propia existencia no sobre los bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo".
Por otro lado, el Santo Padre ha recordado que si miramos a nuestro alrededor "nos damos cuenta que hay muchas ofertas de alimento que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más". Así, ha puesto como ejemplo que algunos se alimentan con el dinero, la vanidad, el poder el orgullo. Y ha reafirmado que el alimento que nos nutre de verdad y que nos sacia es solamente el que nos da el Señor y que "el alimento que  nos ofrece el Señor es distinto de los otros, y quizá no nos parece sabroso como ciertos alimentos que nos ofrece el mundo". Por esta razón, "soñamos otras comidas", como el pueblo de Israel en el desierto.
Francisco ha invitado a los presentes a preguntarse "y yo, ¿dónde quiero comer? ¿En qué mesa quiero nutrirme? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer alimentos sabrosos, pero en la esclavitud? ¿Cuál es mi memoria? ¿La del Señor que me salva, o la del ajo y las cebollas de la esclavitud? ¿Con qué memoria sacio mi alma?"
Y así, el Papa ha exhortado a recuperar la memoria y aprender a reconocer "el pan falso que engaña y corrompe, porque es fruto del egoísmo, de la autosuficiencia y del pecado". 
Para finalizar la homilía, Francisco ha mencionado que dentro de poco, en la procesión, "seguiremos a Jesús realmente presente en la Eucaristía". Por eso ha querido recordar que "la hostia es nuestro maná, mediante el cual el Señor se da a nosotros". Con confianza, ha pedido dirigirse a Jesús pidiéndole: "defiéndenos de las tentaciones del alimento mundano que nos hace esclavos; purifica nuestra memoria, para que no se quede prisionera en la selectividad egoísta o mundana, sino que sea memoria viva de tu presencia a lo largo de la historia de tu pueblo, memoria que se hace 'memorial' de tu gesto de amor redentor".