7/31/17

El Reino de Dios exige “molestarse”

El Papa ayer en el ángelus


¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El discurso de Jesús en parábolas, que reagrupa siete parábolas en el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, se concluye con las tres metáforas del día: el tesoro (v.44), la perla preciosa (v. 45-46) y la red de pesca (v. 47-48). Me paro en las dos primeras que subrayan la decisión de los protagonistas de venderlo todo para obtener lo que han descubierto. En el primer caso se trata de un campesino que encuentra por casualidad un tesoro oculto escondido en el campo donde trabaja. El campo no le pertenece lo tiene que comprar si quiere entrar en posesión del tesoro: de manera que decide arriesgar todos sus bienes para no perder esta ocasión excepcional. En el segundo caso nos encontramos a un comerciante de perlas preciosas; un experto conocedor, ha descubierto una perla de gran valor. Él también ha decidido apostarlo todo por esta perla; hasta el punto de vender las otras.
Estas comparaciones ponen en evidencia dos características que conciernen a la posesión del Reino de Dios: la búsqueda y el sacrificio. Es verdad que el Reino de Dios se ofrece a todos, es un don, es un regalo, es una gracia. Pero no se pone a disposición en una bandeja de plata, exige un dinamismo: se trata de buscar, de caminar, molestarse.
La actitud de la búsqueda es la condición esencial para encontrar; el corazón tiene que arder de deseo de unirse al bien precioso, es decir al Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús. Él es el tesoro escondido, Él es la perla de gran valor. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar una vuelta decisiva a nuestra vida, llenándola de sentido.
De cara a este descubrimiento inesperado, lo mismo el campesino como el comerciante se dán cuenta de que están de cara a una ocasión única y a no dejarla escapar, por eso venden todo lo que tienen. La evaluación del valor inestimable del tesoro conduce a una decisión que implica también sacrificio, desapego y renuncia.
Cuando el tesoro y la perla han sido descubiertos, es decir cuando hemos encontrado al Señor, es necesario no dejar estéril  este descubrimiento sino sacrificar por él cualquier otra cosa. No se trata de despreciar el resto sino de subordinarlo a Jesús poniéndolo a él en el primer lugar. La gracia en el primer lugar. El discípulo de Cristo no es alguien privado de lo esencial sino que es alguien que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que solo el Señor puede dar, es la alegría evangélica de los enfermos curados; de los pecadores perdonados; del ladròn al que se le abre la puerta del paraíso.
La alegría del Evangelio colma el corazón y la vida entera de quienes se  encuentran con Jesús. Aquellos que se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (cfr Evangelii Gaudium, n. 1).
Hoy somos exhortados a contemplar la alegría del campesino y del comerciante de las parábolas. Es la alegría de cada uno de nosotros  cuando descubrimos la cercanía y la presencia consoladora de Jesús en nuestra vida.
Una presencia que transforma el corazón y nos abre a las necesidades  y a la acogida de los hermanos, especialmente a los más débiles.
Oremos, por la intercesión de la Virgen María, para que cada uno de nosotros sepa testimoniar, con las palabras y gestos cotidianos, la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios, es decir el amor que el Padre nos ha dado por Jesús.

7/30/17

Chile: la Iglesia será mediadora en la mesa de diálogo con los mapuches

Fuente: Zenit.org

Hay un enfrentamiento de los mapuches desde los años 90 contra los agricultores y empresarios, debido a la propiedad de la tierra
El gobierno chileno está organizando una inaudita mesa de diálogo para hacer frente al conflicto en la zona Mapuche: lo ha confirmado a la prensa local el obispo de la diócesis de Temuco, Mons. Héctor Eduardo Vargas Bastidas, S.D.B., a quien la Subsecretaria del Interior le ha solicitado que tome parte como principal organizador para contactar a los representantes del mundo mapuche. “Es una iniciativa que surge del gobierno y que debe ser anunciada muy pronto” ha dicho Mons. Vargas.
Lo indicó la agencia de noticias Fides, precisando que en esta “primera mesa de diálogo mapuche” en el segundo mandato de la presidenta Michelle Bachelet, se espera que participen dirigentes mapuches, agricultores y personalidades del mundo académico, como el premio Nacional de Historia, Jorge Pinto.
No se descarta que se llame a intervenir a miembros de los forestales y líderes del movimiento mapuche más radical: ambos sectores han sido también contactados por el gobierno, según la nota recibida en la Agencia Fides enviada por una fuente local.
Más de una decena de templos religiosos fueron quemados en las últimas semanas en la región de La Araucanía, en el sur de chile en ataques atribuidos a grupos radicales de indigenas mapuche.
El obispo de Temuco en una entrevista dada en abril a un periódico local, ya explicaba que “las iglesias quemadas se encuentran ubicadas en las comunidades mapuches, tenemos que pensar que estas iglesias fueron construidas por ellos mismos.
Los mapuches, tales como el Grupo de los ‘loncos’, son los primeros animadores de las comunidades: dirigen el catecismo, son misioneros laicos, tienen incluso seminaristas. Ahora la gente tiene miedo. Estos ataques no sólo afectan a la Iglesia, sino a la misma comunidad local”. “El pueblo mapuche es profundamente religioso”, dice el obispo, “y la solución definitiva parte del diálogo”.
Sólo en la diócesis de Temuco, las actividades pastorales llegan a un millar de comunidades mapuches. Este trabajo también implica mejorar la dignidad, la cultura y los derechos del pueblo mapuche, promoviendo instituciones que mejoren su calidad de vida, tales como la formación de micro-empresas y aumentar la productividad de sus tierras”.
En la Araucanía chilena, el llamado “conflicto mapuche” mantienen enfrentados desde los años 90 al grupo étnico más grande e importante del país, contra los agricultores y empresarios, debido a la propiedad de la tierra, considerada por los Mapuche un “patrimonio ancestral”. En las últimas semanas se han producido varios incidentes de choques violentos entre indígenas mapuches y miembros de algunas de las comunidades de los agricultores locales.

7/29/17

Series de televisión y familia:


¿De qué mensajes se hacen portavoces las series de televisión?
Series de tv y familia: ¿qué relación hay entre estas dos realidades? ¿De qué forma se representa a la familia en las series de televisión más seguidas de nuestros días?
Estas y otras preguntas nos han llevado a analizar el punto de vista con el que las telenovelas y los telefilmes de mayor audiencia muestran esta institución que, según muchos sociólogos, es la célula primaria de la sociedad, es decir, la micro-comunidad a partir de la cual se constituye la totalidad del tejido social.

El poder de las imágenes

Los medios de comunicación se pueden definir como unos espejos y unos amplificadores de la realidad, porque vehiculan la mentalidad dominante de los entornos en los que operan y, al mismo tiempo, son portavoces de determinados mensajes y valores, contribuyendo ellos mismos a plasmar y modificar la realidad.
Esto vale también para los filmes y las series de televisión: a través de las historias presentan situaciones de vida más o menos verosímiles, y tienen el poder de proyectar en la pantalla todos esos cambios culturales que respiramos a nuestro alrededor. Al mismo tiempo, gracias al uso de las imágenes, son capaces de dar consistencia a estos cambios, y de esta manera, a largo plazo influyen en el modo de pensar de los espectadores.
En lo que se refiere a la familia, ¿de qué mensajes se hacen portavoces las series de televisión?

La situación actual de la familia

El sociólogo Pierpaolo Donati, en su libro La familia: el genoma que hace vivir la sociedad (Rubbettino, 2013) −del que ya se habló en un precedente artículo− explica que en el contexto social en que vivimos es cada vez más difícil distinguir las características intrínsecas y esenciales de la familia. Según la mentalidad post-moderna, no existirían, de hecho, "criterios objetivos" −que se puedan deducir de la estructura antropológica del ser humano−, para poder establecer qué es familia y qué no lo es.
La responsabilidad de determinar qué relaciones puedan dar vida a un nuevo núcleo familiar se deja a la subjetividad de cada uno: para que determinadas relaciones interpersonales puedan merecer el apelativo de "familia" sería suficiente la voluntad individual de algunas personas de vivir como una familia junto a unos sentimientos profundos, que vinculen afectivamente entre sí a dos o más sujetos.
Así pues, si cualquier unión puede generar potencialmente una familia, la llamada "familia tradicional", formada por un hombre y una mujer casados y con hijos, no sería nada más que uno de los modelos familiares posibles. Y en efecto, hoy se consideran equiparables a núcleos monoparentales, uniones homosexuales, convivencias de hecho y relaciones extraconyugales.
Las criticidades detectadas por Donati encuentran confirmación en muchas series famosas que son seguidas con pasión por públicos muy amplios. Propondremos solo algunos ejemplos de estas tendencias.

Beatiful: pasiones y traiciones tienen precedencia sobre la estabilidad de la unión conyugal

Beautiful es una telenovela estadounidense, ideada por William J. Bell y Lee Phillip Bell para la CBS, que está en onda desde 1987. Transmitida en unos 100 países, es la telenovela más apreciada del mundo: cada día la ven 300 millones de espectadores.
Los protagonistas de la historia de Beautiful son precisamente dos familias: la de los Forrester y la de los Logan. Sin embargo, el corazón de la telenovela son pasiones y traiciones, que tienen poco que ver con las dinámicas del amor conyugal: la relación entre Ridge y Broke, los personajes principales del culebrón, hace estar a los espectadores con el alma en vilo desde hace más de treinta años.
Los autores están más interesados en crear una trama interesante, que en dar cualquier tipo de mensaje a sus fans. Y para alcanzar este objetivo, nos cuentan historias de amor tumultuosas −que comienzan, se enfrían, terminan, reinician− sin mostrar, en cambio, el proyecto propio de una relación que pasa del periodo de conocimiento característico del noviazgo para luego alcanzar la estabilidad de una unión matrimonial.
El espectador, en general, no "lee" todas esas traiciones y reinicios en clave antropológico-moral, sino que los interpreta como "mecanismos" narrativos, ficciones para hacer avanzar la historia. Es decir, no considera a los personajes de la telenovela como modelos de comportamiento virtuoso o vicioso con los que comparar su vida.
Esto no quita que mostrar determinados estilos de vida puede dejar −y deja de hecho− un sedimento de normalización y, además, denota cómo los guionistas renuncian desde el principio a crear historias atractivas sin tener que destruir necesariamente la institución de la familia.

"Modern Family", "Amore pensaci te": cuando la familia tradicional es sólo una entre tantas

Hay algunas series que intentan derribar las diferencias existentes entre uniones de distinto tipo.
Piénsese en Modern Family, telefilm estadounidense creado por Christopher Lloyd y Steven Levitan y producida por 20th Century Fox Television. Los autores presentan como familias tres núcleos diferentes, formados por personas emparentadas entre sí: el primero está compuesto por Jay Pritchett, unido en segundas nupcias con una mujer colombiana mucho más joven, Gloria, que ya había tenido un hijo en una unión anterior. La segunda familia es la formada por Claire, hija primogénita de Jay, el marido Phil y sus tres hijos: Haley, Alex y Luke. El tercer núcleo está compuesto por Mitchell, el hijo homosexual de Jay, y por su compañero Cameron, con el que se casa durante la quinta temporada: los dos adoptarán una niña vietnamita, Lily.
Detrás de la narración de las diversas vicisitudes de la vida cotidiana, se puede ver el claro objetivo de los autores de mostrar que la "familia moderna" (que es el título de la sitcom) no debe seguir esquemas: ya no existe una única forma de familia… ésta se podrá manifestar de modos muy diversos, tantos como las voluntades de los sujetos que deciden comprometerse afectivamente.
Una serie con un objetivo similar ha sido propuesta también en Italia, aunque no ha tenido éxito. Se trata de Amore pensaci te (Cariño, piensa tú), en onda en la cadena Mediaset, basada en el format de la serie australiana House Husbands.
Los protagonistas son cuatro hombres, que deben enfrentarse a los problemas de la vida cotidiana y a la gestión de sus peculiares situaciones domésticas.
Luigi se autodefine como el clásico "macho latino", que en casa no mueve un dedo y evita asumir ninguna responsabilidad en la gestión de los hijos. Convive con Gemma, con la que tiene una niña, pero también tiene otras dos hijas, fruto de dos uniones anteriores.
Marcos está casado regularmente con Paola y tiene dos niños. Al contrario de Luigi se ocupa mucho de la casa y de la familia, para que Paola pueda sacar adelante su carrera profesional.
Luego está Jacopo, futbolista muy conocido, divorciado y con tres hijos, con un pasado de crápula. Su mujer se va con otro; frente a esto, Jacopo, primero intenta recuperar a su mujer, pero acabará enamorándose de otra y limitándose a intentar no perder el afecto de sus hijos.
Finalmente está Francesco, acompañado con un hombre, Tommaso. A ambos se les ha confiada la sobrina de Tommaso, hija de la hermana difunta. Teniendo que enfrentarse a una "suegra" petulante y entrometida, los dos parecen una pareja casada como tantas otras.
También los autores de esta serie conciben la familia no como una institución natural con características bien definidas, sino como la suma de relaciones más o menos estables, que se modifican al cambiar los factores externos, los sentimientos, los deseos personales.
En resumen, hay para todos los gustos: cada uno puede elegir el tipo de familia que quiere o que logra construir.

"Un médico en familia", "I Cesaroni": si la familia ampliada se convierte en el modelo principal de la familia

Hay otras series de televisión que nos permiten hablar de cómo a menudo la familia ampliada se presenta como el modelo más normal de familia: hijos, hermanastros, maridos, ex maridos, esposas, ex esposas, nuevos compañeros y viejos amores conviven todos juntos o viven serenamente, dando la impresión de que el final de un matrimonio es una de las cosas más naturales y normales que puedan ocurrir en la vida.
Es el caso por ejemplo de dos ficciones con mucha audiencia: I Cesaroni (producida por la Publispei para RTI) y Un medico in famiglia (basada en el formato de la serie española de Telecinco Médico de familia, producida por Publispei y Rai Fiction).
Protagonistas de estas ficciones son dos familias, que de temporada en temporada nacen y renacen a partir de los restos de uniones anteriores.
En ambos casos, los guionistas consiguen crear y transmitir un sentimiento de armonía y serenidad que choca con la fragilidad de las relaciones de los protagonistas, sujetas a fáciles rupturas.

La crisis de identidad de la familia pasa también por las series de televisión

En conclusión, podríamos decir que la crisis de identidad que está sufriendo la familia se refleja también en muchas de las ficciones o telenovelas más seguidas. Como hemos visto, hay series en las que la familia es un concepto "aguado", pues está en continua descomposición y reconstrucción, y marcada por engaños y traiciones; otras en las que se nos presentan en paralelo diferentes tipos de unión como si fueran de igual modo una familia; y otras en las que el modelo principal de familia es la "familia extensa".
La familia natural (que para muchos ni siquiera existe), esa unión estable entre un hombre y una mujer que se juran fidelidad eterna y que se esfuerzan por educar juntos a la prole, incluso en el caso de que no sea totalmente barrida del mapa, con mucha frecuencia es relegada a un rincón.

Fuente: familyandmedia.eu.

7/28/17

Contraponer Francisco a Benedicto es un objetivo diabólico

Cardenal Cipriani


La ‘Amoris Laetitia’ no modifica la doctrina, en cambio nos pone responsabilidades para que no seamos unos burócratas
Sobre quienes quieren contraponer Francisco a Benedicto XVI, el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima es muy categórico: “Esto lo digo con mucha claridad: el demonio tiene objetivos, busca dividir. Son excusas, pero el demonio disfrazado de mil teorías está quitando la paz y la serenidad en el espíritu. Hay que estar atentos, no seamos tontos, pero las cosas no se deben ventilar en los medios de comunicación”.
Lo indica el cardenal Cipriani en una entrevista recién publicada por el medio italiano ‘Vatican Insider’,  en la que el periodista Andrés Beltramo le interroga además sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia dedicada a la familia. El purpurado perteneciente al Opus Dei señala que la Amoris Laetitia “es una espiritualidad extraordinaria para la familia, pero todo el mundo se ha concentrado en querer ver: ‘aquí el Papa está en contra de los sacramentos’”. Y reitera: “No es así. En mi arquidiócesis no existe ningún problema. Lo que sí está haciendo el Papa es ponernos responsabilidades a los obispos para que dejemos de ser burócratas y a los sacerdotes, para que dejemos de ser confesores inútiles”.
El obispo peruano añade que el Papa precisa: “El discernimiento de algunas situaciones no está en manos de estructuras, está en manos de usted, sacerdote u obispo. Claro, no parece lógico que un sacerdote vaya a cambiar los sacramentos del matrimonio y la eucaristía. Nos está poniendo una responsabilidad personal de la que daremos cuentas a Dios. Dicho esto, el Catecismo está donde está, la Familiaris Consortio y la Amoris Laetitia también. ¡Qué ganas de generar problemas! Con todo respeto a la teología, es clara la intención del Papa de acercarse mucho más al pecador, pero también es clara su voluntad de no modificar –para nada– la disciplina de los sacramentos. Quien va por ahí, va buscando pleitos”.
Y sobre las dudas manifestadas sobre Amoris Laetitia por cuatro cardenales al Papa, señaló que “haberlas publicado no me parece correcto, realmente no. Creo que cualquiera puede manifestar con gran franqueza lo que quiera, pero saltar a la prensa ya es otra cosa. Me parece que se equivocaron, aunque se trata de gente buena”.
El cardenal concluye la entrevista, señalando que el Papa “está manifestando casi una mística en su pontificado, con su prédica está volviendo a poner a la persona centrada en Cristo, más en primer lugar”. Dando un mensaje misionero que “nos lleva a dejar nuestras comodidades y a salir al encuentro de quienes lo están pasando más mal. No como ideología, sino para tomarse en serio, darse del todo”. Y que este enamoramiento de Cristo “rompe con un mundo zambullido en los placeres y el secularismo, pero hay que atreverse y no tener miedo. Ese mensaje del Papa perdurará”.

7/27/17

El problema de ser tonto

"Nos encontramos, pues, con la misma diferencia que eternamente existe entre el tonto y el perspicaz. El perspicaz se sorprende a sí mismo siempre a dos dedos de ser tonto; por ello, hace un esfuerzo para escapar a la inminente tontería, y en ese esfuerzo consiste la inteligencia".
"El tonto, en cambio, no se sospecha a sí mismo: se parece sensatísimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se instala en su propia torpeza. Como esos insectos que no hay manera de extraer fuera del orificio en que habitan, no hay modo de desalojar al tonto de su tontería, llevarle de paseo un rato más allá de su ceguera y obligarle a que contraste su torpe visión habitual con otros modos de ver más sutiles".
"El tonto es vitalicio y sin poros. Por eso decía Anatole France que un necio es mucho más funesto que un malvado. Porque el malvado descansa algunas veces; el necio jamás".
Estas reflexiones de Ortega y Gasset resultan muy interesantes para todos, porque todos tenemos algo de necedad, y sobre todo porque sólo demostramos ser inteligentes cuando sabemos advertirla y escapar de ella con normalidad.
Nos manifestamos inteligentes precisamente, cuando advertimos que con nuestras intuiciones totalmente previsibles, con nuestra aburrida reiteración de prejuicios y estereotipos, con nuestra incapacidad para cambiar de punto de vista sobre las personas o los asuntos, o con nuestro ridículo empeño en aparecer como personas más documentadas e inteligentes de lo que somos, lo que demostramos en realidad con todo eso es que no hemos advertido que estábamos a dos dedos de ser tontos, o que lo hemos advertido pero no hemos sabido parar a tiempo.
Todos incubamos necedad, y quizá debemos seguir el consejo de Ortega y atrevernos a dar un paseo más allá de nuestras seguridades, esforzarnos por contrastar nuestra visión de las cosas con las de otras personas, a las que quizá hasta ahora, hemos menospreciado sin molestarnos mucho en entenderlas.
Ser tonto no es tener mayor o menor coeficiente intelectual. Todos
conocemos personas con un CI modesto,pero con una enorme sensatez.
Y personas supuestamente muy inteligentes, pero
tan engreídas que son verdaderamente tontas.
Los tontos han llegado a serlo a base de repetir actuaciones en las que les ciega una vanidad tonta, una susceptibilidad necia, una suficiencia estúpida o una envidia torpe.
Todos tenemos limitaciones, y demostramos inteligencia al advertirlas, procurar aceptarlas y superarlas poco a poco. El tonto, en cambio, no las advierte, y si las advierte, intenta disimularlas a todo trance, y eso nunca sale bien.
Para no hacer el tonto, lo primero es estar dispuestos a reconocer la verdad de las cosas. "No conozco otro modo de extirpar un defecto o un vicio personal que declararlo y ponerlo sobre la mesa de la sinceridad", escribió Gregorio Marañón. Si somos sinceros advertiremos que con demasiada frecuencia nos empeñamos en mantener nuestra opinión aunque sea manifiestamente mejorable, o queremos aparentar una seguridad que no tenemos y hacemos entonces el ridículo más espantoso, o estamos demasiado pendientes de nuestro rango y resultamos patéticos.
Ser tonto tiene mucho que ver con el prejuicio y el estereotipo, pues ambos son jubilaciones del esfuerzo por pensar. Enjuiciamos todo con arreglo a lo que nos cae bien, a nuestra intuición quizá un poco apolillada por manías y obstinaciones. Nos dejamos llevar por antojos intelectuales que conducen a la ofuscación y a la terquedad. Permitimos que las ideas fijas sustituyan al pensamiento abierto y libre. Perdemos así la lozanía mental y nos aproximamos paso a paso al problema de ser tonto.

Jesucristo en el centro de la educación de la fe

En un mensaje al Simposio internacional de catequética, celebrado en Buenos Aires del 11 al 14 de julio, el Papa Francisco ha señalado exactamente el centro de la educación de la fe: “Cuanto más toma Jesús el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los otros”.
En el citado Simposio ha intervenido Monseñor Luis Ladaria, actual prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe. En su exposición ha subrayado que Cristo es el centro de la fe porque es el único y definitivo mediador de la salvación, al ser “testigo fiel” (Ap. 1, 5) del amor de Dios Padre. La fe cristiana es fe en ese amor, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo y dominar el tiempo. El amor concreto de Dios Padre que se deja ver y tocar en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, Dios y Hombre verdadero. Ese amor del Padre manifestado en Cristo nos llega a nosotros gracias a que estamos ungidos por el Espíritu Santo desde nuestro bautismo.
En este proceso la resurrección de Cristo ocupa a su vez un lugar central ¿Qué consecuencias “prácticas” tiene esto y cómo nos afecta? ¿Cómo debe comprenderse y vivirse la centralidad de Cristo en la educación de la fe?
Podemos señalar tres aspectos de una misma realidad.

Centralidad de Cristo en la vida cristiana

En primer lugar, la Resurrección confirma la centralidad de Cristo en la vida y de los cristianos. Dice el Concilio Vaticano II que Cristo revela al hombre lo que es el hombre (GS 22). Es decir, que solo conociendo y uniéndonos a Cristo en su misterio completo (en todos sus aspectos y etapas) podemos conocer al hombre en general y nos podemos conocer a nosotros mismos.
La resurrección de Cristo con el Espíritu Santo que a partir de ella se nos entrega, nos introducen en la vida divina. No solo nos manifiestan la bondad de una persona que muere por nosotros. Nos sanan, renuevan e iluminan. La belleza, el bien y la verdad, propios de Dios mismo, uno y trino y que resplandecen en sus obras, se nos dan ahora a participar. Y esto es posible en esta vida de modo incoado. Después de la resurrección de los muertos se nos dará de una manera definitiva esta Vida con toda su dinámica y colorido, en la que ya no cabrá muerte ni dolor. Esa misma vida crece ya en cada uno y para el bien de todos cada vez que comulgamos con la Eucaristía.

Cristo, referencia central en la Iglesia y en la evangelización

En segundo lugar, Cristo resucitado es una referencia central para la misión cristiana. Con su resurrección se confirma de modo vivo todo lo que Cristo es, lo que hizo, enseñó y prometió, y lo que nos encargó: dar a conocer hasta el fin de los tiempos al Dios creador, redentor y santificador. El anuncio de la fe está impulsado con la luz y la vida misma de Cristo que vive, y que quiere vivir en los cristianos.
Tercero, la vida de Cristo resucitado es inseparable del misterio de la Iglesia, misterio profundamente trinitario. Esto es así porque la Iglesia no es solo una institución o una sociedad, sino una comunión profunda con Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y entre nosotros, como “extensión viviente” de la vida del Resucitado en los cristianos. Como hemos visto ya, esto es posible no simplemente porque Dios lo ha querido o por un acto de su voluntad, sino porque se nos ha dado el mismo Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, que nos une y vivifica en la Iglesia, familia de Dios. En esto consiste la vocación cristiana, que es llamada a la santidad, y su consecuencia, que es la misión evangelizadora, siempre asociada a la promoción humana. De ahí la atención preferencial a los más frágiles, pobres y necesitados.

Cristo, centro de la educación en la fe

Finalmente, y recogiendo sugerencias de especialistas como Cesare Bissoli, cabe apuntar algunas implicaciones de esta centralidad de Cristo para la educación de la fe, que es una parte importante de la evangelización. Fijémonos primero en las cuestiones de contenido y después en las de método, aunque no son del todo separables.
El cristocentrismo de la fe cristiana es un cristocentrismo trinitario, puesto que Cristo no podría ser el centro sino en el marco de la acción salvadora de Dios uno y trino. Esto ayuda a discernir los valores distintos de las religiones y a dialogar, desde la identidad cristiana, con ellas.
En una época de fragilidad en las formas tradicionales de transmisión de la fe, la atención al misterio total de Cristo y al encuentro personal con Él ayuda también a consolidar los fundamentos de la fe y a reforzar los cimientos de los valores humanos y el sentido de la vida. Lo vienen subrayando los Papas y lo enseña el magisterio de la Iglesia de modo creciente a partir del Concilio Vaticano II.
El misterio de Cristo no sólo es criterio objetivo para la educación de la fe (como centro de los contenidos de la fe), sino también criterio interpretativo (es el centro que ilumina todos los demás misterios, verdades o aspectos de la fe, e incluso es el centro del sentido de la historia y de todos los acontecimientos).
Cristo es también el centro de la espiritualidad y de la formación de los educadores, formadores y catequistas, puesto que solo en la comunión personal con Cristo encuentran su luz y su fuerza: Cristo es el centro de su vida, de su reflexión y de la comunicación de la fe que comienza con el testimonio de su encuentro personal con Cristo.
Como la catequesis tiene no solamente dimensiones teológicas sino también antropológicas y didácticas, los educadores habrán de descubrir la centralidad de Cristo para iluminar aspectos del mensaje cristiano más difíciles de explicar en la actualidad (como algunos referentes a la escatología y a la moral), así como para detectar los destellos de belleza, verdad y bien que emiten los valores humanos nobles.
Desde el punto de vista del método, se ha destacado que el cristocentrismo en la educación de la fe puede tomar dos caminos: un camino ontológico (exponer la fe a la luz de la revelación de Cristo) o un camino fenoménico (exponer la fe a partir de la experiencia de Jesús mismo, y de ahí profundizar en el misterio de Dios y del hombre), este segundo más bíblico.
Todo ello no se opone, antes bien pide que el misterio de Cristo ilumine las experiencias actuales y cotidianas de los hombres y que estas interpelen nuestra manera de comprender y transmitir el misterio de Cristo.
En su conjunto, una educación cristocéntrica requiere un itinerario pedagógico, lo que implica que sea paulatino. Esto, conviene insistir, comienza por el testimonio que de Cristo ha de dar el educador o catequista, primero con su vida y a la vez con las razones (argumentos) de su esperanza.
El Catecismo de la Iglesia Católica ha subrayado esta centralidad de Cristo: “Leyendo el Catecismo de la Iglesia católica, podemos apreciar la admirable unidad del misterio de Dios y de su voluntad salvífica, así como el puesto central que ocupa Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, enviado por el Padre, hecho hombre en el seno de la bienaventurada Virgen María por obra del Espíritu Santo, para ser nuestro Salvador. Muerto y resucitado, está siempre presente en su Iglesia, de manera especial en los sacramentos. Él es la verdadera fuente de la fe, el modelo del obrar cristiano y el Maestro de nuestra oración” (Const. Ap. Fidei depositum, n. 3).

Qué es familia

Hace unos meses tuve ocasión de leer una conferencia que, bajo el título, hoy casi provocativo, de “¿Qué es una familia”? pronunció Fabrice Hadjadj, filósofo, director de la Fundación Anthropos, en Lausanne (Suiza).
En ella, el profesor Hadjadj constataba que existe un consenso generalizado en considerar a la familia como lugar del amor, lugar de la educación y socialización primera y lugar del crecimiento de la personalidad autónoma y respeto de las libertades.
Sin embargo, explicaba el autor, siendo ciertas todas estas afirmaciones, este enfoque desde sus características, sus competencias, sus deberes y derechos, en síntesis, desde su eficacia, se revela insuficiente y nos acaba distrayendo de lo esencial: el ser del hijo y de los padres.
Y buscando la familia perfecta podemos acabar topando con el perfecto orfanato o el centro de acogida más excelso, donde, ciertamente, priman el amor, la educación, la libertad.
El error básico consiste en considerar a la persona como mero individuo, no como hijo, no como ser familiar, con lo cual corremos el riesgo de proponer una familia “desfamiliarizada”, en la que lo primordial no sea el ser sino el bienestar. Y, en este terreno, las organizaciones, los centros de acogida, atendidos por especialistas y expertos, estarían siempre en mejores condiciones de educar con mayor eficacia “individual” y “social” que nosotros, los padres de la criatura. Incluso, llevado al extremo, cualquier otra pareja, de dos hombres, dos mujeres o mixta, o cualquier grupo entrenado podría ser capaz de dar a mis propios hijos un amor más perceptible, una instrucción más esmerada y unas cotas mayores de autonomía y libertad que las que mi mujer y yo podríamos proporcionarles.
Si analizamos la familia desde el ser “hijo-de” y “padre-de o madre-de”, las características analizadas adquieren una tonalidad distinta.
  • El amor es un amor sin preferencias y sin elección, porque a nuestros hijos les queremos por el hecho de serlo, por lo que son y no por lo que tienen o aportan. Ni siquiera, en nuestra familia, son el objeto de nuestro deseo directo, porque nuestro deseo primero y primordial era (¡y, en mi caso, desde luego, sigue siendo!) su madre, y ellos fueron un regalo que nuestro amor generó. Como explica Hadjadj: «Cuando un hijo dice a sus padres: “Yo no elegí nacer”, los padres siempre pueden devolver el cumplido: “Nosotros tampoco, no te hemos elegido, nos has sido regalado y tratamos de cambiar nuestra sorpresa en gratitud”».
  • La educación se recibe en la familia desde una “autoridad sin competencia” (que se ha de ir adquiriendo con el tiempo), es decir, a pesar de mis debilidades y carencias, y
  • La libertad responde a unos lazos que no se pueden anular y que generan una red de relaciones que nos desbordan y no forman parte del proyecto original (¿acaso alguien pensó en su suegra, y después abuela de sus hijos, como “proyecto vital”?)
La consideración de la familia como “elemento natural y fundamental de la sociedad” (definición del art. 16.3 de la declaración Universal de Derechos Humanos) nos sitúa ante una realidad que nos antecede. La familia, en efecto, estaba ahí antes de que se desarrollara la Sociedad, el Estado y cualquier institución humana, y se encuentra en el principio exacto de cada vida humana concreta. La familia es “fundamento” y, como tal fundamento, no se puede “fundar”: es ella la que funda.
Por eso, acaba diciendo el profesor Hajdajd (perdón por la larga cita, pero no me veo capaz de resumirla con palabras más acertadas), la familia es el lugar de la resistencia:
«Resistencia a la ideología, al pensamiento políticamente correcto, a la programación. La familia es la comunidad de origen, dada por la naturaleza y no sólo establecida por convención. Por lo tanto, ofrece siempre, por su anclaje sexual, un contrapunto al artificio, y proporciona espacio para lo que podríamos llamar una verificación. El político puede cultivar su imagen pública, mostrar su mejor perfil en las redes sociales, pero, ¿cuál es su rostro en lo privado, ante su mujer y sus hijos? El gran Hércules, que derrotó a los monstruos, es patético ante Deyanira. El joven genio, que irrumpe en las pantallas, se avergüenza de ser visto con su papá y su mamá, que dan fe de su origen común. La voluntad de poder es siempre contrariada por la proximidad familiar. Por eso, tanto los totalitarismos como el liberalismo, los controles tecnológicos, o el fundamentalismo religioso, siempre empiezan por poner a la familia bajo tutela, antes de intentar destruirla».

7/26/17

Domingo XVII del Tiempo Ordinario - Ciclo A


P. Antonio Rivero, L.C. 

 Textos: 1 Re 3, 5.7-12; Rm 8, 28-30; Mt 13, 44-52

Idea principal: Pedir a Dios la verdadera sabiduría.
Resumen del mensaje: Hoy Cristo nos invita a ser buenos negociantes no sólo en las cosas materiales, sino también y sobre todo en las espirituales (evangelio). Para eso necesitamos el don de la sabiduría (primera lectura). El mejor negocio que podemos llevar a cabo en nuestra vida es reproducir en nosotros la imagen de Cristo (segunda lectura). El hombre necesita la sabiduría, como Salomón, para discernir dónde están los verdaderos valores, trabajar por conseguirlos e invertir en ellos.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, lo importante es que los seguidores de Jesús tengamos la auténtica sabiduría y seamos lo suficientemente listos para descubrir que los valores del espíritu (la virtud, la honradez, la verdad, el trabajo, el amor, la justicia, la fidelidad, la piedad, la fe, la esperanza…) son más importantes que todos los demás y hacer una clara opción por ellos. Otros valores son externos y caducos: salud, dinero, amor, como se cantaba en la España otrora: Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor el que tenga estas tres cosas, que le dé gracias a Dios”.El mundo nos encandila con cosas llamativas, con baratijas superficiales que no salvan y no dan felicidad auténtica. Seguir estas candilejas sería de necios, no desabios.
En segundo lugar, para ello necesitamos pedir a Dios que nos dé sabiduría, como pidió Salomón: “te pido que me concedas sabiduría de corazón, para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal”. Nosotros: “Señor, concédenos un corazón sabio que sepa distinguir entre los verdaderos valores que Tú nos entregaste y los oropeles de este mundo engañador”. Dios no puede cerrar sus oídos ante semejante petición. Optar por los valores espirituales es invertir bien. Es promesa de éxito y de alegría plena. El que apuesta por los valores éticos y espirituales, que son seguros, no fracasa.
Finalmente, no debemos olvidar que estos valores espirituales son caros. Son tesoros escondidos en el campo del mundo y de la Iglesia, que nos exigen vender todo o mucho y comprar ese campo. Son perlas finas –no hojalata- que no podemos rebajar en el mercado de la vida mundana, sino vender las otras mil chácharas que escondíamos tontamente en el cofre de nuestro interior, para poder adquirir esas joyas. No se trata de renunciar a cosas por ascética o por masoquismo, sino porque eso que compramos son tesoros y perlas que darán sentido pleno a nuestra vida. Muchas veces hay que sacrificar algo para conseguir lo que vale más. Y el valor de los valores es Jesucristo, por el que tenemos que dejar todo lo demás, si Él nos lo pide para dedicarnos a Él y a su Reino en cuerpo y alma. San Agustín diría: “Ese tesoro es el Verbo-Dios que está escondido en la carne de Cristo”. Cuando san Pablo encontró este tesoro dijo que todo el resto es pérdida al lado de Cristo. Esto es seguir la sabiduría divina.
Para reflexionar: ¿Puedo decir con el salmista hoy: “Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata”? ¿Ya vendí todo para comprar esos tesoros de Cristo que la Iglesia me ofrece: la doctrina santa salida de los labios del mismo Jesucristo, la gracia divina infundida en los sacramentos y que hace de nuestra alma otra perla preciosa, riquísima en virtudes, dones y sagrario del Dios tres veces santo? ¿Quisiera recuperar lo que ya he vendido para comprar el tesoro y la perla? Sería una especie de locura preferir las bagatelas al tesoro y la perla de Cristo y su Iglesia. Seamos sabios según Dios.
Para rezar: con el Salmo 9, recemos:

 Contigo está la sabiduría, que conoce tus obras
y que estaba presente cuando hiciste el mundo;
ella sabe lo que te agrada
y lo que está de acuerdo con tus mandamientos.
10 Envíala desde tu santo cielo,
mándala desde tu trono glorioso,
para que me acompañe en mi trabajo
y me enseñe lo que te agrada.
11 Ella, que todo lo conoce y lo comprende,
me guiará con prudencia en todas mis acciones
y me protegerá con su gloria…
17 Nadie puede conocer tus planes
sino aquel a quien das sabiduría
y sobre quien desde el cielo envías tu santo espíritu.
18 Gracias a la sabiduría
han podido los hombres seguir el buen camino
y aprender lo que te agrada:
fueron salvados gracias a ella.

Santiago el Mayor, Santo – 25 de julio

ISABEL ORELLANA

«Primero entre los apóstoles en obtener la palma del martirio, patrón de España. Origen, por tradición, de la Ruta Jacobea y de la espiritualidad mariana del Pilar, en Zaragoza»
Da idea de cómo sería el temperamento de estos jóvenes pescadores el sobrenombre que Cristo les dio: «boanerges», esto es, «hijos del trueno». Algunos pasajes evangélicos reflejan su primitivo carácter impulsivo e inmaduro. También una cierta osadía, no exenta de ingenuidad, pero en todo caso envuelta en la ambición y su inseparable egoísmo cuando secundaron a su madre en la petición de prebendas que hizo para ellos. El Redentor respondió con infinita paciencia, haciéndoles una observación que fue profecía. ¿Serían capaces de beber el cáliz? Su respuesta afirmativa fue corroborada por Él, y se cumplió en Santiago con su cruento martirio, pero el objeto de la conversación: saber si podrían ser encumbrados en el cielo uno a la derecha y otro a la izquierda, estaba en manos del Padre. Indudablemente, la impetuosidad y la pasión bien encauzadas son fuente de gracias. Así que la volcánica vehemencia que albergaba el corazón de estos hermanos tuvo en Jesús la vía genuina para seguir creciendo en la línea adecuada. Los dos despertaron el anhelo de incontables personas que, seducidas por esa cascada inagotable de pasión por lo divino que apreciaban en ambos, se dispusieron a entregar a Dios sus vidas.
Santiago, junto a su hermano Juan, y a Pedro, conforman una privilegiada tríada dentro de la comunidad de los Doce. Fueron testigos de momentos singulares que a otros discípulos les fueron vedados. Acompañaron al Redentor en instantes gloriosos y también dolorosos. Contemplaron la Transfiguración en el Monte Tabor, que ardientemente desearon haber podido prolongar, y de no haber sucumbido al sueño los tres habrían apreciado su terrible agonía en Getsemaní porque eran los que se hallaban más cerca de Él en esos momentos. Santiago estaba presente cuando Jesús devolvió milagrosamente la salud a la suegra de Pedro y resucitó a la hija de Jairo. Tuvo la gracia de ver al Maestro, ya Resucitado, al producirse su aparición en las orillas del lago de Tiberíades y se encontraba en Jerusalén en el momento de la venida del Espíritu Santo.
Tras la Resurrección, los discípulos dieron inicio a una labor evangelizadora que a algunos les condujo muy lejos de las fronteras en las que se habían movido. Según la tradición, Santiago llegó a España, dejando la huella de la fe directamente recibida de Cristo en dos lugares emblemáticos: Galicia y Zaragoza (la antigua Cesaraugusta). Primeramente habría pasado por la tierra gallega y una vez sembrado allí el evangelio se trasladaría a Zaragoza. En las orillas del río Ebro descansaría de las intensas jornadas apostólicas junto a un grupo de siete seguidores, los «Varones apostólicos», los únicos que se habían convertido. Afligido ante la dureza de corazón de las gentes en las que había hecho mella el paganismo, obtuvo el consuelo de la Virgen que se le apareció en esas riveras el 2 de enero del año 40 d. C. Se hallaba de pie, sobre una columna de luz rodeada de ángeles. Después de asegurarle que obtendría grandes frutos apostólicos, le encomendó que erigiese una iglesia levantando un altar justamente en el lugar donde estaba el pilar en el que reposaba. Acompañó su petición con la promesa de que Ella permanecería hasta el fin de los tiempos en ese sitio, «para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio». Además, le indicó que regresara a Jerusalén después de materializar su ruego. Dicho esto, María desapareció y quedó la columna de jaspe en torno a la cual se edificó la iglesia solicitada, actual basílica de la Virgen del Pilar en la ciudad de Zaragoza.
Santiago volvió a Jerusalén, como Ella le había pedido, y el año 41 fue martirizado durante la persecución del rey Herodes Agripas. Fue el primer discípulo mártir. Luego, siempre según la tradición, su cuerpo, inicialmente sepultado en Jerusalén, fue trasladado por sus discípulos a Galicia. Sus restos se veneran en la catedral de Santiago de Compostela. Los estudiosos no se ponen de acuerdo a la hora de ratificar la fiabilidad de estos hechos. Además, hay discordancias como la datación de fechas que no encajan en la historia. Pero lo cierto es que la que se ha considerado su tumba dio lugar a la Ruta Jacobea, una de las corrientes más fecundas de la historia a todos los niveles espirituales y culturales, incesantemente recorrida por millares de peregrinos que acuden a visitarla desde hace siglos. Esta es la realidad incuestionable; no precisa ser contrastada. Otras vías, que tampoco están corroboradas, subrayan nuevas trayectorias del apóstol Santiago que pudo llevarle a Cartagena y a Lérida. Es el patrón de España y de otros muchos países del mundo, objeto siempre de gran veneración, especialmente en Latinoamérica.

7/24/17

“La frontera entre el bien y el mal pasa en el corazón de cada persona”

El Papa ayer en el Ángelus


¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El pasaje evangélico del día propone tres parábolas con las cuales Jesús habla a la muchedumbre, del Reino de Dios. Me detengo en la primera: la de la buena semilla y en la de la cizaña, que ilustra el problema del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios (cf.Mt 13,24-30,36-43). ¡Cuánta paciencia tiene Dios! Cada uno de nosotros puede decir esto: cuánta paciencia tiene Dios conmigo. El relato de la parábola se desarrolla en un campo con dos protagonistas opuestos. Por un lado el propietario del campo que representa Dios y esparce la buena semilla: por el otro el enemigo que representa Satanás y esparce la hierba mala.
Con el tiempo, en medio del trigo crece también la cizaña y frente a este hecho el propietario y los servidores tienen actitudes distintas. Los servidores quisieran intervenir arrancando la cizaña; pero el propietario que está preocupado sobre todo por la salvación del buen grano, se opone diciendo: “No sea que recogiendo la cizaña, también arranquéis el trigo” (v.29). Con esta imagen, Jesús nos dice que en este mundo, el bien y el mal están tan entrelazados entre sí, que es imposible separarlos y extirpar todo el mal. Solo Dios puede hacer esto, y lo hará en el juicio final. Con sus ambigüedades y su carácter complejo, la situación presente es el campo de la libertad, el campo de la libertad de los cristianos, donde se desarrolla el difícil ejercicio del discernimiento entre el bien y el mal.
Y en este campo se trata de juntar de conjugar con una gran confianza en Dios y en su providencia, dos actitudes aparentemente contradictorias: la decisión y la paciencia. La decisión es la de querer ser buen trigo con todas sus fuerzas y por lo tanto tomar distancia del maligno y sus seducciones, la paciencia significa preferir una Iglesia que sea levadura en la masa, que no teme ensuciarse las manos lavando la ropa sucia de sus hijos, más que ser una Iglesia de “puros”, que pretende juzgar antes de tiempo quien irá al Reino de Dios y quién no.
El Señor, que es la Sabiduría encarnada, nos ayuda hoy a comprender que el bien y el mal no pueden identificarse con territorios definidos o marcados o en determinados grupos humanos, estos son los buenos, estos son los malos. Él nos dice que la línea de separación entre el bien y el mal pasa por el corazón de cada persona, de cada uno de nosotros, es decir, todos somos pecadores. Pregunta  ¿quién no es pecador? levante la mano, nadie, porque todos lo somos, todos somos pecadores. Jesús, por su muerte en cruz y su resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado y nos da la gracia de caminar en una vida nueva; pero con el Bautismo nos ha dado también  la Confesión, porque tenemos siempre necesidad de ser perdonados de nuestros pecados. Mirar siempre y solamente el mal que está fuera de nosotros, significa no querer reconocer el pecado que hay en nosotros.
Y luego Jesús nos enseña un modo distinto de mirar el campo del mundo, de observar la realidad. Estamos llamados a aprender los tiempos de Dios que no son nuestros tiempos, e igualmente también a aprender la “mirada” de Dios: gracias a la influencia benéfica de una espera trepidante, lo que era cizaña o parecía cizaña, puede convertirse en un buen producto. Esta es la realidad de la conversión, es la perspectiva de la Esperanza.
Que la Virgen María nos ayude a captar la realidad que nos rodea no solamente la suciedad y el mal, sino también el bien y lo bueno; a desenmascarar la obra de Satanás, sino sobre todo a confiar en la acción de Dios que fecunda la historia.