El Papa ha pedido para el próximo 23 de febrero, viernes de la primera semana de Cuaresma, una «especial jornada de oración y ayuno por la paz» ofrecida en particular por las poblaciones de la República democrática del Congo y Sudán de Sur. El propio Francisco dio el anuncio en el Ángelus del domingo 4 de febrero, invitando «también a los hermanos y hermanas no católicos y no cristianos a asociarse a esta iniciativa en las modalidades que considerarán más oportunas».
A los fieles reunidos en la plaza de San Pedro el Pontífice pidió un examen de conciencia, exhortándolos a preguntarse: «¿Qué puedo hacer yo por la paz?». Seguramente, dijo «Seguramente podemos rezar; pero no solo: cada uno puede decir concretamente «no» a la violencia en lo que depende de él o de ella». Porque, explicó, «las victorias obtenidas con la violencia son falsas victorias; mientras que trabajar por la paz hace bien a todos».
Con anterioridad, refiriéndose a la celebración de la jornada por la vida en Italia Francisco expresó «aprecio e aliento a las diferentes realidades eclesiales que de muchas maneras promueven y sostienen la vida, en particular el Movimiento por la Vida». El Pontífice no escondió su preocupación al reconocer que «no son muchos los que luchan por la vida en un mundo donde cada día si construyen más armas, cada día se hacen más leyes contra la vida, cada día va adelante esta cultura del descarte, de descartar lo que no sirve, lo que molesta». De ahí, la invitación a rezar «para que nuestro pueblo sea más consciente de la defensa de la vida en este momento de destrucción y de descarte de la humanidad».
Tras finalizar la oración mariana ─precedida por una meditación dedicada al pasaje litúrgico de Marcos (1, 21-39) que describe una jornada transcurrida por Jesús en Cafarnaúm─ el Papa también dirigió un pensamiento a la población de Madagascar «golpeada por un fuerte ciclón» y recordó la beatificación de Teresio Olivelli, llevada a cabo el día anterior en Vigevano.